Nov 14, 2015 | Focolare Worldwide
“Frente a los dramáticos acontecimietnos de anoche en París, que se agregan a los que recientemente sucedieron en otras partes del mundo, estamos de luto, junto a quienes sufrieron la violencia en sus familiares y amigos y a los que creen posible la unidad de la familia humana. Con desconcierto y con la firme condena de todo acto de violencia contra la vida humana, emerge con potencia una pregunta: ¿dimos todos los pasos y emprendido todas las acciones posibles para conseguir las condiciones necesarias, entre las que se cuentan más paridad, más igualdad, más solidaridad, más comunión de los bienes, por las que la violencia y las acciones terroristas pierden la posibilidad de actuar? Frente a un plan que se presenta como perverso, es evidente que no existe una sola respuesta. Pero es también evidente que tampoco la reacción incontrolada a la violencia hará retroceder a los que quieren anular las fuerzas vivas de los pueblos y su aspiración a convivir en paz. La convicción que el mundo puede caminar hacia la unidad y superar los conflictos y la violencia de las armas, permanece viva en el alma y en la acción de los que tienen en el corazón el amor por cada hombre y el futuro de la familia humana y quieren realizarlo mediante la acción de la política, los instrumentos de la economía y las reglas del derecho.
El Movimiento de los Focolares, mientras llora con quien llora, sigue creyendo en el camino del diálogo, de aceptar y respetar al otro, cualquiera sea y de cualquier proveniencia, credo religioso y pertenencia étnica. Por eso, junto a todos los que en distintos campos trabajan por la paz, aun a riesgo personal, los Focolares renuevan el propio compromiso para intensificar y multiplicar actos y gestos de reconciliación, espacios de diálogo y comunión, ocasiones de encuentro e intercambio a todos los niveles y en todas las latitudes, para aunar el grito de la humanidad y transformarlo en nueva esperanza”.
Nov 14, 2015 | Focolare Worldwide

V° Congreso eclesial nacional de Florencia (9-13 noviembre), Foto: Cristian Gennari/Siciliani
Se concluyó el congreso de Florencia. “En Jesucristo el nuevo humanismo”: ¿cómo leer el significado profundo de este evento para la iglesia italiana? «Habría muchas claves de lectura, pero pienso que es un momento decisivo e histórico para la iglesia italiana. Primero que nada por el fuerte mensaje que el Papa entregó a los 2000 delegados, ante la presencia de toda la Conferencia Episcopal. Después porque el evento tuvo lugar en el corazón de su pontificado, en un momento donde las reformas se hacen apremiantes y concretas. Teniendo como espejo la reforma que quiere Francisco, la iglesia italiana se ve empujada inexorablemente a reformarse a sí misma. El discurso del Papa ha sido sobre todo un llamado a la conversión, en todo sentido: conversión de las personas, de las comunidades, de las estructuras…». ¿Cuáles fueron los puntos centrales de las palabras de Francisco? «La figura que el Papa nos ha presentado es el Ecce Homo: el Cristo que se despoja di sí mismo, que no se apoya en los procedimientos ni en la organización, que no pretende ocupar espacios de poder, sino que se hace cargo de los dolores de la humanidad. Es Jesús en su auténtica esencia, en su misión como enviado del Padre para la salvación de todos los hombres. Ésta es la primera cosa. Después, el Papa ha invitado a la iglesia italiana a ser más evangélica, a ser más como la quiere el Espíritu en el hoy de la historia. Como él mismo dijo, sólo una Iglesia que logra ser humilde, desinteresada, que se refleja en las bienaventuranzas, puede parecerse a este Maestro, a este Ecce Homo, y puede presentarse como amor para la sociedad. 
