Movimiento de los Focolares

La ciudad global de Barber

Abr 28, 2017

Falleció un gran estudioso de la política, promotor de la interdependencia de las naciones en una lógica de comunión. La relación con los Focolares y el dilema de la guerra. Partir de la ciudad para salvar el mundo.

BARBER Benjamin - Photo: John FOLEY/Opale - Date: 20071012

Benjamin Barber – Foto: John FOLEY/Opale

El 24 de abril, después de una breve enfermedad, expiró en Nueva York el profesor Benjamín Barber. Tenía 77 años. Deja a su esposa Leah y a su hija Cornelia. Un filósofo de la política, autor de varios libros, entre ellos, el bestseller Jihad Vs. McWorld, Barber se dedicó hasta el último instante y con pasión a los temas de la ciudadanía y la democracia. Estaba convencido de que los grandes desafíos de la interdependencia se podían resolver de forma constructiva si los ciudadanos se comprometían a vivir las virtudes cívicas y participaban activamente en la política. Escéptico respecto a la capacidad de los Estados nacionales de dar respuestas eficientes a los desafíos globales contemporáneos (el cambio climático, el terrorismo, la inmigración por la pobreza), en los últimos años Barber enfatizó el protagonismo indispensable de la ciudad. En su libro Si los Alcaldes Gobernaran, demostró que las ciudades hoy responden en forma más eficaz que los Estados a los problemas de nuestro mundo interdependiente. Por eso, en los últimos años, Barber, con la pasión y tenacidad que siempre lo caracterizaron, había dado vida al Parlamento Mundial de los Alcaldes, al que ya han adherido 49 alcaldes, entre ellos, los italianos Leoluca Orlando y Virginio Merola. Conocí a Barber el día después del 11 de septiembre en la casa neoyorkina del periodista italiano Antonio Monda. Estábamos en una cena junto con Leoluca Orlando, y Barber nos habló de su nueva iniciativa: dar vida a un Jornada Mundial de la Interdependencia a celebrarse cada 12 de septiembre, el día después del aniversario del ataque a la Torres Gemelas y al Pentágono. De hecho, para Barber la respuesta al ataque del 11 de septiembre no podía ser militar, sino que tenía que surgir del compromiso común de encontrar juntos soluciones adecuadas y sostenibles para los grandes desafíos globales, que no se pueden encontrar en forma aislada. Recordando que los Estados Unidos nacieron con la Declaración de Interdependencia, Barber subrayó la necesidad de una nueva Declaración de la Interdependencia. Seguidamente, colaboré estrechamente con Barber para la organización de la primera Jornada de la Interdependencia, simbólicamente celebrada en Filadelfia. Juntos pensamos y organizamos la segunda edición de la jornada en Roma, en el 2004, con el aporte esencial del Movimiento de los Focolares. Fue en esa ocasión, que tuve el privilegio de presentarle a Chiara Lubich al profesor Barber y ser testigo de varios encuentros entre el 2003 y el 2004. Recuerdo que hacia finales del primer encuentro, en junio del 2003 en Rocca di Papa, después de haberlo escuchado atentamente, Chiara señaló que el concepto de la interdependencia era importante, pero no suficiente. Chiara le dijo a Barber en ese primer encuentro: «No sólo es necesaria la interdependencia, sino que hay que llegar a la comunión. Es necesario que los bienes se muevan. Pero los bienes no se mueven solos, por eso hay que mover los corazones. Por eso yo hablo de la fraternidad universal que nosotros realizamos a partir de los individuos, los grupos, pero si empezáramos a realizarla entre las naciones, resolveríamos el problema del terrorismo de raíz». Barber respondió: «Sí. La expresión “interdependencia” es la versión ligera de la palabra “comunión”. Es el primer paso hacia la comunión». Y agregó: «La democracia es también un asunto del espíritu, empieza con la costumbre del corazón y después se expresa en términos seculares. Por lo tanto muchas veces la separación entre lo espiritual y lo secular es algo forzado». Entre Barber y Lubich había un diálogo que vibra todavía hoy por su absoluta actualidad. Hoy de Barber nos queda la preciosa herencia de un compromiso intelectual y cívico para dar vida a una ciudadanía global que nos lleve más cerca de la unidad. Aldo Civico Fuente: Città Nuova  

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