La celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en La Habana tiene como uno de sus momentos fuertes el Festival de Jóvenes, evento que en este año ha llegado a su tercera edición. Nacido hace dos años como una idea para involucrar a los jóvenes más activamente en el movimiento ecuménico, el festival empieza a “ganar cuerpo” y convertirse en una cita permanente de los jóvenes cristianos de La Habana, animado principalmente por los sectores juveniles del Movimiento de los Focolares, de la Comunidad de San Egidio y del Consejo de Iglesias de Cuba. Inspirados en el tema de la Semana de Oración 2017, “El amor de Cristo nos apremia” (2 Co 5, 14), tomado como tema del festival, los números de danza, música y dramatización han compuesto esta edición, que ha contado con la presencia de aproximadamente 150 jóvenes, provenientes de varias comunidades, de una decena de denominaciones cristianas, que se reunieron el domingo pasado en la sede de la Comunidad de San Egidio, en el centro histórico de la capital cubana.
El evento fue respaldado por la presencia de representantes del Consejo de Iglesias de Cuba y de Mons. Juan de la Caridad García, arzobispo de La Habana, quien ha transmitido un breve mensaje, animando a los jóvenes a reconocerse como miembros de un mismo cuerpo. Una característica fuerte que se evidenciaba este año era la familiaridad entre los protagonistas de la actividad. Ya no era un espectáculo en el que cada iglesia o comunidad se hacía presente a través de un número –formato en que ha nacido el festival– sino una celebración realizada por un grupo de personas que se conocen y mantienen una relación, relación que ha sido alimentada entre un festival y otro por medio de encuentros, cenas, conmemoraciones, ayuda recíproca. De hecho, se veía un grupo dedicado a la animación del festival formado por católicos, bautistas, pentecostales, mientras jóvenes de diversas iglesias hacían un coro para acompañar a la canción presentada por un católico, o la dramatización ideada por una joven pentecostal y ejecutada por un grupo de muchachas católicas. La impresión es que el deseo y la fe en la posibilidad de vivir la unidad, ya son una realidad; de ahí la propuesta surgida espontáneamente en dos conversaciones distintas al final del festival: ‘para el próximo año, deberíamos hacerlo en un teatro público’. Es la expresión natural del deseo de transformar en testimonio para otros la realidad ya experimentada. La Habana, 22 de enero de 2017
Involúcrate para hacer la diferencia
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