Estamos a pocos kilómetros de Postumia, en Eslovenia, una encrucijada entre el Oriente y el Occidente Europeo. Hoy día es meta turística con paisajes que dejan sin aliento, con una historia que tiene a sus espaldas la tragedia vivida en Europa con millones de muertos en las dos guerras mundiales. El horror de la guerra quedaron bien retratados, por ejemplo, en algunas obras del artista esloveno Ivan Rupnik, y en sus mosáicos de los bosques cerca de algunas foibe.
En el marco de esta conciencia histórica, los tres días vividos junto a los “Amigos de Juntos por Europa” asume un nuevo significado el de reconciliación europea, ante las dolorosas heridas todavía abiertas: aquí se pone en evidencia la relación de amor recíproco en acto entre los cristianos de distintas confesiones y proveniencias.
Había 14 países europeos representados, de Portugal a Rusia, de Suecia a Croacia. Una característica común ha sido el compromiso a favor de una Europa reconciliada, en la convicción de que los 500 años de separación entre las Iglesias ‘son suficientes’ y que se debe apuntar a actualizar el sueño de los Padres fundadores de la Unión Europea, construyendo la ‘fraternidad’ entre los pueblos.
El programa del congreso se concentró en la preparación del gran evento previsto para el 201t, en Munich de Baviera, con el deseo de poder ofrecer a la sociedad civil y religiosa un fuerte testimonio de reconciliación realizada, visible, fruto del conocimiento, la estima, la colaboración en múltiples iniciativas sociales comunes, que ha crecido a lo largo de los años, a partir del 2002, cuando empezó la experiencia de Juntos por Europa.
Los 108 participantes, de t1 Movimientos y Comunidades de varias Iglesias expresaron una auténtica ‘pasión’ por la unidad y la plena adhesión al proyecto, ofreciendo la disponibilidad de compartir ideas, responsabilidades y el esfuerzo de la organización.
«Junto a la sorpresa siempre nueva y a la alegría por el camino realizado –escribe uno de los participantes- evidente en la gran capacidad de escucha y acogida recíproca, era general el entusiasmo y la convicción de que, con la ayuda de Dios y ‘juntos’ es posible apuntar a realizar el ‘sueño’ de una Europa sin divisiones, que recupere sus raíces y pueda ser un modelo para los otros continentes».
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