Movimiento de los Focolares
Venezuela: que no muera la esperanza

Venezuela: que no muera la esperanza

Los continuos y largos cortes de luz eléctrica en todo el país paralizan los servicios básicos y las actividades comerciales, tornando dificilísima la vida de la población.  Un drama humanitario que crea, al mismo tiempo, profundas fracturas sociales. Rosa y Óscar Contreras, familia de la comunidad de los Focolares, cuentan cómo no se dejan arrastrar por la desesperación y cómo tratan de seguir siendo constructores de fraternidad, con fe y coraje. “La situación sigue empeorando – cuenta Rosa –. Semanas atrás, después de 105 horas sin servicio eléctrico, nuestra ciudad estaba destruida, sobre todo en la esfera comercial y financiera. Lo que hacía que todo fuera más complicado era la ausencia o la presencia no constante de servicios públicos como el suministro de agua, la recolección de la basura, teléfonos e internet. Además, el hecho que los cortes de luz persistan…” “Creemos que, incluso en estos momentos, la vida debe seguir adelante – explica Oscar –. Hemos conseguido volver a abrir nuestra empresa, que fabrica artículos en madera y en acrílico, y retomar algunas actividades. Resulta siempre un reto permanecer en pie y activos a pesar de la disminución de las ventas.  Es enorme el esfuerzo para poder respetar los compromisos con los proveedores y los dependientes, sin que haya un riesgo real de bancarrota. Con creatividad y disponibilidad al cambio constante de estrategia, hemos reaccionado a la hiperinflación y a las complejas políticas fiscales. WhatsApp Image 2019 04 15 at 20.23.30 2Hemos hecho, entonces,  un cambio total en las estructuras salariales de los empleados, encontrando nuevas formas para mejorar su rédito, alentar una mayor motivación al trabajo y obtener resultados mejores. Mientras tanto, los imprevistos no faltan.  Hasta hace un tiempo atrás, estábamos en condiciones de viajar para ir a visitar a las personas y estarles cerca, pero en este momento nuestro coche se ha averiado y repararlo es muy costoso, y los tiempos son largos por la falta de electricidad.  Mientras tanto nuestros ahorros se están acabando, aun cuando la Providencia de Dios no nos abandona y recientemente hemos podido comprar algunas cosas necesarias para mantenernos en este período”. “Nos dimos cuenta de que teníamos una cantidad inimaginable de oportunidades para vivir con radicalidad el Evangelio  – prosigue Rosa –. Todos los días, en los vecinos y parientes encontramos mucha desesperación y mil necesidades que nos obligan a estar atentos, en todo momento,  para compartir lo poco que tenemos. Siempre nos preguntamos qué habrían hecho en nuestro lugar María, José y Jesús.  Hemos visto, con alegría, que un buen grupo de vecinos, en lugar de quedarse encerrados en sus casas, ha comenzado a hacerse de amigos; nos parece que es un fruto de muchas iniciativas que hemos realizado en silencio para ayudar y generar esas relaciones”. “La realidad, de todos modos, es que estamos exhaustos física, mental y emotivamente – nos confiesa  Oscar – pero aun así, tenemos la certeza de que el Espíritu Santo nos ayudará y de que, a través de nosotros, él podrá dar a otros  la alegría y la esperanza que tratamos de transmitir. La semana pasada, aunque estábamos sin servicio eléctrico, creímos oportuno reunir a un grupo de jóvenes y chicos del Movimiento para compartir experiencias, reflexiones y mirar una película juntos. Todos contaron que estos días difíciles, a pesar de todo, son propicios para generar mucha comunión en sus familias;  gracias a la ausencia de teléfonos celulares, televisión, escuela, trabajo y otros compromisos, nacen diálogos profundos en las familias y se afrontan cuestiones de las que normalmente no se habla. Muchos han podido rezar juntos y compartir con los vecinos lo que tenían. Es interesante constatar que en todos hay una atención distinta cuando se compra algo, porque se lo hace no sólo en función de la propia familia, sino que se evalúa lo útil que eso puede resultar para los demás también”. Recogido por Anna Lisa Innocenti

