Movimiento de los Focolares

Vamos por más

Sep 25, 2018

When the game of love for God and our neighbours becomes a daily exercise, in our hearts there is no longer any room for half measures.

Era un día nublado y húmedo. Tenía en mi corazón la sensación de no sentirme lleno. El día anterior había celebrado mi cumpleaños y me había propuesto hacer de todo para que este nuevo año brillara como nunca por el amor puesto en cada cosa. Sabía ciertamente que tendría que volver a empezar una y otra vez, pero quería dar lo mejor que pudiera. En agradecimiento a Jesús por el don de la vida, quería confeccionar un regalo que no se aislara en un único momento, sino que se extendiera por todo el año. El pro­yecto era ambicioso, pero estaba seguro de que Jesús mismo me iba a ayudar. Sin embargo ese día, caminando rumbo a una cita, me daba cuenta de que en mi corazón había una nube: me había permitido –silen­ciosamente– un juicio sobre una persona que me había defraudado una vez más. Poco importaba si yo tenía razón o no. En mi corazón había quebrado la caridad. Un dolor grande me invadió. ¿Cómo era posible? Mientras caminaba me encontré con un muchacho que a menudo cruzo en mi camino. No era muy atrayente, ya que estaba sucio, poco cuidado, y la botella en su mano hablaba por sí sola. Estaba temblan­do del frío y descalzo. No me dijo nada, simplemente me miró. Lo saludé lo más cordialmente que pude, pensando que con eso todo estaba hecho. Sin embargo, la parábola del buen samaritano se me cruzó por la cabeza. ¿Era yo uno de esos fariseos? ¿O me dejaría interpelar por ese rostro de abandono? Me saqué el pullover y volví sobre mis pasos: “¿Tenés frío?” “Sí, mucho”. “Tomá, probá si te anda mi pullover”. Su desconcierto era completo, casi no osaba tocar la prenda, sus manos verdaderamente estaban necesitadas de una bue­na limpieza. “Coraje, veremos si te anda”. La medida era perfecta y su rostro parecía el de un niño en una noche de Navidad frente al árbol. Lo saludé y continué mi camino, ciertamente con un poco más de frío, pero contento. Estaba esperando el momento de encontrarme con mi amigo con el cual tenía cita, cuando de repente sentí que una voz sutil me decía: “Lindo lo que has hecho, pero es fácil sacarse una prenda y dejar aquel juicio que hiciste flotando en el aire. Quiero reconciliación”. “Pero Je­sús, ni la persona se ha dado cuenta…”. “Yo sí, y yo estuve presente en aquella persona”. No había argumento que valiera. Por lo tanto, al volver a casa llamé por teléfono al involucrado para hablar acerca de lo que había sucedido. En una serena conversación la unidad plena se reconstruyó, aunque hubiera sido rota solamente por mi parte. Cuando concluyó la llamada, en mi corazón la paz había vuelto de manera plena e inconfundible. Dos horas más tarde tocaron el timbre de casa. Era una amiga muy querida que me traía un regalo desde su ciudad. La sorpresa fue enor­me: yo había dado a Jesús presente en ese pobre mi pullover, uno de esos que uno quiere tanto, y ahora me llegaba por medio de mis ami­gos un hermoso regalo de cumpleaños: ¡un pullover! Parecía como si Jesús me dijera: todo OK, ¡vamos por más!   Da “La vida se hace camino”, Urs Kerber, Ciudad Nueva Ed., Buenos Aires 2016, pp 41-42

___

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a la Newsletter

Pensamiento del día

Artículos relacionados

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

Chiara Lubich a los jóvenes: la alegría de los primeros cristianos

En abril de1984 pocos días después de la conclusión del Jubileo extraordinario de la Redención, se celebró el Jubileo de los jóvenes que contó con la presencia en Roma de 300.000 chicos y chicas. El 12 de abril, Chiara Lubich, fundadora del Movimento de los Focolares, impartió una catequesis sobre “La alegría” a los jóvenes en la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, un extracto de su intervención.

Paolo Rovea, una vida en Dios

Paolo Rovea, una vida en Dios

El 3 de julio de 2025, Paolo Rovea, médico y focolarino casado italiano concluyó su vida terrenal. Tras su fallecimiento, llegaron numerosos mensajes de todo el mundo, formando un mosaico único y rico, al igual que el propio Paolo.

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

Vivir el Evangelio: El coraje de detenerse

La parábola del buen samaritano nos enseña no solo a estar cerca, tocando las heridas de quienes nos rodean y derribando los muros de los prejuicios, sino que a través de esta Palabra comprendemos el arte de la compasión y la infinita misericordia con la que Dios nos abraza, nos cuida, dejándonos libres para abandonarnos a su amor.