Movimiento de los Focolares

La unidad en los albores del Movimiento de los Focolares

Nov 3, 2011

En ocasión del viaje de Maria Voce a Holanda, proponemos la última parte del discurso de Chiara Lubich a la comunidad de los Focolares, en Amsterdam, el 28 de marzo de 1982.
>>Centro Chiara Lubich>>

Video de Chiara en Amsterdam 1982

«¿Qué es la unidad? ¡Ah, es algo maravilloso! Porque la unidad, la que piensa Jesús cuando dice “amaos …” hasta el punto de morir, incluso dispuesto a morir el uno por el otro, esa unidad que Jesús dice “donde dos o más están unidos allí estoy yo”, no es una mezcla de personas, no es un grupo de personas, allí está Jesús, ese es el punto. La unidad realmente manifiesta, engendra Jesús. Recuerdo, he encontrado cartas de los primeros tiempos cuando empezábamos a vivir así y en cierto modo a experimentar la presencia de Cristo en medio de nosotros. ¡Qué sorpresa! Porque antes no lo habíamos experimentado, precedentemente nuestro cristianismo era muy individual. Esto es lo que está escrito, por ejemplo: “¡Oh la unidad, la unidad, ¡qué divina belleza! ¿Quién podrá atreverse a hablar de ella? ¡Es inefable! Se siente, se ve, se goza, pero es inefable. Todos gozan de su presencia, todos sufren de su ausencia. Es paz, es gozo, es ardor, es amor, es clima de heroísmo, de máxima generosidad. ¡Es Jesús entre nosotros!” ¿Cómo se explica esta realidad? Vean, Jesús resucitado dijo una frase fabulosa: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (cf Mt 28,20). Dijo que estará con nosotros todos los días. ¿Pero dónde está? Sin duda en la Iglesia, porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo; y especialmente con los que anuncian el Evangelio porque Jesús se lo dijo; sabemos que Jesús, por ejemplo está especialmente presente en la Eucaristía, está allí, Jesús está en su Iglesia y también en su Palabra por ejemplo, las palabras de Jesús no son como las nuestras, son una presencia de Jesús y nosotros nutriéndonos de ellas nos nutrimos de Jesús; Jesús está en los sucesores de los Apóstoles, en nuestros obispos, está allí, habla a través de ellos; Jesús está en los pobres, por ejemplo, dijo que está detrás de los pobres, en fin que se esconde en ellos, en todos los que sufren. Pero Jesús también dijo: “Donde dos o más están unidos”, en la comunidad, etc., está también allí. Me he dado cuenta de que hoy el mundo que no cree o que cree diversamente está especialmente impresionado por esta presencia de Jesús. “De esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos por los otros” (Jn 13,35). Hemos visto que hoy es un modo sentido de dar testimonio de Cristo, porque, mirad, ¿qué hace la unidad? Lo dijo Pablo VI en una parroquia de Roma, la unidad genera Cristo en medio de nosotros, la unidad lo expresa, lo manifiesta, lo revela. Jesús no es una realidad de hace veinte siglos, está en su Iglesia ahora y nos repite las palabras sus palabras. Jesús es actual y la unidad tiene esto de bonito, que lo muestra. Tanto es así que Jesús dijo: “Que sean uno para que el mundo crea”. Es así. El Movimiento ha tratado de hacerlo así durante todos estos años de mantener fe en esta presencia de Jesús, del Resucitado en medio de nosotros. Y nosotros atribuimos a su presencia esta difusión universal del Movimiento, es él quien se ha abierto camino, es él que ha dado testimoniado el cristianismo. Y entonces, ¿qué tenemos que hacer, qué conclusión podemos sacar de este día? En estos días he tenido ocasión de tomar contacto con muchos holandeses y he admirado una cosa que no encuentro en otras naciones: que en el corazón de todos estos holandeses hay un gran amor por Holanda y un gran amor por su Iglesia. Y entonces, ¿qué hacemos? Es necesario que este amor se haga concreto. Entonces tratemos de poner la presencia de Jesús resucitado en nuestras familias, en las parroquias, por todas partes, con este amor recíproco que era el secreto de los primeros cristianos. Y si está el Resucitado ¿cuál será la consecuencia? una nueva primavera, y todo resurgirá. Este es mi deseo. Y ¿cuáles serán los frutos de esta presencia de Jesús? Los mismos que constatamos cuando empezamos el Movimiento: una gran alegría, paz, los mismos frutos del Espíritu Santo. Este es mi deseo, irnos, pero teniendo en los corazones este deseo: ¡haré de todo para que el Resucitado esté en medio de nosotros! Esto.»

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