En particular, en referencia a las periferias que son cada vez más numerosas, el Papa amonestó sobre la indiferencia: «Todos conocemos el entusiasmo de los niños que juegan con una pelota desinflada o hecha de trapo en los suburbios de algunas grandes ciudades o en las calles de los pequeños pueblos. Quisiera alentar a todos, a las instituciones, a las sociedades deportivas, a las entidades educativas y sociales, a las comunidades religiosas, a trabajar juntos para que estos niños puedan llegar al deporte en condiciones dignas, especialmente aquellos que están excluidos por causa de la pobreza» El pontífice concluyó con un desafío preciso: «Mantener la genuinidad del deporte, protegerlo de las manipulaciones y del usufructo comercial. Sería triste, para el deporte y para la humanidad, si la gente ya no lograra confiar en la verdad de los resultados deportivos, o si el cinismo y el desencanto tomasen la delantera sobre el entusiasmo y sobre la participación feliz y desinteresada. En el deporte, como en la vida es importante luchar por el resultado, pero¡ jugar bien, con lealtad es todavía más importante!» Con el Papa, en el palco, muchos atletas, entre los cuales los italianos Alessando Del Piero y las medallas de oro en Esgrima en las Olimpiadas, Daniele Garozzo y Valentina Vezzali, la nadadora de Zimbabwe y ex poseedora del record del mundo Kirsty Coventry, el gimnasta Igor Cassina y atletas paralímpicos como la varias veces campeona Anna Schaffelhuber, el atleta Giusy Versace y la campeona de esgrima y medalla de oro en Rio 2016 , Bebe Vio. Muy significativas las breves palabras del maratoniano de Sudán del Sur, Paulo Lokoro, que corrió en Rio 2016 en el equipo olímpico de los refugiados. Dieron su contribución además, en este congreso del 5 al 7 de octubre, más de 300 delegados, de diversas etnias, culturas y religiones, en representación de organismos internacionales, deportivos o no deportivos, de gobiernos, de asociaciones y ONG, de empresas comprometidas en el variado mundo del deporte. Gracias a momentos de reflexión, profundizaciones temáticas, testimonios, trabajos de grupo, se enfocó el rol, insustituible, que el deporte puede tener en el servicio a la humanidad. «Estamos muy felices de haber participado y de haber colaborado en un evento de alcance histórico por su novedad con el cual la Iglesia ha dirigido su mirada al Deporte», subraya Paolo Crepaz, también él de Sportmeet. Como conclusión, con una solemne firma, cada uno se comprometió a ser “gamechanger”, es decir personas que se integran y promueven una red mundial, convencidas de que el deporte puede cambiar el mundo.
Difundir en todo lugar el amor verdadero
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