Renacer cada día
(Igino Giordani, Il Natale come rivoluzione, Città Nuova, Rome 1974, n.24, p.18)
(Igino Giordani, Il Natale come rivoluzione, Città Nuova, Rome 1974, n.24, p.18)
Un compromiso que implica a fuerzas políticas, instituciones, movimientos eclesiales, organizaciones de la sociedad civil y, en primera línea, a los jóvenes. Este es el clima que se respiró durante la Conferencia “Cuerpo Europeo de Solidaridad y Servicio Civil en Europa” el 24 de octubre de 2023 en Bruselas (Bélgica). Jesús Morán, copresidente del Movimiento de los Focolares presente en el encuentro, nos comparte sus impresiones. El martes 24 de octubre, Bruselas (Bélgica) amaneció inesperadamente soleada, al contrario de lo que esperábamos la tarde del día 23, cuando llegamos a la capital belga y nos recibió una intensa lluvia. Para los habitantes de Bruselas, ciudadanos de innumerables países europeos, ver tanto sol era una novedad en pleno otoño; para nosotros era un buen presagio de lo que viviríamos esa mañana en el imponente edificio del Parlamento Europeo. A las 9:15 horas, en un aula de seminarios con capacidad para 30 personas, inició el encuentro promovido por tres asociaciones con inspiración muy diferente: el Movimiento Europeo, la Asociación ‘Caterinati’ y el Movimiento de los Focolares, en el marco del Cuerpo Europeo de Solidaridad (CES), una iniciativa de la Comisión Europea capaz de reunir a parlamentarios de todos los sectores políticos gracias a su bagaje de valores y constructivo. El acto fue también un homenaje y un recuerdo a David Sassoli, Presidente del Parlamento Europeo fallecido el 11 de enero de 2022. Para mí era la segunda vez que participaba en un acto de este tipo. La primera fue antes de la pandemia y se celebró en el Parlamento Europeo en Roma. La providencia quiso que precisamente este martes la Comisión de Cultura del Parlamento Europeo aprobara casi por unanimidad, mientras iniciábamos la sesión, el informe sobre las actividades del CES para el periodo 2021-27. El Movimiento de los Focolares estuvo representado no solo por mí, como copresidente, sino también por miembros del Movimiento Político por la Unidad, New Umanity (presente con tres jóvenes) y el “focolar europeo”, que tiene su sede precisamente en Bruselas y que interactúa con muchas personas de las instituciones europeas, acogiendo también a inmigrantes y promoviendo actividades de diálogo y compartición de ideales. No me detengo en los detalles del evento que pueden leerse en los diversos comunicados de prensa aparecidos en los últimos días. Quisiera, en cambio, subrayar la enorme importancia de estos acontecimientos aparentemente menores y minoritarios, que sin embargo pueden marcar la línea de un cambio de rumbo en las relaciones internacionales, en las dinámicas de la conformación social de las naciones y de los pueblos; que ofrece a Europa un rostro diferente, más acorde con la idea de los fundadores de la Unión de lo que estamos acostumbrados a ver, especialmente en estos tiempos, y más coherente con su verdadera identidad fundada en valores de indiscutibles raíces greco-latinas y cristianas, como la solidaridad, la apertura, la tolerancia, la comunión, la democracia, la trascendencia, la libertad, la fraternidad y la paz. También es muy significativo que iniciativas como el CES tengan a los jóvenes como protagonistas. De ellos depende, en efecto, liderar el cambio de paradigma que todos esperamos. Los más de 300.000 jóvenes que han participado en el programa de solidaridad de la Comisión a lo largo de los años demuestran que esos son los objetivos por los que están dispuestos a gastar todas sus energías intelectuales y morales. Los jóvenes no se echarán atrás si les ofrecemos objetivos elevados y les facilitamos su camino. En este momento dramático del mundo, la esperanza viene de ellos y de su deseo de cambio. Los jóvenes con la solidaridad en las venas pueden detener la deriva de incomprensión, polarización, odio y violencia que aflige al mundo. Con iniciativas como esta, estos jóvenes crean cultura –y alta cultura–, porque no solo trabajan por las causas más nobles, sino que también construyen nuevas relaciones, comparten experiencias y tradiciones, y se enriquecen de su diversidad. Al final del encuentro se percibió una alegría especial en todos los participantes, que no se daba por descontada, sobre todo entre los parlamentarios, acostumbrados a enfrentamientos interminables y a luchas de poder a veces despiadadas. El sol de Bruselas nos dijo, mientras nos dirigíamos al aeropuerto, que la niebla abandonará nuestros corazones si somos un poco más generosos y damos importancia a lo que realmente vale. Solo esto hace que todo sea más hermoso, también esta espléndida ciudad.
Jesús Morán
Benoît y Chloé Mondou, una joven pareja francesa, han elegido iniciar su camino matrimonial participando juntos en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa (Portugal).
