Movimiento de los Focolares
Hungría: “País-Puente”

Hungría: “País-Puente”

Hungría, con su identidad bien demarcada es desde siempre un importante puente entre el Este y el Oeste de Europa, después de décadas de comunismo hoy día se encuentra en un momento de profundos cambios. El país está en búsqueda de un nuevo equilibrio entre la salvaguardia de las propias características y la apertura a una dimensión universal. Dirigiéndose precisamente a la comunidad húngara, en su reciente visita, María Voce –actual presidente de los Focolares- invitó a tomar conciencia de los muchos talentos que hay aquí. Donarlos y acoger los de los demás pueblos, aprendiendo a colaborar cada vez más”.

Hungría, gracias a su estratégica ubicación geográfica y a los acontecimientos históricos, ha tenido un papel importante también para los Focolares. Ya en 1956, después de los trágicos eventos de la revolución estallada ese año, el entonces Papa Pío XII, lanzó un llamado a los fieles de todo el mundo, para “hacer volver a Dios a la sociedad”. Ante este llamado Chiara Lubich respondió dando inicio a la aventura de los voluntarios y las voluntarias de Dios. En 1996 Budapest fue el anfitrión del 40° aniversario de ese nacimiento, y en el 2006 del “Volontarifest”, con 12.000 presentes provenientes de 92 naciones.

En 1961, Chiara Lubich, visitando Budapest, quedó impresionada por la situación de la Iglesia obligada a vivir en la clandestinidad. Ese año se abrió el focolar en Viena, desde donde se hacían viajes a Hungría, entre los años ’70 y ’80, para tomar contacto con cuántos habían conocido el Movimiento en Italia y Austria. Las primeras comunidades de los Focolares se remontan a los años del comunismo, cuando, en el ’81-’82 se abrieron también los focolares masculino y femenino en Budapest.

El Movimiento de los Focolares en ese difícil periodo histórico jugó un papel importante en el establecimiento de relaciones entre las personas y asociaciones católicas, contribuyendo a mantener y desarrollar la fe en el país. Fue importante el rol de algunas familias que con generosidad se transfirieron y llevaron la Espiritualidad de la unidad a varias ciudades de Hungría y más allá de sus confines. Y también gracias al compromiso de algunos sacerdotes, la espiritualidad del Movimiento fue penetrando en otros ámbitos, custodiando la frescura y la autenticidad de la vida evangélica.

El sufrimiento común también reforzó la relación entre los cristianos de las tres Iglesias históricas húngaras (católica, reformada y luterana), quienes hoy están comprometidos en dar testimonio de un fructífero diálogo ecuménico.
Como fruto tuvieron lugar dos citas históricas: en el 2000 el primer encuentro ecuménico de los jóvenes, organizado por los movimientos juveniles con 3000 participantes, y un segundo, en el 2003, con 16.000. La Espiritualidad de la unidad se ha difundido también a través de los libros y la revista Új Város.

Se imprimen 15.000 copias de la Palabra de Vida, y se publica en semanarios, en la web y es transmitida por radio.

La historia ha preparado también a los Focolares del país mangiaro a ser promotores de algunas iniciativas que dan testimonio del compromiso de construir fragmentos de fraternidad a nivel local e internacional, promovidas por niños, adolescentes, jóvenes y adultos: “72 horas sin componendas”, “Red proyecto Paz”, “Fuertes sin violencia”, “Misión para la ciudad”, “Run for unity”, “Semana Mundo Unido”. Esta última iniciativa tuvo lugar en el 2010 en la simbólica ciudad de Esztergom, donde trescientos jóvenes húngaros y eslovacos –en directo por Internet- dieron un fuerte testimonio de paz entre sus naciones, en un momento de tensión política y social.

