Movimiento de los Focolares

Padre Foresi: cómo vivir la humildad

Ago 29, 2015

Considerado co-fundador del Movimiento de los Focolares, lo recordamos dos meses después de su fallecimiento con una respuesta que se refiere a la virtud de la humildad y cómo vivirla.

Pascual Foresi intervino en numerosas ocasiones a través de su palabra y sus escritos para presentar la teología del carisma de Chiara Lubich en su dimensión social y espiritual, subrayando con competencia la novedad, tanto de su vida como de su pensamiento. El período entre los años 1990 y 1998 fue para él especialmente intenso, respondió, en muchas ocasiones, a las numerosas preguntas de los miembros del Movimiento de todas las vocaciones y de las más variadas proveniencias geográficas y culturales. En una de estas intervenciones, le contestó a quien le pedía un consejo sobre cómo vivir la humildad[1]: «Vivir la humildad significa sencillamente aceptar que somos lo que somos –responde Foresi-. Todos nosotros somos pecadores. Si alguno dice “Yo no soy pecador”, miente. Por lo tanto siempre podemos ser humildes. Me parece que el esquema que hizo San Benito está lleno de sabiduría y me ha ayudado a vivirla. Podría sintetizarse de esta forma: El primer paso para ser humildes es aceptar las humillaciones, las mortificaciones. Si en un momento dado alguien habla mal de ti en tu oficina, en tu ambiente de trabajo, quizás debido a una incomprensión por parte de otra persona, o por una auténtica calumnia… Es necesario saber aceptar estas tribulaciones y dificultades. El segundo paso es amar estas humillaciones, que es algo más que aceptarlas. Esto vale por ejemplo cuando hemos dado la vida por otros y surgen en la comunidad acusaciones, juicios precisamente de parte de esas personas por las que hemos hecho tanto. A menudo son críticas que tienen algo de verdad, pero son exageradas. Es difícil amar tales humillaciones, pero son importantes para crecer en la vida de Dios. El tercer paso es preferir las humillaciones: no sólo amarlas, sino estar contentos. Como por ejemplo cuando alguno habla mal de ti y dices: “Esta es una gracia de Dios que recibo en este momento…”. Este es el grado más alto al que todos debemos tender, porque nos hace entrar en esa humildad a la que tenemos acceso. Obviamente, cuando es posible, las calumnias se tienen que aclarar, pero siempre con desapego, viviendo el Evangelio, el cual nos dice, por ejemplo: “Bienaventurados, cuando mintiendo, hablen mal de ustedes por mi causa. Alégrense y gocen porque grande será su recompensa en los Cielos”». [1] Pasquale Foresi – COLLOQUI, domande e risposte sulla spiritualità dell’unità, Città Nuova Editrice, Roma 2009, pag. 64.

___

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a la Newsletter

Pensamiento del día

Artículos relacionados

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

En abril de1984 pocos días después de la conclusión del Jubileo extraordinario de la Redención, se celebró el Jubileo de los jóvenes que contó con la presencia en Roma de 300.000 chicos y chicas. El 12 de abril, Chiara Lubich, fundadora del Movimento de los Focolares, impartió una catequesis sobre “La alegría” a los jóvenes en la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, un extracto de su intervención.

Paolo Rovea, una vida en Dios

Paolo Rovea, una vida en Dios

El 3 de julio de 2025, Paolo Rovea, médico y focolarino casado italiano concluyó su vida terrenal. Tras su fallecimiento, llegaron numerosos mensajes de todo el mundo, formando un mosaico único y rico, al igual que el propio Paolo.

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

La parábola del buen samaritano nos enseña no solo a estar cerca, tocando las heridas de quienes nos rodean y derribando los muros de los prejuicios, sino que a través de esta Palabra comprendemos el arte de la compasión y la infinita misericordia con la que Dios nos abraza, nos cuida, dejándonos libres para abandonarnos a su amor.