Un oasis de paz para los niños-soldados

Un oasis de paz para los niños-soldados

En Colombia una Fundación para los niños obligados a empuñar las armas o trabajar en las plantaciones de coca. “Crear un espacio en donde los niños pobres encuentren dignidad, puedan pensar en la realización de sus sueños y hacer un camino en el que se forman con una mentalidad de justicia y paz”. Con estos objetivos el Padre Rito Julio Álvarez, sacerdote de la diócesis de Ventimiglia-Sanremo (Norte de Italia), hizo nacer en 2006, en el corazón de la región del Catatumbo, en el noreste de Colombia, la Fundación Oasis de Amor y Paz. logo ONG 2017Esta ONG vio la luz en una de las áreas pobres de la región, en donde el Padre Rito nació y vivió durante 20 años, y quiere ofrecer una oportunidad para poder rescatar a tantos niños que en el país están enrolados en las milicias de guerra u obligados a trabajar en las plantaciones de coca. Un proyecto que surgió de la experiencia personal del Padre Rito, quien – se lee en la página web de la Fundación http://www.oasisdeamorypaz.org/ – “desde pequeño conoció la guerrilla, los grupos revolucionarios ilegales que a menudo pasaban por el pueblo y trataban de convencer a los más pequeños a enrolarse. Algunos de sus compañeros, de incluso 11 o 12 años, se dejaron seducir por los revolucionarios y murieron en los combates contra el ejército regular. Un amigo de infancia, él también, partió con los grupos armados y a los catorce años fue una de las víctimas fatales. Ni siquiera se supo nunca nada de su cuerpo, abandonado en el campo de batalla”. “En la década de 1990 – cuenta – los campesinos del territorio se ilusionaron con que la plantación de coca cambiaría sus vidas, pero en cambio ello no hizo más que agravar situación. En 1999 entraron los paramilitares y hubo grandes masacres”. En el año 2000, ya sacerdote, observaba desde Italia el dolor de su gente herida en la guerra que se había desencadenado por el control de las plantaciones de coca, que veía enfrentarse paramilitares, grupos armados filo-gubernamentales y guerrilleros. En un territorio de 250.000 habitantes hubo alrededor de 13.000 muertos en pocos años. Sus familiares también se vieron obligados a dispersarse y muchos amigos murieron. Bambini Sfruttati Coca Foap OngLa necesidad de ayudar a esas personas era fuerte. Con sus familiares en Catatumbo decidió fundar una casa para los niños-soldados y para los que provenían de las plantaciones de coca. “Empezamos en 2007 – recuerda – en una pequeña choza en donde acogimos a los primeros 10 chicos. No teníamos nada de dinero, tan sólo la buena voluntad. Instalamos camas, mi hermana hacía la función de madre y se encargaba de cocinar. Mi madre me prestó los cubiertos, los platos, las ollas y las mantas. Así comenzó la aventura”. En el día de hoy la Fundación tiene dos sedes, hay proyectos que se refieren a la cría de peces y ganado y plantaciones de bananas y café. Son cientos los chicos que recibimos: algunos de ellos son ahora formadores y responsables de la ONG. Uno, que tenía un pariente narcotraficante de la zona, se metió a trabajar en política. “Me gusta mucho ver en la Fundación a esos niños que antes veía recoger las hojas de coca con las manos llagadas – dice conmovido el Padre Rito – aquí crecen y viven en un ambiente de paz, se sienten seguros y pueden pensar en un futuro distinto. Todo eso me impulsa a seguir adelante sin miedo. La confianza en el Señor me da la certeza de que esta obra podrá crecer”.

