Feb 22, 2017 | Sin categorizar

María Voce con el Dr. Stefan Kiefer, 3° alcalde de Augsburg.
¿Por qué la exigencia de una Declaración así? Es una exigencia que nace desde dentro, porque el hecho de encontrarnos aquí en Ottmaring, donde existe un testimonio ecuménico evidente –el de dos comunidades que conviven en forma estable, una nacida en la Iglesia católica y la otra en el ámbito evangélico, ambas con miembros de varias Iglesias- nos impulsa también a un compromiso concreto del Movimiento que ha de llegar a todo el mundo, que no debe quedarse aquí detenido. Esta Declaración quiere despertar en todos la conciencia de que el ecumenismo es realmente una de nuestras finalidades y que es necesario trabajar por esto. ¿A quién va dirigida la Declaración? Es un compromiso asumido a nombre del Movimiento y por lo tanto está dirigido en primera instancia a éste para volver a darle la conciencia del valor del ecumenismo, es decir, del valor de dar testimonio juntos de lo que ya nos une para acelerar el camino y superar los obstáculos. En el Movimiento todos estamos llamados a vivir esto y ahora lo asumimos con una mayor responsabilidad. No puede haber una persona de los Focolares que, desde el momento en que conozca esta Declaración, piense, en conciencia, que el compromiso con el ecumenismo se refiera solo a esos países donde hay cristianos de varias Iglesias y no se refiere a su nación, que no lo involucra personalmente, porque está bien en su Iglesia y no le interesan estos problemas. ¿A partir de mañana qué debería cambiar en el Movimiento? Creo que es necesaria una conversión del corazón, es decir empezar a pensar ecuménicamente. Empezar a pensar que cualquier hermano que encuentro, ya sea de mi Iglesia o de otra Iglesia, pertenece al Cuerpo de Cristo, al cuerpo por el cual Cristo dio la vida. Es por lo tanto mi hermano de sangre, por lo tanto lo que le interesa a él me interesa a mí, lo que lo hace sufrir me hace sufrir a mí. Quizás se tratará solamente de rezar por este fin, donde no se puede hacer otra cosa. Pero sólo rezar no basta. Es necesario interesarse por todos los hermanos cristianos. Con todas las posibilidades de contacto que existen hoy, será cada vez más fácil encontrarse y hablar, acoger a personas que no son de nuestra Iglesia. Y no podemos acogernos de otra forma sino como a hermanos pertenecientes al cuerpo de Cristo. Sólo si nos acogemos así, tendremos la posibilidad de acoger a quienes no pertenecen al cuerpo de Cristo en sentido estricto, porque no han recibido el bautismo que une a los cristianos.
¿Un compromiso del corazón que conlleva un testimonio público? Hoy ya no tiene sentido que los cristianos se presenten fragmentados. Ya inciden poco, e incidirán cada vez menos si no están unidos dando testimonio del único Evangelio, del mandamiento del amor recíproco. Y si nosotros cristianos no sabemos dar este testimonio, el mundo no podrá encontrar a Dios, porque no podrá encontrar a ese Jesús que está presente donde hay cristianos unidos en el amor recíproco. Si lo encuentran, nacerá en ellos la fe, cambiará su actitud, la forma de comportarse, cambiará la forma de buscar la paz y las soluciones en favor de la justicia, el compromiso solidario entre los pueblos. ¿Cuál es el punto central de la Declaración de Ottmaring? Llama a poner atención sobre el encuentro de Lund, Suecia, que tuvo lugar el 31 de octubre pasado, porque fue un evento extraordinario, del cual –quizás- no se ha tomado suficiente conciencia. Como Movimiento, advertimos la necesidad de hacer emerger el espíritu del Lund, sintetizado en la Declaración conjunta que pide que crezcamos en la confianza recíproca y en el testimonio común del mensaje del Evangelio para testimoniar a los hombres el amor de Dios. Éste es el compromiso absoluto que asumimos. En Lund asistimos a un gesto importante realizado por los responsables de la Iglesia católica y de la Federación luterana mundial, y por lo tanto de máximo nivel. Pero si queda sólo en el más alto nivel, y no baja a lo concreto de la vida de las comunidades, queda sólo como un lindo recuerdo histórico, pero no podrá incidir en la realidad de hoy. ¿Por lo tanto el Movimiento se compromete a recoger la herencia de Lund y a difundir su espíritu? Ciertamente. Y después queremos que nuestra Declaración llegue también a los responsables de las Iglesias, para darles un motivo de esperanza más, haciendo saber que en el mundo hay personas que quieren vivir de este modo. El