La experiencia de vida en la Mariápolis constituye de por sí un espacio integral de formación en el arte de la convivencia y la cultura de la unidad y la fraternidad. A ello se debe que personas y grupos de todo tipo quieran sumergirse, por períodos más o menos extensos, en este estilo de vida, para practicar luego los principios y los conocimientos que aquí recogen, llevándolos a los distintos ámbitos donde transcurre su vida cotidiana y su compromiso en la sociedad.