«Agradezco ante todo a Su Eminencia, el Card. Stanisław Ryłko, por haberme invitado a participar en esta rueda de prensa. Aprovecho la ocasión para agradecer públicamente al Pontificio Consejo para los Laicos por haber promovido este 3er Congreso mundial y con ello pienso que interpreto el sentir también de muchos Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades que hoy enriquecen la Iglesia y la sociedad.
¿Qué se espera el Movimiento de los Focolares – y quizás también los otros Movimientos – de este Congreso?
Ante todo, considero que ha sido convocado en un momento propicio y por varios motivos: Estamos de lleno en el 50° aniversario del Concilio Vaticano II. Y la Iglesia entera, por lo tanto todos nosotros, nos encontramos examinándonos sobre sus grandes intuiciones y su enseñanza. El Vaticano II continúa siendo, y hoy más que nunca, en un modo particular para nosotros los laicos, estímulo y espejo de nuestra función, vocación y responsabilidad en relación a la Iglesia y al mundo contemporáneo.
Otro motivo de estímulo es la persona de Pablo VI, venida en escena con ocasión de su beatificación, con lúcido y a menudo profético magisterio, como Papa del diálogo y como Papa de los laicos.
Otro gran motivo son las preguntas que el Papa Francisco continúa haciendo a toda la Iglesia, como institución y como pueblo de Dios. Por esto también, cuantos formamos parte del Movimiento de los Focolares sentimos el deber de dejarnos interrogar por sus palabras y por sus elecciones. No basta admirar, sino que estamos trabajando para que puedan interpelarnos profundamente, en cuanto a radicalidad, apertura y concreción. .
El programa del próximo 3er Congreso, por lo que sabemos hasta el momento, recorre nuevamente las grandes solicitudes de la Evangelii gaudium. Con esas, el Papa Francisco impulsa y acompaña a la Iglesia hacia la máxima expansión: nos hace penetrar en todas las “periferias”, para las que existimos, con el deber de ofrecer – con nuestro ser y con nuestro actuar – la luz que viene de la certeza de que “Dios nos ama inmensamente”.
Querría referirme brevemente a nuestra Asamblea general, realizada hace dos meses con la participación de casi 500 representantes de 137 naciones, de todas las ramas, generaciones y diálogos que constituyen el Movimiento, y que prácticamente se concluyó el pasado 26 de septiembre con la Audiencia privada con el Papa Francisco.
En esa ocasión, el Papa Bergoglio, recorriendo el camino de la Iglesia llamada a una nueva evangelización a 50 años del Concilio Vaticano II, quiso dar en consigna al Movimiento tres “verbos”. En ellos descubro una prospectiva que – me parece – puede inspirar, solicitar e interesar también a otras realidades asociativas de la Iglesia.
Primero: contemplar. Contemplar a Dios y vivir en compañía de los hombres; perseverar en el amor recíproco, dijo el Papa citando un escrito de nuestra fundadora Chiara Lubich, la cual – decía – «inspirada por Dios como respuesta a los signos de los tiempos» escribió: “He aquí el gran atractivo de nuestro tiempo: penetrar en la más alta contemplación y permanecer mezclados entre todos, hombres junto a los hombres”.
Segundo: salir. Cito: «Salir (…) para comunicar generosamente a todos el amor de Dios » con respeto, gratuidad y creatividad. «Para esto es necesario hacerse experto en ese arte que se llama ‘diálogo’ y que no se aprende barato. No podemos contentarnos con medias medidas», sino «con la ayuda de Dios, apuntar a lo alto y ampliar la mirada». Salir con valentía a donde están los «gemidos de nuestros hermanos, las llagas de la sociedad y los interrogantes de la cultura de nuestro tiempo».
Tercero: hacer escuela. El Papa Francisco recordó la expresión de Juan Pablo II en la Novo millennio ineunte, con la que invitaba a toda la Iglesia a ser “casa y escuela de comunión” (cfr. n. 43). Y añadió: «Vosotros habéis tomado en serio esta consigna. Es necesario formar, como exige el Evangelio a hombres y mujeres nuevos y para ese fin se necesita una escuela de humanidad con la medida de la humanidad de Jesús. (…) Sin una adecuada obra de formación a las nuevas generaciones, es ilusorio pensar en poder realizar un proyecto serio y duradero al servicio de una nueva humanidad ». Hay que formar a “hombres-mundo”, dijo citando una expresión «que Chiara Lubich había acuñado en su tiempo y que sigue siendo de gran actualidad… Hombres y mujeres con el alma, el corazón, la mente de Jesús y por esto, capaces de reconocer y de interpretar las necesidades, las preocupaciones y las esperanzas que se albergan en el corazón de cada hombre ».
Estos tres verbos se funden después con las tres palabras que habían emergido de la Asamblea general de los Focolares, tratan de captar lo esencial de las 3.650 instancias que se habían recibido en los meses de preparación de las comunidades de los Focolares de todo el mundo y ofrecer pistas y orientaciones para el futuro. Tres palabras que indican en extrema síntesis el compromiso y las prospectivas del Movimiento en los próximos años: “en salida, juntos, oportunamente preparados“.
Este próximo 3er Congreso de los Movimientos Eclesiales y de las nuevas Comunidades se coloca en una historia común y fecunda, que ha visto a los Movimientos nacer, desarrollarse y dar la propia aportación a la Iglesia y a la humanidad según el carisma específico del que cada uno era portador. Pero no solo. Muy a menudo, particularmente a partir del momento de fundación de Pentecostés ’98, ha visto también a varios Movimientos y/o comunidades juntas colaborar en algunos proyectos y en distintas ocasiones.
El Pontificio Consejo para los Laicos nos ha acompañado siempre, en este trabajo común dándonos así la garantía de que cuanto aportaba cada Movimiento servía para la realización de un proyecto a beneficio de todo el cuerpo eclesial, vigilando siempre con amor y discernimiento para valorizar lo bueno y hacer caer cuanto fuera accesorio. Cuántas veces el Movimiento de los Focolares se ha sentido sostenido en el colaborar con su carisma de la unidad a los más variados encuentros, a veces complejos, como por ejemplo las Jornadas de la Juventud o los Congresos de los Laicos, como el de Corea…
Nos auguramos que el próximo Congreso, para continuar con esta trayectoria, signifique un paso de madurez, es decir, que reflexiones y comparaciones, comunión de éxitos y de derrotas, de experiencias y de proyectos, pongan las condiciones para que Dios, Señor de la historia, pueda sacar de él no sólo frutos de comunión y de enriquecimiento recíproco, sino el fruto de orientar mayormente a todos, y a todos juntos, a mirar y a vivir siempre y con alegría renovada, por el único gran fin de la Iglesia de Cristo: “Padre que sean una sola cosa… que todos sean uno” (Jn 17,21). Éste es el “sueño de Dios”. Esperamos saber responder a las expectativas más profundas de los hombres y de las mujeres de hoy y contribuir para hacer de la humanidad una sola gran familia.
Con esta disposición nos preparamos a encontrarnos con todos los participantes del Congreso».
De la intervención de Maria Voce en la rueda de prensa de presentación del 3er congreso de Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades
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