ecumenismo es una necesidad de los tiempos. No podemos preguntarnos si va adelante o no. Tiene que ir adelante. Porque responde a la necesidad de Dios que tienen las personas, aunque no lo sepan. Una respuesta eficaz es estar unidos, por lo menos entre cristianos. De lo contrario es una grave omisión. Usted se puso enseguida en acción, entregando la Declaración al alcalde de Augsburg y a la responsable de la iglesia luterana de la ciudad. Empezamos por lo local. Lund fue de altísimo nivel, con los responsables mayores. Nosotros podemos hacer bajar el espíritu de la Declaración de Ottmaring a la dimensión local, de hoy, de lo que se puede hacer enseguida. Lee la Declaración de Ottmaring
Feb 22, 2017 | Focolare Worldwide
«Nos encontramos en estos países de los Emiratos Árabes por motivos de trabajo –cuenta Claudia-. Nuestros ambientes de trabajo a menudo se caracterizan por una fuerte competitividad, acompañada por las dificultades de la integración y a menudo con falta de tiempo para relaciones interpersonales sencillas y auténticas. La Iglesia católica en Dubai es viva, joven, alegre y sin complejidades. En la misa cotidiana, con más de 2000 fieles –en su mayoría filipinos, paquistaníes e hindúes- hay mucha participación y gran recogimiento. También en nuestra comunidad local somos todos extranjeros y tratamos de dar testimonio evangélico en los distintos ambientes donde nos movemos, llevando el amor y la unidad a nuestro alrededor. Somos muchos los que vivimos la espiritualidad de la unidad que hemos conocido en nuestros países de origen. Y tratamos de proponerla a nuestros vecinos como remedio ante la vida frenética e individualista que se vive aquí. Para nosotros es de fundamental importancia el encuentro mensual de la Palabra de Vida. La leemos juntos, tratamos de profundizarla y compartimos las experiencias que surgen al ponerla en práctica. La visita de María Voce y Jesús Morán, en enero de 2016, en una escala de su viaje a India, ha dado un nuevo impulso a nuestra exigencia de llevar a muchos el ideal de la unidad, permaneciendo en red entre todos». «Por eso fue natural involucrar a todas las personas con las que estamos en contacto a que participaran y vivieran la experiencia de la Mariápolis que preparamos con tanto esmero – explica Amjad –. El 27 y 28 de enero pasado, 65 personas provenientes de 12 países (4 de Medio Oriente, también de Pakistán, Filipinas, Brasil, Japón, Italia y Camerún), nos dimos cita en Ras Al Khaimah, un Emirato cerca de Dubai, para vivir nuestra primera Mariápolis en estas tierras. ¡La emoción era grande! A algunos les parecía realmente un sueño finalmente encontrarse después de tanto tiempo. Fuimos acogidos en la parroquia del Padre Willy, quien es originario de Filipinas. El título elegido: “Unity in diversity” (“Unidad en la diversidad”), reflejaba muy bien la realidad y los desafíos que todos vivimos». «Me impresionó mucho –escribe una joven de India- lo que escuchamos de Chiara Lubich sobre la “técnica” para construir la unidad. Ahora quiero ponerla en práctica». Y una mujer filipina agrega: «Descubrir que Jesús, en el momento en el que se siente abandonado por el Padre, puede convertirse en “clave de unidad” en la medida en que trato de imitarlo, me ha llenado de esperanza». En un clima de gozo se compartieron alegrías y dificultades, tanto en los encuentros de grupo como en la sala, y las exigencias de una vida compartida con los demás. Hubo momentos de juego, de oración, una velada “intercultural” con un programa recreativo: canciones, videos, representaciones, danzas… que involucraron a todos. «Se dedicó especial atención al programa dedicado a los niños; varios de ellos no querían volver a sus casas…», cuenta Claudia. «Fue como un “oasis” –explica Amjad- donde cada uno encontró a una familia con la presencia espiritual de “Jesús vivo”. «En estos días volvió a despertar en mí la llama de este ideal que conocí hace tantos años –confesó un brasileño-; ahora quiero donar este ‘fuego’ a otros». «En la conclusión nos parecía –escriben Mía y Michel- que quienes regresaban a sus países o a los Emiratos como Omán, Qatar, Baréin, llevaban un “pedazo de la fraternidad” vivida en la Mariápolis. En cada uno era evidente el deseo de seguir viviendo así en los propios ambientes, llevando a todos la esperanza. Ahora, a través de los medios de comunicación, nos mantenemos conectados formando una red viva, tratando de ayudarnos los unos a los otros, abiertos a todos».