May 27, 2014 | Palabra de vida, Sin categorizar
Jesús se refería también a todos nosotros, que tendríamos que vivir en medio de la vida compleja de cada día. Como Amor encarnado que es, habrá pensado: yo quisiera estar siempre con los hombres, quisiera compartir con ellos sus preocupaciones, quisiera aconsejarles, quisiera caminar con ellos por los caminos, entrar en las casas, reavivar su alegría con mi presencia. Por eso quiso permanecer con nosotros y hacer que sintiésemos su cercanía, su fuerza y su amor. El Evangelio de Lucas cuenta que después de haberlo visto ascender al cielo, sus discípulos «se volvieron a Jerusalén con gran alegría» (Lc 24, 52). ¿Cómo podía ser? Porque habían experimentado la realidad de esas palabras suyas. También nosotros estaremos llenos de alegría si creemos de verdad en la promesa de Jesús: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Estas palabras, las últimas que Jesús dirige a sus discípulos, marcan el final de su vida terrena y, al mismo tiempo, el inicio de la vida de la Iglesia, en la cual está presente de muchos modos: en la Eucaristía, en su Palabra, en sus ministros (los obispos, los sacerdotes), en los pobres, en los pequeños, en los marginados…, en todos los prójimos. A nosotros nos gusta subrayar en particular una presencia de Jesús: la que Él mismo nos indicó en este mismo Evangelio, el de Mateo: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20). Mediante esta presencia, Él quiere poder establecerse en cualquier lugar. Si vivimos lo que Él manda, especialmente su mandamiento nuevo, también podemos experimentar esta presencia suya fuera de las iglesias, en medio de la gente, en los lugares donde la gente vive, por todas partes. Lo que se nos pide es ese amor mutuo, de servicio, de comprensión, de participación en los dolores, en las ansias y en las alegrías de nuestros hermanos; ese amor que todo lo cubre y que todo lo perdona y que es propio del cristianismo. Vivamos así para que todos tengan la oportunidad de encontrarse con Él ya en esta tierra.
Chiara Lubich
Palabra de vida publicada en Ciudad Nueva n. 387 (5/2002), p. 24.
May 27, 2014 | Focolare Worldwide
La historia de Trento –ciudad natal de Chiara Lubich– no olvida el devastador bombardeo del 13 de mayo de 1944, que destruyó vidas, casas, ideales. El mismo día, 70 años después, la ciudad ha visto “un bombardeo de actos de amor”. Lo dicen algunos de los niños presentes. Es siempre mayo. En la plaza de la Catedral de Trento, un enorme salón decorado con murales, acoge, también este año, a más de 2500 niños, provenientes de 23 Institutos educativos de la ciudad. Junto a ellos están también estudiantes de colegio, profesores, padres de familia, abuelos, representantes de las instituciones, el Alcalde y varios asesores. Se trata de una cita que ha entrado a formar parte de la historia de los últimos 11 años de la ciudad. Convergen allí todas las escuelas para compartir en mil formas distintas como han tratado de vivir durante el año las frases del dado y cómo han logrado ser “actores de paz”. El programa se desarrolló este año alrededor del tema del “conflicto”: cómo convivir con él, cómo enfrentarlo, cómo resolverlo. Impresionante el momento del Time out, un minuto de silencio y de oración para recordar los países azotados por conflictos, y especialmente a las 300 estudiantes que fueron raptadas en Nigeria. Un largo minuto que, con el repique de las campanas de la Catedral a mediodía, llamó al silencio a la vivaz plaza. Una fiesta en un espléndido día soleado. La ciudad fue invadida por una ola de paz, con miles de mensajes y relatos de “actos de amor” escritos y distribuidos a los peatones, comerciantes y turistas. Con cientos de dibujos que coloreaban la principal arteria del centro histórico. Los protagonistas de esta edición fueron los niños, entusiasmados y convencidos de que “la paz empieza por mí”. En los titulares de la primera página del periódico L’Adige se leía La plaza invadida por constructores de paz. Y en el diario Trentino: “Que bella inyección de esperanza ver a miles de niños con gorritas y camisetas de todos los colores, que se convierten en un arco iris viviente que grita al unísono “paz”. También la RAI y otros canales de televisión y radio regionales quisieron reportar esta esperanza.
La fiesta “Trento ciudad de la paz” concluye el programa anual de educación a los valores implementado en las escuelas de la ciudad y compartido por un centenar de profesores, de escuelas de distinto tipo, quienes se reúnen mensualmente en la “Mesa Tuttopace” (“Todo paz”). La iniciativa empezó hace 11 años, con un salón de clases de niños de tercer grado, su maestra y el dado de la paz que tiraban todas las mañanas para vivir una de sus caras. A través del Boletín Tottopace, se lleva y se comparte con otros niños sus experiencias de paz, mediante dibujos, poesías, canciones, y hoy, el boletín es un inserto del periódico municipal, que llega a las casas de todas las familias de Trento. Además, se construyó el “Jardín de la Paz”, junto con Alberto Pacher, quien era el alcalde entonces. Y tiene el dado en el centro, para que quienes pasan puedan “observar y aprender”. Hoy en día también está madurando el proyecto “Trento, ciudad para educar”, que ha involucrado a los siete Institutos de la ciudad, escuelas de preescolar, primaria, secundaria, institutos técnicos y superiores, escuelas de la Provincia que están vinculadas a la ciudad. Junto a los niños y profesores, también muchas familias participan en este programa formativo. Y con ellas el territorio, la administración comunal y provincial, otras instituciones y asociaciones. http://vimeo.com/69260153