Un poco de historia. En 1982, Juan Pablo II puso a disposición del Movimiento de los Focolares la sala de las audiencias papales en Castel Gandolfo (Roma). A partir de esa estructura grande y vacía, se construyó, con la colaboración de todos los miembros del Movimiento (también de los más pequeños), el actual Centro Mariápolis Internacional, que, desde 1986, recibe cada año a millares de personas. Llegan de las más variadas procedencias, jóvenes y adultos, que se reúnen en congresos, simposios, cursos de formación y de todo tipo, también con espacios calificados de diálogo ecuménico e interreligioso. Todos mancomunados por el mismo objetivo: contribuir a realizar y hacer visible la fraternidad; vivir a la luz de los valores universales del Evangelio, laboratorios de fraternidad; “una ciudad-casa”, como escribía en aquel entonces Chiara Lubich. invito
Acoger las diferencias, buscar lo que nos une
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