“La espiritualidad de la unidad o de comunión me ha dado la posibilidad de comprender y vivir con mayor donación la sublime vocación del bautismo, de la consagración religiosa, del sacerdocio y del episcopado”. Con estas palabras, contenidas en su testamento espiritual, Mons. Lucas Donnelly –obispo de Deán Funes (Argentina), fallecido el 31 de agosto pasado a la edad de 91 años– confió la maravillosa síntesis de su apostolado y del aporte espiritual recibido al conocer el Movimiento de los Focolares. Desde hacía doce años vivía establemente en la ciudadela del Movimiento ubicada en O’Higgins (a 250 km. de Buenos Aires). Amante de la música clásica –sobre todo de Chopin-, fue para muchos un testigo auténtico del amor de Cristo también en los últimos instantes de su vida: “Estoy perdiendo la memoria –había dicho confidencialmente-, pero encuentro gran consuelo en la oración y en la meditación”.
Nacido en 1921 de padres de origen irlandés, es el último de seis hijos, desde muchacho cultiva el deseo de donarse totalmente a Dios. Elige consagrarse en la Orden de los Mercedarios cuya vocación específica es librar al hombre de todas las actuales formas de esclavitud, y se convierte en maestro y guía de su comunidad en los duros años de la dictadura argentina.
Donnelly demuestra ser un pastor respetuoso de la libertad de espíritu de cada uno y también un hombre de gran agudeza intelectual. Intuye “que se está preparando un cambio importante en la Iglesia… ese que después tomará forma y tendrá el sello con el Vaticano II… Siempre me gustó experimentar cosas nuevas, sin descuidar la cosa más importante”, el amor por Dios.
A finales de los años Cincuenta tiene lugar su encuentro con los Focolares y, su encuentro personal con la fundadora Chiara Lubich. Se prodiga activamente para hacer conocer el Carisma de la unidad a tantos y para el desarrollo de la rama de los obispos amigos “de la Obra de María”.
En 1980 es nombrado obispo de Deán Funes y recibe la ordenación episcopal de Juan Pablo II. Del Papa Wojtyla dirá: “Tuve una relación profunda con él. Cada vez que iba a Roma lo encontraba personalmente. Estuve 20 veces en sus audiencias”.
Después de un año transcurrido en el Centro internacional “Claritas” para los religiosos en Loppiano, en el 2000 se convierte en el primer ciudadano-obispo de la ciudadela Lía de Argentina, donde vive 12 años. En esa ocasión en la misma Chiara Lubich quien le escribe: “Bienvenido a la primera ciudadela que tiene la alegría y el honor de acoger entre sus habitantes a un sucesor de los apóstoles, un Obispo que ha dato tanto a la Iglesia”. En un pasaje de su testamento espiritual Mons. Donnely cuenta su experiencia: «En este centro he podido experimentar lo que significa el amor como experiencia vital, lo que significa vivir con “Jesús en medio” en todos los momentos y circunstancias de la vida cotidiana. De esta forma he logrado comprender mejor el misterio de “Jesús abandonado”, llave de la unidad con Dios y entre los hombres y he descubierto al hermano como camino seguro a la unión con Dios».
Hoy día son muchos quienes lo recuerdan. En la ciudadela su presencia era activa y al mismo tiempo silenciosa, de apostolado en el seguimiento de Cristo, realizando cuanto Chiara Lubich le había escrito doce años atrás: “Con su presencia y su sabiduría, Jesús en medio en la ciudadela crecerá y resplandecerá más”.
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