“Las victorias militares de por sí valen poco. Lo importante es lo que se construye sobre ellas”. (José Figueres Ferrer[1] – 1949). De hecho después de la Guerra Civil de 1948, el entonces gobierno de Costa Rica decidió abolir definitivamente el ejército e invertir en educación la mayor parte del presupuesto militar.  Esta decisión, sin duda, ha determinado el carácter y la idiosincrasia del pueblo costarricense: abierto, sencillo, amante del saber y de la paz, generoso. Fue este pueblo que, en 1973, acogió la primera semilla del Ideal de la unidad, haciendo florecer entre grupos de familias, jóvenes, seminaristas, religiosos, niños; profesionales y campesinos, el amor recíproco, devolviendo a todos el auténtico sentido de la vida, de Dios y fascinándolos con la Luz del Carisma. En 1984 llegó la noticia de que extraordinariamente  se abrirían dos focolares (masculino y femenino), con la consigna de enrolar a “muchos soldados por la unidad”: otro tipo de ejército, por lo tanto. De hecho, a lo largo de estos años han cruzado las fronteras del país para llevar a varias partes del mundo la “revolución del Amor cristiano”. La red de la familia del focolar en Costa Rica se ha hecho cada vez más densa a lo largo de los años, penetrando silenciosamente en las instituciones públicas, en el mundo académico y en los sectores más variados de la sociedad.


[1] Ex – presidente de Costa Rica. Líder de la Revolución de 1948 y promotor del decreto de abolición del ejército.

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