« ¿Una impresión espontánea de lo que ha vivido en estos días? Me parece que ha sido un encuentro de verdadera y profunda comunión. Y esto se pone aún más de relieve si pensamos de dónde hemos partido, porque desde el ’98 – cuando el Papa San Juan Pablo II, en el recinto sagrado de San Pedro, casi debió pedir a los Movimientos que se pusieran de acuerdo entre ellos, que se amaran, se conocieran, se estimaran, colaboraran entre sí – hemos llegado al punto que ahora verdaderamente ya no se advertía a qué Movimiento se pertenecía, gracias a la fraternidad que existía entre todos.
Era bellísimo ver a los Movimientos nacidos hace poco que buscaban a los Movimientos más antiguos no para hacerse controlar, sino para pedir su ayuda, su pensamiento, también su parecer sobre sus obras, para ver juntos cómo llevar adelante las cosas. Y los Movimientos más antiguos buscaban a los Movimientos más jóvenes, a los recién nacidos, no tanto para ver si funcionaban, si iban bien, etc., sino para gozar porque había nacido una nueva vida. Por lo tanto, era todo un gozo de los frutos los unos de los otros, experimentar este ser una cosa sola en la Iglesia. Me ha parecido verdaderamente un paso importantísimo, una verdadera comunión, una verdadera fraternidad, donde todos éramos hermanos, más grandes, más pequeños, pero todos hermanos.
Por esto, cuando después fuimos juntos a encontrarnos con el Papa, el captó este aspecto y nos lo expresó también en su discurso, en él se sentía la alegría de haber podido participar, de haber podido experimentar esta comunión que habíamos tenido entre nosotros.
En el fondo era éste el don que queríamos ofrecerle: esta comunión, y él lo subrayó fuertemente en su discurso, invitándonos a llevarla adelante y definiendo precisamente la comunión como el sello del Espíritu Santo. Por lo tanto ha sido una confirmación y un estímulo fuerte para ir adelante en esta dirección. Después el Papa retomó el discurso del salir, del no detenerse en el propio recinto, una idea fundante que está presente en todos sus discursos.
Me he preguntado entonces ¿qué querrá significar esto para nosotros como Movimientos, este paso nuevo que tenemos que descubrir cómo darlo? Ciertamente, cada vez más en esta comunión con la Iglesia; pero, precisamente porque hemos llegado a esta unidad profunda entre los Movimientos, quizás Dios nos pide ahora que nos abramos más saliendo hacia los Movimientos que pertenecen a otras Iglesias, no católicas, porque ahí también hay experiencias muy fuertes de personas que viven como nosotros el Evangelio y que testimonian esta vida. Conocerles también, abrirse más, podría contribuir a una comunión más amplia y, ¿por qué no?, también a acelerar el momento de la unidad de todos los cristianos. Ésta podría ser una pista, tal vez, aún por abrir.
Y otra cosa que querría subrayar es ésta: la salida hacia una unidad más vital entre “pastor” y “grey”, en la medida de lo posible. De hecho, había muchos pastores presentes, obispos, sacerdotes, tanto pertenecientes como no pertenecientes a los Movimientos. Me parece que la salida que Dios nos pide ahora es hacer una comunión aún más profunda entre los laicos y el clero, tanto con el clero que pertenece a los Movimientos, que por lo tanto ya está profundamente unido al propio Movimiento, pero quizás todavía no con esta comunión horizontal del clero con todos los Movimientos; como también para buscar las formas más adecuadas para que no exista separación entre la parte eclesiástica y la parte laica en los distintos Movimientos y tampoco en su conjunto».
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