Nov 9, 2017 | Focolare Worldwide

Ginebra 1967: Chiara en el Consejo Ecuménico de las Iglesias con Philip Potter y Lukas Vischer
«La foto presenta uno de los coloquios que Chiara Lubich mantuvo durante su primera visita al Consejo Ecuménico de las Iglesias en Ginebra, el 9 de noviembre de 1967. En la foto se ve a Philip Potter sonriente, quien aquel momento era Director del Departamento del Consejo Ecuménico de las Iglesias para la Misión y más adelante fue el Secretario general; a Lukas Vischer quien discute animadamente y en aquel momento era el Director de ‘Fe y Constitución’ del CEC; y Chiara Lubich, a quien se la ve feliz, que escucha con atención. Esta visita fue el resultado de un profundo diálogo que Chiara Lubich mantuvo con el teólogo reformado Lukas Vischer durante las diversas sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965) en Roma. Nació entre ellos confianza recíproca y amistad. Lukas Vischer veía que Jesús Abandonado era el punto central de la espiritualidad de Chiara Lubich y que además era un puente para establecer el diálogo ecuménico. La amistad entre ellos fue importante para ambos y se prolongó durante toda la vida. ¿Será casualidad que la muerte de ambos (en el 2008) ocurrió solamente a pocos días de distancia? El encuentro que tuvieron en 1967 los llevó a posteriores encuentros y a una profunda colaboración entre el Movimiento de los Focolares y el Consejo Ecuménico de las Iglesias. Un hecho concreto fue la presencia durante muchos años, de Lucia Wehrle, focolarina que integró el CEC – casi como una embajadora-. Tersa, como es conocida en el Movimiento de los Focolares. Posteriormente también lo integraron Lut van Kersavond y Lurdes Guimaraes Teixeira. 
En Ginebra, Octubre 2002: Chiara Lubich y el Dr. Konrad Raiser, entonces era Secretario General del Consejo Ecuménico de las Iglesias.
Otras visitas de Chiara al CEC tuvieron lugar en 1982 y en 2002. Poco después de su elección como Presidente, también María Voce estuvo en Ginebra. La colaboración ha sido cada vez más intensa. Ha crecido entre todos la confianza. Se han promovido en Ginebra, eventos en común, el año pasado se realizó uno sobre los valores han impregnado y que caracterizan a Europa. Desde hace tiempo los estudiantes del Centro del Movimiento de los Focolares de Montet (Suiza) visitan anualmente el CEC, como parte de su formación sobre Ecumenismo. El año pasado, además de la visita habitual, se agregó una jornada en el Instituto Ecuménico de Bossey: una experiencia enriquecedora para los estudiantes. Mientras escribo estas líneas espero con alegría a los próximos estudiantes que vendrán a visitarnos el próximo 7 de noviembre. Un punto central será la clase del Prof. Lawrence Iwamadi, quien, como encargado del Consejo Pontificio para la unidad de los cristianos, enseña Teología Bíblica en Bossey. La jornada comenzará y concluirá con la oración en la capilla, durante la cual pediremos con fe el don de la unidad que sólo Cristo puede donarnos». Rev. Prof. Dr. Martin Robra Consejo Ecuménico de las Iglesias (Ginebra)
Nov 8, 2017 | Sin categorizar
