La Palabra de vida de octubre nos anima a “ser los primeros en amar a cada persona que encontramos, cada uno con quien hablamos por teléfono, a quien escribimos, o con los que vivimos. Y que nuestro amor sea concreto, que sepa comprender, prevenir, que sea paciente, confiado, perseverante, generoso”. Las experiencias de vida que siguen, ponen en evidencia la reciprocidad que al actuar así, brota naturalmente:
Despertarse de noche – “Trabajo en una escuela, mientras que mi esposa Betty queda en casa todo el día con los niños. Durante la noche, a menudo, ellos se despiertan y empiezan a llorar. Esto es un peso para mi. Trato de refugiarme debajo de las frazadas, me tapo la cabeza para no sentir el ruido. Me repito que mi esposa se las puede arreglar sola. Viendo que Betty seguía levantándose y cuidando a los niños, reflexiono sobre el amor al prójimo y una noche me doy cuenta que mi prójimo inmediato es mi esposa y los niños. Hasta ese momento mi amor había sido parcial: amaba solo cuando no había dificultades. Decidí empezar enseguida. Y esa misma noche, cuando los niños se despertaron, fui a ayudarla a hacerlos dormir nuevamente. Fue difícil pero lo logré. Hice así por algún período, hasta que los niños dejaron de llorar de noche”. B.-Uganda
Prófugos- “Soy una musulmana escapada de Bosnia, donde dejé a mi marido que es católico. Dos primas mías escaparon para Spalato. Una de ellas esperaba un niño. Me pidieron que las ayude y por esto estoy en Dalmacia. Traté de hacer de todo para ayudar en esta situación. Era un apartamento pequeño y en determinado momento llegó también otra mujer, anciana y enferma. Me faltaban las fuerzas. Pensaba en mi marido, en la familia que quedó en Tuzla… Cuando no veía ningún camino de salida, la señora que nos recibió en su casa me invitó a un encuentro en el que sentí por primera vez hablar del Evangelio. Comprendí que amando a los demás puedo cambiar yo misma y cambiar las situaciones de mi alrededor. Empecé a buscar a los otros prófugos de la ciudad. Nació un grupo que crecía cada vez más. Juntos nos ayudábamos a encontrar los medicamentos que se precisaban, a mandar cartas a los familiares, a cuidar a los niños. Ahora somos 87. Nos sentimos una verdadera y única familia, aunque somos de nacionalidad, etnia y religión diversa”. T. Bosnia.
Una semilla de unidad – “Estuve internado en el hospital por una pequeña intervención y leí un libro que mi novia me había dado. Eran hechos de Evangelio vivido, muy lindos, pero dentro mío decía: “Es imposible vivir así”. Luego ella me presentó alguna de estas personas y, hablando con ellos comprendí y vi que contrariamente a lo que yo pensaba, sí, se podía vivir así. Desde allí se abrió para nosotros un camino nuevo. Nos casamos para formar una familia abierta a los demás. Antes yo no era religioso, aunque pertenecía a la Iglesia evangélica, pero Anna es católica. Comenzando a reflexionar, comprendí que para amar a mi Iglesia debía tratar de llevar allí mi testimonio. Así lo hice. He establecido relaciones fraternas y ahora integro el consejo parroquial. Quisiéramos mostrar a nuestros hijos y a todos, con la vida, la belleza del cristianismo, siendo como familia una semilla de unidad”.D.J.K.- Alemania.
Fuente: El Evangelio del día, octubre 2013, Editorial Città Nuova
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