«Un trozo de pan, en el que Jesús se transforma para saciar del hambre de todos los corazones: ésta es la biografía de Jesús reducida a lo escencial. Es la nuestra: la pequeña vía de su amor, amor fuerte en la debilidad». (de un artículo de mayo de 1980) «Cada vez que celebramos la Eucaristía, lo que sucede no es solamente una agradable comunión con los demás en el Espíritu de Jesús, entendido como una simple idea o sentimiento; no, cada vez que celebramos la Eucaristía se abate la barrera más radical de la realidad, la barrera de la muerte; lo que sucede es un don, un don que realmente viene a nosotros; es proximidad –proximidad en donde la distancia recíproca, interior y exterior, se anula. En la Eucaristía no sólo nos volvemos un único cuerpo los unos con los otros, sino que nos volvemos Su cuerpo para el mundo. Para quien verdaderamente está permeado por la Eucaristía, este mundo y esta sociedad no le pueden dejar indiferentes; él tiene en sí mismo esta dinámica y es la dynamis de Dios, que se ofrece, que se dona, que lleva con la humanidad, como algo que le es propio e íntimo, todo lo que la humanidad conlleva, todo aquello que ella hace». (de una conferencia del 31.8.1977) «Lo importante no sólo es que tengamos la Eucaristía aquí, en nuestra comunidad. Conservamos el espíritu de Jesús sólo si y cuando amamos concretamente la comunidad del otro como la nuestra, cuando nuestras comunidades se abren más allá de las barreras que las separan, cuando en el centro de la comunidad vive el Señor». (de un artículo de mayo de 1979) De “La luce dentro le cose”, Klaus Hemmerle, Città Nuova, Roma 1998, págs. 190, 186, 187, 192.
Escuchar la voz del corazón
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