Pasó ya un mes y medio del paso devastador del huracán María, que el 20 de septiembre pasado, con vientos de 250 km por hora y lluvias torrenciales, causó la muerte de decenas de personas y la destrucción de miles de viviendas. Desde el lejano 1928, Puerto Rico no experimentaba condiciones meteorológicas tan adversas. Un huracán de categoría 5 pasó asolando el país. Desde ese día, la isla, que cuenta con más de 3 millones y medio de habitantes, sufre un grave problema de abastecimiento de agua potable, alimentos, medicinas, corriente eléctrica. Las dificultades no se han acabado, y podrían conducir a un éxodo sin precedentes, reduciendo aún más las posibilidades de recuperación a mediano plazo. En medio de estas enormes dificultades, también la comunidad de los Focolares brinda su contribución localmente mediante la recolección de alimentos y ropa para aliviar a la población. «Algunos de nosotros sufrieron pérdidas materiales – escriben –. Una familia, por ejemplo, lo perdió todo y logró rescatar sólo pocos objetos de la furia del huracán. Al momento se encuentran en un pequeño apartamento que les pusieron a disposición, pero toda la comunidad está haciendo una comunión de bienes para ayudarlos. La reconstrucción del país será lenta, pero confiamos en Dios y nos ponemos en sus manos». Son muchas las experiencias con los vecinos y las personas en dificultad. «Ayer, por segunda vez, una señora elegante caminaba por mi calle confundida y sin rumbo. Era evidente que se había perdido. La seguí, sin perderla de vista, hasta que la alcanzó otra persona que la estaba buscando. Me explicó que la señora sufre de Alzheimer y que había salido del instituto donde vive, porque el huracán se había llevado el portón de la parte de atrás del edificio. Además la planta eléctrica no funciona y adentro hacía demasiado calor. Volviendo a casa, hablé con un amigo que reparte diésel y me prometió que les llevaría. Luego contacté a otras personas que fueron a arreglar el portón. Ahora ese lugar está seguro». «Ayer, muy temprano, como a las 5 a.m., me puse a hacer fila para cargar gasolina. Por el espejo retrovisor de mi coche, vi que detrás había un bus. La espera era larga y pude seguir toda la escena. En el lugar del conductor estaba sentado un hombre muy enojado, que maldecía continuamente. A su lado una mujer, tal vez su esposa. De la ventanilla del lado del hombre salía un fastidioso olor a cigarrillo. Delante de mí tenía unos 20 coches. Además, nos enteramos de que la gasolinera abriría sólo a las 8 a.m. y no a las 6, como pensábamos. Mientras esperábamos, la mujer se me acercó y me pidió que le ayudara a mover el bus, ya que la fila avanzaba, su esposo se había alejado y ella no alcanzaba los pedales. En un primer momento me negué, con la excusa de que no sabía conducir ese tipo de vehículo. Pero el motivo real era otro: ese hombre, y su manera de comportarse, no me agradaban. Entendí que tenía que cambiar mi actitud y aceptar ese pedido como si me lo hiciera Jesús mismo. Cuando el chofer volvió, le expliqué que yo había movido el bus a petición de su esposa. Entonces empezó a desahogarse, y en el tiempo de espera que quedaba me contó todas sus dificultades. Cuando logramos llenar los coches de gasolina, él era una persona distinta. Nos dimos la mano. Había logrado superar mis prejuicios». «La carretera de donde vivo quedó totalmente bloqueada por los escombros y los árboles arrancados por el huracán. La mayoría de mis vecinos son adultos mayores con difíciles condiciones de salud. Pensaba en lo que sucedería si se llegaran a necesitar una ambulancia. Empecé entonces a cortar los troncos y moverlos. Viéndome tomar la iniciativa, una cadena de personas se unió a mi tarea y juntos liberamos la carretera. Al final compartimos un rico almuerzo preparado con todo lo que cada uno pudo aportar». «Quisimos compartir con los vecinos todas las provisiones de agua y comida. Las reservas han ido disminuyendo, pero las relaciones entre nosotros se han intensificado».
