Sorpresa a la llegada de María Voce y Giancarlo Faletti a Eslovenia: los esperaba un grupo de friulanos y eslovenos con rostros sonrientes y flores. Un espectáculo insólito, dado que estos dos pueblos desde 1918 han atravesado dificultades recíprocas debido a las guerras mundiales. Las ideas evangélicas de los Focolares han sabido superar el pasado, y es por ello que se siente el clima de fiesta finamente caluroso tal como es el pueblo esloveno.
Una comunidad fortalecida por los largos años de fidelidad, incluso en medio del sufrimiento y que María Voce, encontrándose después con los representantes de las distintas secciones del Movimiento, consideró “madura”, porque “sólo con la forma de presentarse”, de ser, notó cuán radicada está “en el amor recíproco, que une a unos y otros”.
Este es un pueblo pequeño, como su extensión territorial, pero decidido y concreto en la experiencia evangélica. Entre las iniciativas, además de la vivacidad de los jóvenes quienes se reunieron con 600 coetáneos para presentar la figura de Chiara Luce Badano, una gen que fue beatificada hace poco, emergió como experiencia original el contacto constructivo con otros Movimientos católicos, sin los cuales “la iglesia no puede avanzar”, como dijo recientemente el arzobispo de Liubliana, y con los fieles de otras iglesias cristianas y de otras religiones.
El pasado 20 de junio los principales representantes de las religiones presentes en Eslovenia, firmaron e hicieron un llamado público a favor de la libertad religiosa, ante una tendencia laicista cada vez más difundida. Miles de personas, por primera vez, se manifestaron en defensa de los valores de la familia y contra una legislación que le sea adversa. Iniciativas en las cuales la comunidad del Movimiento está comprometida con convicción, apuntando a ese “tipo de relaciones que conforma a la familia, a ese espíritu evangélico que es el espíritu de la familia”, como subrayó María Voce al final del primer día en tierra eslovena.
Otro momento muy significativo fue la visita de María Voce y Giancarlo Faletti, el 2 de agosto, a una iniciativa de considerable trascendencia educativa, además de espiritual: se trata de la guardería “Rayo de Sol”, en la ciudadela histórica de Skofja Loka, a 25 kilómetros de la capital. Una localidad inmersa en medio de la vegetación, donde domina un castillo –uno de los dos mil que tiene el estado- que fue la morada veraniega de los antiguos patriarcas de Aquileia.
28 educadores – de los cuales unos veinte son de los Focolares-, llevan adelante desde el 2003 un proyecto educativo para 120 niños, de los seis meses a los seis años, basado en la espiritualidad comunitaria de Chiara Lubich.
Es sorprendente constatar cómo de la experiencia evangélica haya nacido un proyecto-piloto que prevea una educación a la vida basada en relaciones de amor recíproco y de respeto, de escucha, en donde se ven involucrados, en forma distinta, los padres además de los mismos niños.
Si bien no se hace catecismo en forma tradicional, se presenta la figura de Jesús, nacido también él en la sencillez de una familia; una figura que acompaña el crecimiento de estos niños, abriéndolos a la fe.
Una experiencia exitosa de la que nacen solicitudes de abrir otras guarderías según este modelo. Sin embargo pocos saben cuánto sufrimiento –el estado apoya muy poco la iniciativa- está en su raíz.
María Voce, exhortando a los educadores a “escribir su extraordinaria experiencia”, no hizo más que valorar el significado de una obra que está comprometida a educar a los niños en una dimensión de relaciones basadas en el mandamiento de Jesús “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”. Un momento histórico para la guardería “Rayo de sol”: un nombre que habla de la sensación que se experimenta visitándola. María Voce, en medio de la alegría general, señaló como protectores a dos hermanos focolarinos que tuvieron un amor intenso por la juventud: Camilla y Vincenzo Folonari.
Del enviado Mario Dal Bello
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