“Al principio queríamos hacer el viaje de luna de miel por Europa, pero cuando se presentó la oportunidad de ir a la JMJ, ¡no lo dudamos ni un segundo!”. Benoît y Chloé Mondou, se casaron en Alta Saboya (Francia), una semana antes de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa (Portugal). Veinticuatro años él y veintidós ella. Se conocieron hace siete años en un grupo scout en el que son muy activos, hoy son guías voluntarios. Benoît conoce la espiritualidad de los Focolares desde niño y, a través de él, Chloé también empezó a vivirla. Y fue precisamente con un grupo de jóvenes del Movimiento francófono de Francia, Bélgica y Suiza que partieron hacia Lisboa. “No dejamos de lado el viaje a Europa – explican – pero nos dijimos que era muy importante ir a la JMJ. Ahora podemos decir que marcó fuertemente una etapa en nuestro matrimonio”.
Benoît y Chloé también participan en un proyecto social en su ciudad en el que visitan a personas alojadas en residencias de ancianos. “Somos afortunados de haber sido educados en la misma religión – explica Chloé – pero también somos afortunados de estar felices de rezar juntos. Como resultado, la participación en la JMJ ha dado una dimensión aún mayor a la fe que ambos tenemos. Muchas veces estábamos separados, luego nos volvíamos a encontrar para la alabanza o la adoración, encontrando así momentos para orar juntos”. “Y fue muy fuerte – confiesa Benoît – porque en la vida cotidiana realmente no tenemos la oportunidad de orar juntos. En Lisboa, pasar tiempo juntos, incluso en grupo, fue genial. Personalmente creo que es una experiencia que debes tener al menos una vez en la vida. Y si es en pareja, mejor”.
Momentos fundamentales los vividos con el papa Francisco. “Para mí lo más importante que dijo el Papa – dice Cloé – es cuando recordó que todos somos amados como somos, porque cuando formas parte de un grupo, a veces tiendes a crear tu propia personalidad para aparecer, para ser aceptado. Pero en lugares como ese te das cuenta de que así es como vivimos unos con otros, así es como somos naturales, y así es como Dios nos ama más”.
“Yo de las palabras del Papa – continúa Benoît – siento que me asumo un desafío, que me llegó muy profundo: tratar de ser Jesús. Ha invitado al millón y medio de jóvenes que estábamos en Lisboa a regresar a nuestros países, difundir la buena noticia, ayudar a los demás y hacer progresar a los demás con la palabra de Cristo”.
“En la JMJ – reflexiona Chloé – descubrí una nueva forma de vivir mi fe. Comprendí que hay tantas maneras diferentes de vivir la fe y no importa si una persona va cantando en la calle y otra prefiere estar sola en el fondo de una iglesia. Dentro de una familia, cada uno necesita encontrar su lugar y su propia manera de orar”.
“Hemos partido de Portugal con mayor fe – concluye Benoît. Esta experiencia ha acrecentado el deseo, que ya teníamos, de educar a nuestros hijos en la fe y en el Evangelio. Después de la boda religiosa necesitábamos esta JMJ, peregrinación, recogimiento, oración. Nos ha hecho mucho bien”.
Anna Lisa Innocenti
Son estas las últimas palabras con las que el Papa Francisco saludó a los jóvenes y a todos los participantes en la S. Misa conclusiva de la JMJ 2023.
Es difícil describir lo que hemos vivido durante estos inolvidables días de gracia. Sé que es un tópico decir, en estos casos, que hay que vivirlo para entenderlo. Pero es verdad. En esta ocasión, sí, es verdad. He participado en cuatro JMJ, las dos primeras y las dos últimas, y puedo testificar que hay algo que circunda estos días que no se puede explicar. Un conocido personaje público portugués, agnóstico y amante del cine, escribió en un artículo de prensa que lo que contempló en las calles de Lisboa en este verano abrasador era la película más hermosa que jamás había visto. Era imposible no contagiarse de la alegría y la vivacidad que los jóvenes que acudían a la “ciudad de la luz” ─y que la llenaban con la otra luz que llevaban dentro─ derramaban a raudales: en los barrios, en los centros comerciales, en el metro, en los autobuses, en los bares, en las zonas verdes o en el cemento, en pequeños grupos o en grandes multitudes humanas, sonoras, locuaces, multicarismáticas, con una simpatía que conmueve el corazón. Caminando entre ellos, pude ver a los habitantes de la ciudad, entre perplejos y curiosos. Si Lisboa, con su belleza mágica e indescriptible, fue un regalo para estos jóvenes, ellos no lo fueron menos para esta ciudad, que se sentirá orgullosa de haber visto reunirse a un millón y medio de jóvenes para celebrar su fe en Cristo, algo totalmente inédito…”.
Extraordinario el trabajo realizado por la Iglesia portuguesa, así como por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, organizador del evento. Al igual que la ciudad y sus autoridades civiles. Pero no cabe duda de que la corona de laurel es para los jóvenes. Pero, ¡quién habría podido imaginarlo después de tres años de grave pandemia y en medio de una crisis institucional, como la que está atravesando la Iglesia católica a causa de abusos de varios tipos!