Claudia Di Lorenzi

En todos los países me sentí en casa

Vivió casi 30 años en el continente asiático, del que era un profundo conocedor y cuyos idiomas, en gran parte, hablaba. Se trata de Silvio Daneo, fallecido recientemente, quien dio un aporte importante en el ámbito del diálogo interreligioso, y no sólo en el Movimiento de los Focolares. En los últimos años se había dedicado a los más solos y marginados. Ahora descansa en el cementerio de Loppiano. “No es fácil describir en pocas palabras una vida intensa y llena de aventuras como la suya. En su reciente libro afirma que vivió ¡siete vidas!, en un continuo descubrimiento de la riqueza de lo divino en toda persona con quien se encontraba”. Con estas palabras María Voce, Presidente de los Focolares, recordó a Silvio Daneo, que durante su vida, para difundir la espiritualidad de la unidad, vivió en muchos países: Estados Unidos, Filipinas, China, Hong Kong, Macao, Taiwan, India, Thailandia, Pakistán, y luego Singapur, Malasia, Indonesia y Vietnam. El primer viaje lo afrontó cuando tenía 21 años en 1962. Iba a Estados Unidos, para hacer nacer, junto con otros dos focolarinos, el primer centro masculino del Movimiento en Norteamérica. Cuatro años después, se traslada al otro lado del mundo: con Guido Mirti, conocido en el Movimiento como Cengia, llega a las Filipinas. En Asia, a lo largo del tiempo, contribuyó al nacimiento de las comunidades de los Focolares en muchos países. Tenía un amor incondicional por la gente, sin esquemas fijos, orientado al bien de cada persona: ayudaba a todos con corazón generoso, para que pudieran percibir el amor divino a través del servicio concreto y cotidiano. Pocas palabras y muchos actos concretos. Un día acompañó a un joven del Movimiento a un templo budista para su ordenación. Durmió en el suelo durante varios días, comiendo lo que le daban los monjes, con temperaturas tropicales intensas, acosado por los mosquitos. Fue un gesto que marcó el comienzo del diálogo interreligioso en Thailandia. Silvio dio un aporte fundamental para conocer a los monjes budistas thailandeses. En 1995 organizó el primer encuentro entre el monje budista Phra Mahathongrattanathavorn y Chiara Lubich, y siguió luego los progresos del diálogo hasta que la salud se lo permitió. Silvio conocía a musulmanes, hindúes, parsis, gurúes y su relación con ellos era la búsqueda del bien de las personas que tenía delante. A mí personalmente, Silvio me dio mucho: a él le debo la apertura que siento dentro de mí por las grandes religiones y el hecho de no sentir obstáculos frente a personas que profesan un credo diferente al mío. “A menudo mencioné – decía en uno de sus libros – que, en cada uno de los países asiáticos en donde viví, y de los cuales traté de asimilar cultura y tradiciones, me vi enriquecido por el conocimiento de las varias tradiciones religiosas. Tuve muchas ocasiones concretas de conocer a personas de lo más variadas, y justamente a través de su testimonio de vida, oración, meditación, coherencia, dedicación a los demás, de honestidad en su actuar cotidiano, nació en mí la exigencia de conocer el contenido de las doctrinas que sus religiones enseñaban”. Juntos trabajamos en la apertura de un emprendimiento comercial en Vietnam, en 1990, con gran éxito. Un día, en Bangkok, nos quedamos sorprendidos al verlo inclinarse frente a algunos trabajadores que estaban construyendo la calle delante de nuestra casa. Les curaba sus heridas, y arrodillándose las desinfectaba y se las vendaba. Era un gesto impensable, sobre todo en esa época, que impresionó a aquellos obreros. Ellos mismos, algunos días después, por iniciativa y voluntad propias, construyeron la rampa de acceso a nuestra casa, sin querer dinero a cambio; cosa que nos impactó a todos. Silvio se reunía con obispos, sacerdotes cristianos, jefes musulmanes, rabinos y monjes budistas, y los saludaba a menudo en sus lenguas de origen, dejando atónitos a todos. “Si a alguien se le ocurriera elogiarme – escribía Silvio Daneo en la introducción de su último libro – involuntariamente cometería un error. Estoy convencido, por lo menos lo espero, de que he sido sólo un instrumento, incluso muchas veces bastante poco dócil. (…) Todo el mérito y los reconocimientos hay que dirigirlos a él, a Dios, el único capaz de realizar obras tan grandes”. En sus últimos años, ya en Roma, marcado por la enfermedad, no bajó la guardia, prodigándose por los presos, por la gente sola, abandonada, recogiendo alimentos y lo que podía serles útil. Hace un año lo vi mientras él hablaba con un grupo de monjes budistas thailandeses, y me di cuenta de cuánto la enfermedad lo había purificado. Le quedaba la sonrisa inconfundible y un rostro luminoso, a pesar del dolor. Porque la vida es eso también – pensé – saber llegar hasta el fondo conservando lo que tiene valor, saber transformar en amor, cada vez más fuerte, todo el dolor que nos llega.