EL Papa Francisco en Florencia. Almuerzo en el comedor de los pobres. Foto: Ansa
Por otro lado el Papa radicalizó el humanismo cristiano sobre la base de la superación de los dos riesgos que él indico. El riesgo del pelagianismo, es decir la tentación de querer hacer todo nosotros, de confiar sólo en nuestras capacidades, en nuestros instrumentos, en el poder, y también en la capacidad de programar. Y el riesgo del gnosticismo que quiere decir el riesgo de la desencarnación, de la no-encarnación propiamente. Es decir, presentar un Jesús que no se puede tocar con las manos, que no se puede aferrar. Actualizar el humanismo cristiano significa que debe partir de Jesús, que debe estar centrado en Él, no en nuestras fuerzas. Debe ser encarnado, no puede quedarse en los documentos, en las proclamas y tampoco en las obras de arte, bellísimas, como las que hemos visto aquí en Florencia. El humanismo cristiano se tiene que encarnar en la vida de la gente». El 50% de los participantes eran laicos, eso indica una fuerza en la Iglesia que quiere entrar en juego. ¿Cuáles fueron las novedades de los trabajos de grupo? «Una de las novedades de Florencia fue la metodología. Un día y medio fue dedicado a trabajos en grupo, lo que hizo posible una mayor participación, cada uno pudo donarse a sí mismo. Pero, si sobre 2000 participantes, la mitad es del clero, todavía no es suficiente. Porque la sociedad, la iglesia no son así. Sí, hay mujeres, pero todavía pocas. Sí, jóvenes, pero todavía pocos. Esperamos que se avanze en este sentido, hacia una mayor representatividad». ¿Una impresión inmediata, después de haber participado en todo el Congreso? «Un clima bellísimo, de apertura, de cordialidad en el sentido profundo, estuvimos mezclados entre todos. Los obispos almuerzaban con todos, en los grupos eran uno más, lo mismo los sacerdotes. Y ya esto de por sí genera un clima de familia y por lo tanto había entusiasmo, alegría, muchas posibilidades de compartir, comunión, un profundo deseo de escuchar y esto ha dado mucha esperanza». Lee también sobre el Congreso de Florencia: (en italiano) Attualizzare l’umanesimo cristiano Francesco inizia da Prato “Mi piace una chiesa italiana inquieta” Ripartire dalla Fortezza da Basso Francesco, il profeta di una chiesa povera e dei poveri A Firenze non si parte da zero Un Dio che si svuota
Nov 14, 2015 | Sin categorizar
Aquella noche con amigos Tengo amigos muy queridos, la mayoría agnósticos, a quienes nos les había hablado nunca explícitamente de mi vida espiritual. Esto siempre me había dejado la sensaciónde algo incompleto. Una noche mientras paseábamos, al pasar frente a una iglesia, sentí el fuerte deseo de entrar un momento a saludar a Jesús. Estando en compañía me parecía fuera de lugar, pero quise seguir este impulso. Durante la breve parada en la iglesia, se me ocurrió decirle a Jesús: “Estate conmigo, porque yo estoy contigo”. Poco después, durante la cena, sentí que debía “descubrirme” delante de mis amigos, ¡pero no sabía por dónde comenzar! Llegados a un determinado punto por parte de ellos ha nacido espontáneo afrontar el argumento sobre la fe. Hemos compartido un momento hermosísimo. Ellos me han expresado sus propias perplejidades, y de mi boca han salido palabras que no me esperaba. ¡Y todo en el respeto recíproco! Nunca habría podido suceder algo semejante si no hubiese habido como base esta relación profunda entre nosotros. Giuseppe – Italia Delicadeza Soy enfermera en el reparto de radiología. En el pasillo algunos pacientes esperan en su camilla. Una de ellos, con los brazos vendados, ha quedado destapada. La saludo y con delicadeza la cubro con la sábana. Pasan algunos años. Un día, en la presentación de un libro, se me acerca una señora muy elegante: “Le agradezco por cómo aquel día usted ha respetado mi dignidad”. Casi no la reconozco. Ella continúa: “Es cuando se sufre que se tiene más necesidad de ser respetados como personas. Gracias porque su servicio no la ha hecho insensible” E.M. Hungría. El abrazo Sentado frente al escritorio del Centro de Caritas en el que trabajo, estoy escuchando a un inmigrante morroquí que por su aspecto y vestido evidencia un pasado de sufrimiento. Está desesperado porque, desde hace tiempo no tiene trabajo, dentro de pocos días sufrirá el desalojo de donde se hospeda por no haber pagado el alquiler. Le pregunto -como hago con muchos como él- si tiene amigos en la ciudad, que puedan ayudarlo. Su reacción es inesperada, explota en sollozos convulsivos repitiendo: “¡Estoy solo, solo! ¡No tengo a nadie!”. Quedo sin palabras, aplastado por un sentido de impotencia. Luego, como por un impulso, me levanto y voy a abrazarlo. Poco a poco se calma. Se pone de pie también él y con voz serena dclara: “Ahora sé que ya no estoy solo” y hace un ademán como si fuera a irse, como si ese simple gesto fraterno hubiera bastado para darle esperanza. A este punto soy yo el que lo detengo para indicarle cómo procurarse ropa, aprovechar el comedor de Caritas y también tener una cama en nuestro dormitorio. Cuando nos separamos ya está completamente sereno. Sandro – Italia Aquel niño Hacía frío. Mi padre, que ya había salido para ir al trabajo, vuelve a casa poco después con un niño que encontró en la calle, vestidos con harapos. El niño miraba a su alrededor. Mi padre pide a mi madre: “¡Vístelo!”. Y ella, toma las mejores ropas mías y de mi hermano, y lo viste. La imagen de aquel niño feliz ha quedado en mí como un modelo. No recuerdo otros detalles, sino sólo que estaba feliz. Desde aquel momento he visto en cada niño, bello y feo, rico o pobre, como a un “hermano”. T.M. – Italia