Nov 7, 2017 | Sin categorizar
Una amiga enferma «A nuestra amiga Lía, que tiene hijos aún adolescentes, le diagnosticaron un tumor maligno. Toda la comunidad estuvo muy cerca de ella con una cadena de oraciones y gestos de solidaridad. Una vez a la semana nos reuníamos en el templo para hacer una hora de adoración y pedir por ella el don de la curación. Tratábamos de entender cómo poder aliviar esos días de dolor. Pusimos en marcha varias iniciativas. Algunos preparaban la comida, eligiendo con cuidado los alimentos más adecuados para Lía, otros ponían en común el dinero para pagar las medicinas. Pequeños hechos que le permitieron no sentirse sola, sino parte de una comunidad. Cuando la salud se lo permitió, donó también su testimonio en algún encuentro de la comunidad. Al terminar el ciclo de quimioterapia, había desaparecido cualquier rastro de tumor. Para nosotros fue la respuesta a nuestras oraciones y a nuestro compromiso de amarla y servirla de manera privilegiada». (C.V. – Brasil) A pesar de las injusticias sufridas «Después de la muerte de mi esposo, tuve que soportar graves humillaciones por parte de sus familiares, quienes querían quitarme la única habitación en la que siempre vivimos. Un cuñado, en especial, a pesar de ser el padrino de uno de nuestros cuatro hijos, empezó a crearnos un sinnúmero de problemas. Inesperadamente este cuñado se enfermó. Cada vez que tenía una crisis, yo corría a comprarle las medicinas para aliviar sus dolores y se las llevaba. Los vecinos me preguntaban: «¿Por qué lo haces, después de todo el mal que recibiste?», y yo les contestaba que para mí amar quería decir ponerse al servicio. Después de algunos días, mi cuñado falleció y yo me quedé ahí, consolando a su mujer, ayudándola en los quehaceres de los que antes se encargaba su esposo. Más tarde ella me agradeció públicamente. Ahora ella vive con nosotros y somos realmente una sola familia». (R.P. – India) El experto en hongos «Mientras paseaba en el bosque para recoger hongos, entreví a un hombre acostado en el suelo. Me le acerqué y lo ayudé a levantarse. Temblaba. Me indicó el lugar donde vivía, un contenedor todo oxidado entre los árboles. Traté de recostarlo en una especie de cama. Luego volví varias veces a visitarlo y le llevaba comida y medicinas. Él era un gran experto en hongos y vivía gracias a su venta. En el tiempo que pasamos juntos, me enseñó dónde encontrar los mejores y cómo descubrirlos. Luego empezó a contarme de su vida, los fracasos económicos, el abandono. Un día lo encontré con fiebre alta, lo hice hospitalizar, pero sus condiciones eran graves. Me dijo: «Ya sabes todo de mí, pero lo más importante es que siempre tuve fe en Dios. El haberte encontrado fue un signo Suyo». Entonces me indicó que tenía un dinero escondido y me encargó que lo tomara y lo entregara a los necesitados. Ahora, cada vez que voy en búsqueda de hongos, pienso en él como en un ángel que me guía». (R.S. – Polonia)
Nov 4, 2017 | Sin categorizar
La paz es ciencia, es civilización, es luz. La guerra es ignorancia, es instinto, es oscuridad. Esperar, como ya se ha hecho, que de la matanza surja una civilización mejor, es decir del bien el mal, del negro el blanco, es lo mismo que pretender de la guillotina el mejoramiento pedagógico de las cabezas que corta. La ciencia, dedicada a inventar instrumentos de exterminio, hará que la próxima guerra sea de una crueldad refinada, metódica, exquisitamente estúpida. El miedo regula las relaciones recíprocas entre las personas. Sometidos por el temor, países empobrecidos mantienen ejércitos desproporcionadamente grandes y costosos (…). Habría una solución: sustituir el miedo recíproco con la confianza recíproca, la desconfianza con la amistad. Pero la solución es demasiado… fácil, por eso es tan difícil. Y echaría a la calle a varias oligarquías. A los jovencitos impulsivos y sabiondos, a los diputados y personajes públicos, a los periodistas improvisados y a los roedores de los bancos, a las señoritas insípidas y a las solteronas de los comités, a todos los especuladores altos y bajos, a los generales y a los profesores, a todos los que sostienen la guerra… yo impondría un remedio para que recobren la razón: los pondría durante diez minutos en una trinchera bajo un bombardeo extenuante, obsesionante, en donde pierdan toda la razón y la naturaleza se rebele. Si uno sale de ahí sano entiende la guerra y termina maldiciéndola. Esta honorable sociedad de ministros, diputados, periodistas que nos explican el significado de la guerra, debería entender de una vez por todas que esas discusiones a nosotros nos dan náusea. Nosotros queremos olvidar… Nosotros queremos la paz, la serenidad y queremos que la violencia que se está desencadenando se aplaque. ¿Pedimos demasiado? Igino Giordani, de “Rivolta Cattolica”, Edizioni Gobettiane, 2016, Roma, pp.10-13