Luigi Butori

Protección de menores de edad: formación, prevención y tolerancia cero

Tras la conclusión del primer congreso internacional de los encargados de los Focolares para la protección de menores, la Presidenta María Voce y el Copresidente Jesús Morán han escrito una carta a todos los miembros del Movimiento sobre el compromiso de los Focolares en este aspecto. “Invitamos a todos ustedes a comprometerse con gran responsabilidad en este objetivo tan importante de la promoción del bienestar y de la protección de menores”. Son estas las palabras de la Presidenta María Voce y del Copresidente Jesús Morán en una carta enviada el pasado 27 de marzo a todos los miembros de los Focolares en el mundo, al finalizar el primer congreso internacional de los encargados de los Focolares para la protección de  menores. (Ver carta anexa). Con 162 participantes provenientes de 38 países de todos los continentes, este encuentro, realizado del 14 al 17 de marzo en Castel Gandolfo (RM), fue la ocasión para hacer un balance del compromiso de los Focolares en relación al bienestar y la protección de cada persona; compromiso desde siempre presente en el Movimiento como lo demuestran las múltiples actividades de formación, las iniciativas y los proyectos realizados en todo el mundo para la promoción de los niños y los adolescentes. Líneas-guía y comisiones para la protección de menores En abril de 2014 el Movimiento elaboró también las “Líneas-guía para la promoción del bienestar y la protección de los menores” (en anexo introducción a las Líneas-guía) y en 2015 se constituyó una Comisión Central para la “Promoción del Bienestar y la Tutela de los menores” (CO.BE.TU.). En el mundo se han constituido comisiones regionales o están presentes encargados competentes. Su tarea es la de “proteger, pero también promover actividades de formación para nuestros miembros, especialmente aquellos que desarrollan actividades con los niños y adolescentes”. Las Comisiones tienen también la tarea de acoger las notificaciones de presuntos abusos y encaminar verificaciones internas. María Voce y Jesús Morán explican en la carta que durante estos años han llegado una veintena de estas notificaciones y comunican: “Con profundo dolor tenemos que reconocer que, también en nuestra gran familia de los Focolares, se han verificado algunos casos de abuso de menores, provocados por personas del Movimiento, o bien por personas que han participado en manifestaciones organizadas por nosotros. En su mayor parte son episodios sucedidos en un pasado lejano (incluso más de 20 años), pero lamentablemente otros han ocurrido en un pasado reciente. En ellos estaban involucrados también miembros consagrados”. La institución de la Comisión Central y de las regionales –afirman con mucha gratitud la Presidente y el Copresidente– ha sido una ayuda no solo para facilitar las notificaciones de casos de presuntos abusos, sino también “para comprender cómo hacer justicia a las víctimas, cómo acompañarlas, tanto a ellas como a sus familiares, y qué medidas internas llevar a cabo con los autores de los abusos, además, lógicamente, del proceso judicial previsto por las leyes de los respectivos países”. Tolerancia cero María Voce y Jesús Morán reafirman la línea de “tolerancia cero” del Movimiento de los Focolares ante cualquier forma de violencia, abuso, maltrato o actos de acoso, realizados directamente o a través de la Web, contra cualquier persona, con especial atención a los menores y a los adultos vulnerables. “Ello significa – explican – avisar a las comisiones locales o a la Central, de cualquier sospecha de abuso o de violencia”. Y consideran “una verdadera tentación pensar no reportar los casos por el bien de nuestro Movimiento, para evitar un escándalo o para proteger la buena fama de alguien”. Especialmente añaden “cada caso en particular significa una profunda purificación para el Movimiento. Aceptémosla con humildad y con profunda compasión hacia quien –quizás también por nuestra falta de atención- haya sufrido traumas indescriptibles.” Un compromiso, por tanto global, que no se limita solo a los miembros de los Focolares y que, como María Voce y Jesús Morán señalan al final de la carta, debería abrirse cada vez más a toda la humanidad. “No podemos dejar de sentir nuestro el grito de dolor de todos los niños y adolescentes del mundo. (…) Forma parte de nuestra vocación ir a su encuentro. Por eso deberíamos estar en primera línea en la defensa de las personas más débiles, en cualquier parte donde sean víctima de cualquier forma de violencia o abuso”. Carta Maria Voce e Jesús Morán -Protección de los Menores .ES  

