La espaciosa aula del “Centro para la Transferencia del conocimiento” de la Universidad Católica de Lublín Juan Pablo II, acogió el Congreso Conflicts, Dialogue and Culture of Unity (3-4 de junio de 2016). Se desarrolló bajo el signo de la “transmisión” del conocimiento mediante el diálogo académico entre los 180 participantes, entre profesores e investigadores de distintas disciplinas del área de las Ciencias Sociales, con 95 aportes. Una interacción que se construyó también a través de las preguntas e inquietudes, compartiendo así el esfuerzo de la investigación. Un don entre especialidades, pero también entre generaciones y áreas geográficas de Europa, abiertas a los desafíos del mundo. El Congreso se abrió con la intervención de Jesús Morán, copresidente de los Focolares, con el título “La cultura de la unidad y algunos grandes desafíos de la humanidad de hoy”, en el que retomó las consideraciones que llevaron a otorgar hace 20 años a Chiara Lubich el Doctorado honoris causa en Ciencias Sociales, por parte de la Universidad Católica de Lublín, en junio de 1996. En la Laudatio que hizo entonces el prof. Adam Biela se precisaba la motivación: el carisma de la unidad «es una actualización concreta y práctica de una nueva visión de las estructuras sociales, económicas, políticas, educativas, de las relaciones religiosas, que aconseja, recomienda, sugiere, educa y promueve la unidad» entre las personas. Y percibió, en la inspiración revolucionaria de Chiara Lubich, evidente a partir de los años ’40, los elementos de un nuevo paradigma de las Ciencias Sociales, tanto que ideó el inédito concepto de paradigma de la unidad. El Congreso de Lublín, 20 años después, fue «un encuentro complejo e interesante», según el parecer del prof. Italo Fiorin, Presidente del curso de licenciatura en Ciencias de la Formación, de la Universidad de Lumsa, Roma. «Ante todo por el tema, basado en tres palabras vinculadas entre sí. Conflicto: mediante una reflexión sobre la situación del mundo, no catastrófica pero problemática, estimulando así la responsabilidad. Diálogo, como vía para conducir y traducir el conflicto en algo nuevo, a través de una acción positiva. Unidad: como resultado del diálogo, que no se manifiesta a través de un pensamiento único, sino en la conquista de una mayor conciencia de la propia identidad». «Desde hace 200-300 años el saber se ha dividido en muchos campos», afirma la neuro científica Catherine Belzung, de la Universidad de Tours, Francia. «Pero la actual fragmentación no permite el progreso. Ha llegado el tiempo del diálogo también entre las disciplinas y aquí hemos visto que es posible, deseado y eficaz. En mi campo ya se han hecho muchos descubrimientos que demuestran que el progreso sólo es posible amplificando el saber mediante el diálogo interdisciplinario. El pensamiento de Chiara Lubich me parece que es el paradigma que hay que tener delante cuando me intereso por la investigación interdisciplinaria porque es “un paradigma trinitario”: cada disciplina sigue siendo distinta, pero debe tener dentro de sí el conocimiento de las otras disciplinas, para ser a su vez transformada y de esta forma proseguir el diálogo. Pienso que el modelo de unidad y distinción, que ya se propuso en el campo espiritual, puede ser transferido al campo del diálogo interdisciplinario muy fácilmente». El prof. Marek Rembierz, pedagogo de la Universidad de Silesia, Katowice, Polonia, confirmó diciendo: «Me resulta muy interesante pensar en una dimensión interdisciplinaria. Esto requiere un cambio de mentalidad notable: modificar el lenguaje de la ciencia, de la cultura, con el lenguaje del corazón. Ha sido una fuente de inspiración para los participantes y puede serlo para la vida social de las personas». Gianvittorio Caprara, catedrático de Psicología y neurociencias sociales, de la Universidad La Sapienza, de Roma agregó: «Chiara Lubich ha tenido intuiciones particularmente felices y fecundas. Fecundas porque han inspirado un trabajo, un movimiento; ahora inspiran este congreso y proyectos de investigación. Un descubrimiento especial para mí ha sido la fecundidad de la categoría de la fraternidad, precisamente en una sociedad como la nuestra, en donde el riesgo más grave es el de ya no tener hermanos. Animo a los Focolares a insistir todavía más en la investigación sistemática del conocimiento para que la acción llegue a ser más transformadora y eficaz». «Con respecto a la fraternidad –prosigue Fiorin- el prof. Stefano Zamagni hizo en su intervención una lectura fascinante de la Economía de Comunión y la vinculó también con la política. Considero que dicha lectura se puede transferir también a la educación para inspirar un vínculo educativo y didáctico y que conduzca a soluciones didácticas importantes. Es un terreno que vale la pena profundizar y al cual pretendo dedicar mi atención». La conclusión del Congreso estuvo a cargo del prof. Biela, Daniela Ropelato vicerrectora del IUS y Renata Simon del Centro internacional de los Focolares. Para dar continuidad al diálogo interdisciplinario, que ha permeado todo el congreso, ofrecieron una indicación fuerte que proviene de un pensamiento de Chiara Lubich: «Para acoger en sí el Todo es necesario ser nada como Jesús Abandonado (…) Hay que ponerse ante los demás en la disposición de aprender, dado que realmente hay siempre algo que aprender. Sólo la nada recoge el todo en sí y estrecha a sí cada cosa en unidad». Un estímulo a cooperar con competencia, sabiduría y capacidad dialógica también y precisamente en el plano académico.
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