Movimiento de los Focolares
Jueves Santo: Amor

Jueves Santo: Amor

Entonces, hoy, Amor. Jueves Santo, día en el cual, a lo largo de los años, hemos experimentado a menudo la dulzura de una intimidad especial con Dios y nos recuerda la profusión de amor que el Cielo derramó sobre la Tierra. Amor sobre todo la Eucaristía que nos fue donada ese día. Amor el sacerdocio que es servicio de amor y nos da, entre otras cosas, la posibilidad de la Eucaristía. Amor, la unidad, efecto del amor que Jesús, un día como hoy, ha implorado al Padre: “Que todos sean uno, como tú y yo” (cf. Jn 17, 21). Amor el mandamiento nuevo que Él reveló ese día antes de morir: “Como yo os he amado, así debéis amaros unos a otros. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros” (Jn 13, 34-35). Este mandamiento nos permite vivir aquí en la tierra según el modelo de la Santísima Trinidad.   Fuente: Chiara Lubich en conexión telefónica. Castel Gandolfo, Roma, 20 de Abril de 2000.

Mis vacaciones en Alepo

Mis vacaciones en Alepo

18-1«El mes de septiembre se me fue volando. Tomé el taxi, junto con otras dos personas, que vivían en esta ciudad. Dejo atrás la ciudad que me recibió: Alepo. Soy de los pocos extranjeros (¿tal vez el único?) que eligió esta ciudad para pasar un período de vacaciones. El taxista atravesó la ciudad, una extensión de barrios completamente destruidos. ¿Cuántos muertos habrá todavía entre esos escombros? El taxista parecía que no pensaba en nada. Conducía a una velocidad increíble recorriendo calles que llevaban hacia el Sur, en dirección a Homs. Desde allí tengo que proseguir hacia Beirut. Después de dos horas y media entrevemos, entre los escombros, la primera casa que quedaba ¡aún en pie! Difícil de creer. Fui acogido durante un mes en el focolar de esta comunidad. A mi llegada alguien que estaba en la puerta de una iglesia me dijo: “Aquí encontrarás a los verdaderos cristianos”. Una frase que nunca había escuchado. Pero ahora la comprendo. Fui testigo de cómo el focolar es ese lugar en donde se comparte todo: la “providencia” que llega de todas partes del mundo (había mesas que estaban llenas de ropa, etc.), pero sobre todo los dolores y las alegrías, la vida de cada día. Aquí, durante años, el único apoyo fue la Palabra del Evangelio, Dios. ¡Cuánto me hacía recordar los inicios del Movimiento de los Focolares, esa historia escuchada tantas veces, cuando Chiara Lubich contaba: “¡Eran tiempos de guerra y todos se derrumbaba!”

Bernard (centro), con due popi del focolare di Aleppo: Fredy (sinistra) e Murad (destra)

Bernard (al centro), con Fredy y Murad

Aquí en Alepo, mientras se veía la furia de la guerra, con las bombas que estallaban a nuestro alrededor, los focolarinos iban a visitar cada día a dos familias. En tres oportunidades, por causa de las bombas caídas sobre edificios vecinos, los vidrios del focolar se deshicieron en añicos. Conocí a muchas personas de la comunidad del Movimiento, una comunidad viva, una verdadera familia, que ha atravesado pruebas terribles. Perdieron todo, la actividad profesional, los familiares, las casas, los amigos. Pero ha encontrado en la fe y en la unidad la fuerza para volverse a levantar y comenzar a buscar nuevas oportunidades. Una noche, aunque estábamos lejos y escuchábamos todavía las bombas, volvió la electricidad a la ciudad. No sucedía desde hacía cinco años. Samir tenía lágrimas en los ojos: ¡«Es la primera vez que veo mi negocio iluminado!». Georges, en cambio, todavía tiene que llevar los tanques de gas hasta el tercer piso, porque el ascensor de ese edificio no funciona. Cuando llega al condominio, desde la calle, avisa, gritando, y desde arriba le tiran las llaves. Con Maher, fui regularmente a hacer jogging. Muchas otras personas, como nosotros, van al bellísimo parque central de la ciudad. Hay clima de esperanza. Nabla me decía que piensan que dentro de algunos meses las cosas irán mejor en este país, de grandioso pasado. En la antigua ciudadela, emblema de la ciudad de Alepo, en la colina, un día tuvo lugar, después de muchos años, un concierto de música, con bailes y poesías tradicionales. Cuatro mil personas cantaron juntas en un clima de fiesta. IMG_7442-768x512Durante la guerra el precio pagado por la población fue mucho, demasiado alto: muchísimos muertos, y además posteriormente, enfermedades, depresión, traumas, aislamiento, falta de instrucción, de formación a la vida laboral, y además, muchos niños abandonados…. la lista sería larguísima. Dirigí, a las personas del lugar, frecuentemente una pregunta: ¿qué cosa consideras importante para enfrentar el futuro?”, pensando que la respuesta habría sido “la reconstrucción de las casas, poder retomar actividades productivas”. En cambio, con mi sorpresa, la respuesta que recibía con mayor frecuencia era “una gran fuerza espiritual que sea capaz de hacer renacer también aquí una nueva vida”. Gracias Robert, Pascal, Fredy, Murad. Gracias Ghada, Lina, Chris, María Grazia, María Zeina, por la vida de ustedes por el testimonio que dan. Ahora tienen un lugar especial en mi corazón». Escrito per Gustavo Clariá