Evangelio vivido: “Sed misericordiosos como vuestro Padre”

Somos hijos de Dios y podemos asemejarnos en aquello que lo caracteriza: el amor, la acogida, el saber esperar los tiempos del otro. En el  banco Trabajo en un banco, y siempre he tratado de ser un elemento de unión entre mis colegas; tal vez por eso me cayó muy mal descubrir, un día, que uno de ellos se valía de mí para desprestigiar a su jefe. Esa noche, en la iglesia, me volví a proponer que alejaría de mí todo pensamiento negativo para con ese colega y que me relacionaría con él como siempre. Luego, al encontrar otro trabajo,  anunció su renuncia y me saludó agradeciéndome por haber sido siempre un amigo para él. No me lo esperaba, pero estaba feliz de saber que mi esfuerzo no había sido en vano. (F.S. – Suiza) Una fe madura Día tras día mi marido va perdiendo la memoria y sus capacidades, y yo misma ya no consigo agacharme para recoger algo… y me pregunto: ¿es ésta la vida?  Escuchando al Papa Francisco cuando les habla a los jóvenes de los ancianos, me volvió la esperanza y una fuerza nueva para afrontar las dificultades de la vejez y las enfermedades. Siempre había rechazado la fe como la panacea de todos los males; fue necesaria toda una vida para llegar a una fe más madura. (F.Z. – Polonia) Dos horas preciosas Hoy era mi turno de voluntariado en el hospital, pero llovía y estaba cansada; es que ya tengo 62 años y sufro de artrosis. Pero pensando en esos enfermos fui de todos modos.  Cuando llegué al hospital, me encontré con un paciente deprimido, desnudo, inmóvil, sin que nadie lo atendiera. Pasé dos horas con él, tratando de darle todo aquello de lo que yo era capaz. ¡Y pensar que anoche, haciendo un balance de la jornada,  me había sentido una inútil! (M. – Italia) Sola Cuando murió mi marido, tras sólo cuatro años de matrimonio, me pregunté: ¿cómo podré criar yo sola a mis niñas? Encontré la respuesta en la Palabra de Dios, que es Padre de todos.  Era sólo  cuestión de que la pusiera en práctica.  Lo comprobé muchas veces, sobre todo cuando los problemas se hicieron más complejos a medida que ellas iban creciendo: escoger el tipo de escuela, las amistades, las horas de esparcimiento… A veces experimento la misma desolación de muchas personas, solas como yo llevando adelante una familia.  Es entonces cuando, al seguir creyendo en el amor de Dios, encuentro el equilibrio, la posibilidad de volver a reiniciar un diálogo con mis hijas, incluso en cuestiones delicadas. (I.C. – Italia)