50 años después de la visita de Chiara a Hungría, María Voce, en el 2011, visitó la comunidad del Movimiento, encontrando sacerdotes, familias y jóvenes. Pudo constatar el compromiso de Familias Nuevas con las parejas jóvenes y la colaboración con otras asociaciones e iglesias para trabajar juntos a favor del matrimonio y de la familia. Se reunió con las personas comprometidas en el Movimiento Humanidad Nueva, que reúne personas que trabajan en ámbitos comunes: salud, economía, política, deporte, pedagogía.

Pero uno de los momentos más importantes será el encuentro con los jóvenes. De hecho el Movimiento en Hungría se prepara para acoger a 12.000 jóvenes de varios países, del 31 de agosto al 2 de septiembre de 2012, para la décima edición del Genfest. De este modo Budapest se convertirá en un laboratorio de unidad para el mundo entero. “Let’s bridge” es el título de la manifestación, que dará la posibilidad a los países de Europa del Este de “construir puentes” haciendo conocer sus propios valores y características. «Debería ser una gran fiesta– dijo María Voce a los jóvenes húngaros en esa ocasión-, debería dar una enorme alegría a los jóvenes que vendrán,… hacerles saborear que no hay nada más bello que la revolución evangélica. Porque revoluciones hemos visto también de otro tipo: en campo artístico, en campo musical… pero hay una sola revolución que ha cambiado nuestra vida y que puede cambiar la vida de muchos otros… la revolución del Evangelio, la única que Dios nos ha hecho realmente con esa fuerza… ¡hagamos todo lo posible para hacerla ver a los demás!».

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Hungría: cuna de los voluntarios de Dios

Hungría: cuna de los voluntarios de Dios

“¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! Resuene este inefable nombre, fuente de todo derecho, justicia y libertad, en los Parlamentos, en las plazas, en las casas, en las oficinas…”. Con el deseo de responder a este sentido llamado pronunciado por Pío XII en un radiomensaje el 10 de septiembre de 1956, debido a la represión en Hungría, Chiara Lubich escribió un mensaje que se convirtió en la “carta magna” de una nueva vocación en el Movimiento de los Focolares: los “voluntarios de Dios”. Hombres y mujeres de todo el mundo –donde está presente el Movimiento-, formados a la espiritualidad de la unidad, que se comprometen a llevar a Dios a la sociedad, con la propia vida, en los varios ambientes donde actúan. Si ha habido –escribe Chiara el 15 de enero de 1957– una sociedad capaz de quitar el nombre de Dios… el amor de Dios del corazón de los hombres. Debe haber una sociedad capar de devolverlo a Su lugar. (…) Exista quien Lo santifica con todas sus fuerzas y se reúna con quienes sienten el mismo llamado para formar un bloque a las órdenes de esa eterna Palabra que nunca nadie podrá borrar de la tierra. Se necesita gente que siga a Jesús como quiere ser seguido: renunciando a sí misma y tomando su cruz. Que cree que esta arma: la cruz, es más potente que todas las bombas atómicas porque la cruz es un pasadizo en las almas, mediante el cual Dios entra en los corazones… Formar un bloque de hombres de todas las edades, condiciones, unido por el vínculo más fuerte que existe: el amor recíproco dejado por el Dios humanado moribundo, como testamento… Amor recíproco que funde los cristianos en una unidad divina… que por sí sola puede oponerse a la unidad provocada por el interés, por motivos de esta tierra, por el odio. Amor recíproco que significa: hechos concretos, proyección de todo nuestro amor hacia los hermanos por amor a Dios.En fin se necesitan auténticos discípulos de Jesús, en el mundo, no sólo en los conventos. Discípulos que voluntariamente Lo sigan, empujados sólo por un amor iluminado hacia Él, en esta hora tenebrosa… Un ejército de voluntarios, porque el amor es libre. (…) Es necesario… edificar una sociedad nueva, renovada por la Buena Noticia, donde resplandezcan con el amor la justicia y la verdad. (…) Una sociedad que testimonie un solo nombre: Dios”.