¿Quiénes “forman a los formadores”? ¿Quiénes y cómo, en especial, acompañan la delicada misión de seminaristas y sacerdotes en la trayectoria de su formación pastoral? ¿Cómo ayudar a seminaristas, diáconos y sacerdotes a ser “ministros capaces de enardecer el corazón de la gente, de caminar con ellos en la noche, de entrar en diálogo con sus ilusiones y desilusiones, de recomponer su fragmentación” (Discurso del Papa a los Obispos de Brasil, 27 de julio de 2013)? Preguntas válidas para todas las comunidades cristianas que ya habían surgido en el Concilio Vaticano II, y abren y exhortan a la creación de escuelas de formación a la espiritualidad de comunión. Historia. En 1966 nació en Grottaferrata (Roma), la Escuela sacerdotal del Movimiento de los Focolares, que luego, en 1974, se trasladó a Frascati, para finalmente establecerse, en 1984, en la ciudadela internacional de Loppiano, hoy con el nombre de Centro de espiritualidad Vinea Mea. La intención es ofrecer una formación unificada para sacerdotes, diáconos y seminaristas que ponga en el centro la fraternidad vivida. Una escuela de vida para hombres de todo el mundo llamados a anunciar el Evangelio, para formarse en una vida de comunión con los propios Obispos, con los demás sacerdotes, con los laicos de las respectivas parroquias, con hombres y mujeres de todo credo y cultura, según el deseo expresado en 1966 por Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, ante los participantes en la escuela de Grottaferrata: «… Saber posponerlo todo, despojarse de cualquier pretensión de poder, para asegurar la presencia de Jesús entre ustedes, viviendo como niños por el Reino de Dios. De esta forma [nacerá] una pastoral “nueva” y unos sacerdotes “nuevos”: sacerdotes-Cristo por la humanidad, dispuestos a dar la vida por todos». En sintonía con lo que el Papa Francisco varias veces ha subrayado hoy a los sacerdotes: salir hacia las “periferias existenciales”. Desde 1966 hasta hoy, bajo la guía de muchos sacerdotes, empezando por el Padre Silvano Cola, se formaron más de 4.000 sacerdotes y seminaristas entre los 20 y los 75 años, de varias iglesias y de unos sesenta países de toda parte del globo. Una experiencia que, por el compromiso de vivir cada día el amor evangélico, quiere ser una experiencia que forma “sacerdotes de comunión” al servicio de los demás.
Después de casi dos años de reestructuración, la escuela volvió a abrir sus puertas en octubre de 2013. Ahora el Centro de Espiritualidad acoge el desafío de conjugar lo antiguo y lo moderno, la dimensión comunitaria y la tradición secular de la iglesia, tanto en las modalidades de formación de la comunidad como en la misma arquitectura. “Vinea Mea – explica el Padre Imre Kiss, actual responsable del Centro – ofrece una formación permanente a la luz de la espiritualidad de comunión del Movimiento de los Focolares. La escuela, que dura un año, prevé cursos de espiritualidad, teología, antropología, eclesiología, además de talleres sobre temas de actualidad (jóvenes, familia, comunicación, diálogo con las culturas y religiones). Compartiendo la vida en pequeñas comunidades, tratamos de responder a la exigencia expresada por muchos sacerdotes, es decir, la de experimentar, en lo concreto, una espiritualidad fundada en la comunión, para luego transmitirla a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. El Centro trabaja en sinergia con estructuras parecidas presentes en otras ciudadelas del Movimiento de los Focolares: en Polonia, Alemania, Kenia, Brasil, Filipinas y Argentina. Además promueve a menudo cursos y talleres anuales dirigidos a los educadores de los seminarios para sostener y difundir un estilo de vida sacerdotal basado en la comunión. En noviembre de 2016, el Centro Vinea Mea dio su aporte para la inauguración del Centro Evangelii Gaudium (CEG). El mismo, proyectado y realizado en colaboración con el Instituto Universitario Sophia, constituye una propuesta como respuesta a la invitación del Papa a dar un nuevo impulso a la obra de renovación necesaria a la nueva etapa de evangelización de la Iglesia, llamada a salir hacia las periferias existenciales de nuestro tiempo. Una de las primeras iniciativas del CEG es el curso de estudio sobre la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, organizado por el Centro de espiritualidad Vinea Mea.
Hoy quiero sonreír más
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