Movimiento de los Focolares
Valeria Ronchetti: “¡Luz y llama!”

Valeria Ronchetti: “¡Luz y llama!”

Quien tuvo el privilegio de conocer a Valeria Ronchetti (Vale) puede hablar de la extraordinaria fuerza espiritual de esta mujer excepcional.  Así son –si bien diversísimas- todas las primeras focolarinas que empezaron, junto a Chiara Lubich, “la aventura de la unidad”, como amaban definir el ideal que las había fascinado: hacer del mundo una familia; contribuir a la realización de la oración de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn. 17,21)”.

“Es imposible sintetizar la riqueza, la variedad de la vida de Vale quien fuera protagonista en muchas zonas de Europa y de los otros continentes, y en los ámbitos más variados del Movimiento” – escribe María Voce en el mensaje donde invita a los Focolares en todo el mundo a anunciar la desaparición de Valeria Ronchetti.

La vimos prodigarse por el desarrollo de la rama de las Religiosas que adhieren a la Espiritualidad de la unidad; por la comunión entre los Movimientos eclesiales y las nuevas asociaciones; en el mundo del arte, del deporte y de los medios… para citar algunos.

“Vale a menudo contaba su historia en distintas ciscunstancias y todo será recogido, junto a noticias y testimonios, para poder escribir su biografía”, escribe siempre la Presidente. Y es precisamente contando su historia y, en especial el encuentro con Chiara Lubich que, quien la escuchó, no podrá olvidar nunca su saludo: “¡Luz y llama!”, refiriéndose al fuerte descubrimiento –mientras recrudecía la Segunda Guerra Mundial- que “Dios es Amor y nos ama inmensamente”.

“Hemos preparado un perfil –comunica todavía la Presidente- que será leído durante la celebración de su funeral, al cual todos podrán unirse a través de Internet”.

Y como soñaban cuando eran jóvenes en medio de las ruinas de la guerra, reposará junto a aquellos del primer grupo que ya “llegaron”, en el cementerio de Rocca di Papa, en una tumba sobre la cual ondea la frase del Evangelio: “Nosotros hemos creído en el Amor” (1 Jn. 4, 16) para testimoniar juntos la fe en el amor de Dios.

“Están llegando del mundo entero numerosísimas cartas –escribe María Voce- de tantos que cuentan que produjo en sus vidas el encuentro con ella. ¡Es un coro de agradecimientos a Dios!”.

“Con inmensa gratitud – concluye la Presidente en su mensaje- ofrecemos sufragios por Vale, seguros de que desde allá arriba seguirá ayudándonos a mantener encendida en los corazones la llama del Ideal de la unidad y a llevar su luz al mundo”.

Valeria Ronchetti: “¡Luz y llama!”

Eli Folonari recuerda a Padre Novo

Mi primer contacto con el P. Andrea Balbo y otro fraile franciscano de la Orden de los Frailes Menores, tuvo lugar en la escalinata de San Juan de Letrán en Roma, en 1953: fue un encuentro espontáneo, ideal, donde lo invité a participar en el encuentro veraniego del Movimiento de los Focolares. No sé cuánto tiempo pudo quedarse arriba en las Dolomitas, pero al regreso, muchos de nosotros íbamos en el mismo tren para Roma. Y yendo a su compartimiento, Chiara Lubich le dio el nombre de Padre Novo (Nuevo). Después recuerdo, en 1954, que sus palabras fueron decisivas para que Chiara, quien vivía pruebas espirituales y físicas, decidiera participar en la ordenación sacerdotal del Padre Pasquale Foresi en Trento. Más tarde los superiores de su Orden lo mandaron a Tierra Santa y fue precisamente por amor a P. Novo que, en 1956, Chiara fue allí. Éramos una pequeña comitiva: Mons. Pavel Hniliča (Padre María), el Padre Angelo Beghetto (Nazareno), el Padre Pasquale Foresi, Guido Mirti (Cengia), Aletta y yo. Tierra Santa era entonces, en su mayor parte, territorio palestino. Con gran competencia el padre nos acompañó a los lugares de Jesús: Jerusalén, Betania, Belén, Emaús, Jericó, el Mar Muerto… Después de una semana, regresando a Beirut –donde el padre nos había acompañado- viéndolo con los ojos llenos de lágrimas, Chiara se dirigió hacia mí diciéndome “¿quieres quedarte?” Me quedé todavía algunos meses, donando el Ideal a los padres franciscanos y a sus conocidos. En esos años, dado que el Movimiento estaba siendo todavía estudiado por la Iglesia, el obispo Gawlina, el P. María, el P. Nazareno y el P. Novo, dieron vida a la Liga Mystici Corporis, bajo cuya estructura el Movimiento pudo seguir desarrollando sus propias actividades. Siguieron años duros especialmente para nuestros sacerdotes y religiosos. Todavía recuerdo que, después del Concilio Vaticano II, el P. Novo trabajó como archivista durante 13 años, con el Card. König en el Secretariado para los no creyentes que recién había instituido Pablo VI (hoy Consejo Pontificio para la Cultura). En 1962 recibe una primera aprobación, pero sólo después de los coloquios entre Chiara y Pablo VI y después con Juan Pablo II, el Movimiento de los Focolares u Obra de María adquiere su auténtica fisionomía. En 1990 Chiara declara que la Obra de María está completa y María “contiene” todas las vocaciones. Es al carisma de la unidad, que es completamente evangélico, al que se sienten llamadas a adherir también personas que siguen carismas antiguos y actuales. La Obra de María quiere ser “otra María” que pone en evidencia a Jesús y en Él cada expresión particular que los Santos han subrayado, evidenciando las distintas bellezas de la Iglesia, cuerpo de Cristo. Con el tiempo habían nacido las distintas ramas del Movimiento: focolarinas/os, voluntarias/os, sacerdotes y religiosas/os ligados a él de distintas formas, pero todos portadores del carisma de la unidad. En 1980, sus superiores lo dejan libre para dedicarse a los religiosos del Movimiento, el P. Novo puede seguir más concretamente su desarrollo, con una escuela de formación al carisma de la unidad para religiosos en la ciudadela de Loppiano, la promoción de encuentros en el verano, la constitución de secretarías zonales, en las distintas zonas del mundo donde los religiosos están presentes en el Movimiento. Era grande su amistad con el Padre Silvano Cola, responsable de los sacerdotes diocesanos del Movimiento. Cuando nació la Escuela Abbá, con el obispo Klaus Hemmerle, Chiara invitó también a varios religiosos a formar parte llevando la riqueza de sus carismas: el P. Jesús Castellano, carmelita, el P. Fabio Ciardi de la OMI y de primero el P. Novo, franciscano. P. Novo se quedó en el Centro de los religiosos, fiel al Ideal, hasta cuando la salud se lo permitió. Tenía una relación personal con Chiara también como su confesor. En los momentos difíciles de largas pruebas, la acompañó con excepcional disponibilidad. Fue él quien le dio la unción de los enfermos en el Policlínico Gemelli. Ahora en el cielo imaginamos que fue acogido por la Trinidad, pero también por María, como constructor de su Obra y por Chiara, Foco, por el Padre María, Padre Nazareno, por P. Massimei, por P. Savastano, P. Cik, P. Leonardi que fueron los miembros del primer Centro de los religiosos, pero también por tantos focolarinos y focolarinas y otros más que se vieron beneficiados por sus consejos. Agradecemos al Padre Novo por su fidelidad a la Obra. También últimamente deseaba volver al Centro y ahora ha sido sepultado en Rocca di Papa, en la tumba común con el escrito “Nosotros hemos creído en el Amor”.