“Estamos asistiendo a la primavera ecuménica de Praga”. Estas palabras, del Obispo rumano ortodoxo de Serbia, Daniil, expresan muy bien la intensa experiencia de comunión vivida del 20 al 27 de septiembre en Praga, encrucijada en el corazón de Europa, por 43 Obispos de 18 Iglesias, provenientes de 17 naciones de 4 continentes, reunidos por el 26° Congreso anual. Las próximas citas: 2008 en el Líbano, afligido por graves tensiones; 2009 en Wittenberg (Alemania), ciudad-símbolo del protestantismo. En sus celebraciones y reflexiones, los obispos se concentraron en el actual vuelco histórico, convencidos de que, por el hodierno esfuerzo de la humanidad, podrá nacer en las Iglesias un compromiso aún mayor para llevar la luz del Evangelio al mundo. “Mi noche no tiene oscuridad: por una cultura de la resurrección”, ha sido el tema del Congreso, ilustrado con una conversación preparada por Chiara Lubich. En el diálogo conclusivo, los Obispos afirmaban unánimemente que se había cumplido el augurio expresado por la fundadora de los Focolares: “¡Que vivan en la luz!”.
El “Domingo Ecuménico”, celebrado en la Repúblíca Checa el 23 de septiembre, ha sido el vértice de la semana, rica de reflexiones bíblicas, de encuentros y visitas a las varias Comunidades cristianas, sin olvidar los tesoros artísticos y culturales de Praga. En el centro, dedicado a Madre Teresa de Calcuta, los Obispos se encontraron con 400 exponentes de la vida civil y eclesial de la ciudad: entre ellos, Católicos, Ortodoxos, Luteranos, Evangélicos, Metodistas, Bautistas, Vetero-católicos, Pentecostales, Husitas y miembros de la Iglesia de los Hermanos. “Europa estaba saliendo del siglo XX con muchas heridas interiores y exteriores – ha dicho en esta ocación el Obispo Christian Krause, ex-presidente de la Federación Luterana Mundial y, como tal, firmante de la Declaración conjunta católico-luterana sobre la justificación – pero Dios ha intervenido”. Y recordó “la revolución de terciopelo” de Praga y la caída del muro de Berlín, así como la firma de la Declaración, sellada en 1999 en Augsburgo (Alemania), la cual hizo caer barreras seculares entre las dos denominaciones. Ejemplar el compromiso de los cristianos por la reconciliación y con el fin de dar un testimonio común, sin espíritu de rivalidad en el seno de la sociedad post-comunista, expuesto por el Presidente del Consejo Ecuménico nacional de las Iglesias, Dr. Pavel Cerny y por el Obispo católico Frantisek Radkovsky. Un largo aplauso subrayó la intervención de algunos Obispos participantes en el Congreso, que ofrecieron el testimonio de la profunda comunión que los une en la caridad fraterna, “con Cristo en medio nuestro”. “Volveré a Australia y llevaré a las otras Iglesias en mi corazón. Caminaré de la mano con los otros Obispos”, asegurò el Obispo anglicano David Murray de Perth. “Realizamos un ‘diálogo de la vida’ -dijó el Card. Miloslav Vlk, Arzobispo de Praga y promotor del Congreso- poniendo el acento en aquello que tenemos en común, empezando por el bautismo.
No ignoramos las dificultades que existen en las Iglesias y entre las Iglesias, pero experimentemos que el amor evangélico, sobre todo el amor a Jesús crucificado y abandonado, nos da nuevas fuerzas para construir la comunión allí donde vívimos”. Se puso de relieve el aporte de los cristianos a la construcción de Europa, emergido en el mes de septiembre durante la gran IIIª Asamblea Ecuménica Europea en Sibiu (Rumanía), promovida por las Iglesias de Europa (CCEE, Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas y Kek, Conferencia de las Iglesias cristianas de Europa) con la participación de 3000 delegados, y también en la Manifestación “Juntos por Europa” del 12 de mayo pasado en Stuttgart (Alemania), organizada por movimientos y comunidades de distintas Iglesias del viejo continente. En el curso del Congreso fueron impactantes los testimonios de sacerdotes y laicos que, nutridos con la espiritualidad de los Focolares, ya desde los años 60, tiempo de persecución,
sostuvieron a la Iglesia en la entonces Checoslovaquia, irradiando la vida del Evangelio. Otro momento de gran intensidad espiritual se vivió en la Catedral, con la celebración de la Misa católica, en la historica capilla de San Wenceslao, donde los Obispos recordaron a los santos y a los mártires de los inicios de la nación checa y a los testigos víctimas del nazismo y del comunismo. En este momento los Obispos se propusieron reconocer el rostro del Crucificado en la propia historia personal y en la de sus Iglesias, eligiéndole nuevamente a Él, que sólo puede conducir a los cristianos a la comunión tan esperada.
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