Un alegre grupo de abuelos vinieron a conocer la Mariapolis y a compartir dos días que definieron “de cielo”.
Fue un impacto muy fuerte y positivo en ellos sobretodo ver en los jóvenes (que podrían ser sus nietos) la elección de vida que hacen, los valores que defienden en lo cotidiano y el compromiso genuino a vivir amando.
No se imaginaban que existía un lugar así. Disfrutaron todo.
Les sorprendía y admiraba también la variedad de nacionalidades de proveniencia de los habitantes, subrayando en esto la riqueza.
Fue una posibilidad de intercambio entre generaciones que conmovió a muchos.
En la Misa cantaron para todos, como buen coro de abuelos.
Quieren volver y sin dudas los esperamos con los brazos abiertos.
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