Si hoy la prensa española daba protagonismo al caso de una chica con un 5% de capacidad visual que dice haber recuperado la vista en los últimos días, para mí el verdadero milagro era la fe viva de estos jóvenes, expresada en su lenguaje típico y con infinidad de gestos atrevidos y desconcertantes. De hecho, si por una parte, mostraron un entusiasmo desbordante cantando y bailando, el momento más emblemático – sin duda el verdadero centro de esta jornada – fue una vez más la adoración eucarística de la vigilia: más de un millón de personas se arrodillaron sin que nadie se lo indicara para adorar en un silencio “ensordecedor” a Aquel a quien consideran el ¡”corazón del mundo”!
Era imposible no conmoverse. Y en ese momento, el fado que nos regaló la cantante Carminho nos puso la piel de gallina: “Tú eres la estrella que guía mi corazón/ Tú eres la estrella que ha iluminado mi camino/ Tú eres la señal que guía el destino/ Tú eres la estrella y yo soy el peregrino”. Y nos preguntamos: pero ¿qué fuerza de atracción puede ejercitar un pequeño trozo de hostia sobre una multitud tan grande de jóvenes esparcidos por un campo de más de 3 km de longitud (100 campos de fútbol)?
Se podría pensar que los jóvenes que se reunieron en Lisboa sean buenas personas, con una vida ordenada, jóvenes educados, que no se manchan con los problemas de los demás. Nada más equivocado. Un grupo internacional de ellos se ha esforzado durante años para elaborar un cuadro artístico de extraordinaria belleza y eficacia manifiesta, a través de un palco escénico monumental, una especie de entarimado gigante sobre el que desfilaban esas mímicas etéreas, dejándose caer atados a cuerdas y llevando la cruz de una parte a la otra, arriba y abajo. La sensación de vértigo era continua, y la elección de este gesto no era casual: en cada estación, con pocas notas de reflexión oral y muchos efectos visuales, se expresaba con crudeza la sensación de vértigo que envuelve la vida de los jóvenes de hoy: dependencias, falta de sentido de la vida, futuro incierto, desprecio de la vida, relaciones tóxicas. Motivos todos que la cruz llevaba, o mejor dicho, el crucificado llevaba a sus espaldas, para ser después transfigurados en nueva vida.
Ciertamente los momentos clave de esta JMJ, como de las precedentes, fueron los encuentros con el Papa. Otro elemento desconcertante y típico de este evento: ¿Por qué los jóvenes aman tanto a los papas, independientemente de los caracteres (de los papas), ya sean tradicional, intelectual o reformista?
Pero más allá de estos puntos salientes, el programa de estos días estuvo salpicado por otros muchos eventos, menores pero no por eso menos significativos, como los conciertos musicales en los centros neurálgicos de la ciudad, los encuentros por nacionalidades, la compartición con personas comprometidas en la Iglesia a nivel parroquial o asociativo, y sobre todo las varias catequesis guiadas por los jóvenes mismos y que tuvieron como relatores principales a obispos de distintas partes del mundo. Todas fueron ocasiones para profundizar el lema de la JMJ: Rise up (Levántate).
“Ánimo, no tengan miedo! El Papa Francisco parece que se dirigía con estas palabras a toda la Iglesia. Porque no hay duda de que hace falta ánimo. Y en esto los jóvenes están llamados a ser protagonistas. Son el presente y el futuro de una Iglesia renovada por el Espíritu. Una Iglesia que, como Francisco ha repetido varias veces, quiere ser una casa para todos, sin exclusiones, y recuperar el impulso profético que la impregna. Una Iglesia que camina con nueva confianza, que la encuentra en sí misma y más allá de sí misma: en Jesucristo. Una Iglesia que quiere dar hospitalidad a toda la humanidad en la humanidad resucitada de Jesús de Nazareth, como dice un conocido teólogo.
Tal vez sea un poco optimista, pero en estos días he visto una Iglesia joven que está un poco más allá de la prueba, o al menos tiene confianza en superarla. Me lo han enseñado los miles y miles de jóvenes que encontré en Lisboa. No problematizan, no se fosilizan en la crítica, al contrario, algo (su pureza, quizás, acrisolada en el dolor y en la incertidumbre) los lleva a concentrarse en el centro de la fe con el corazón de los sencillos. Y, como dice el Maestro, de ellos es el Reino de los Cielos (cf. Mt 5, 1-12).
Resumo en tres imágenes todo lo que he querido expresar en este artículo: jóvenes que caminan, que caminan por toda Lisboa (símbolo del mundo), a veces exhaustos por el calor y el cansancio acumulado tras noches durmiendo poco; jóvenes con el vértigo de la cruz sobre los hombros, sobre la que están escritos todos sus sufrimientos; jóvenes de rodillas en adoración, conscientes de que en un trozo de pan está toda la vida, una vida que no muere. La Iglesia viva, la de siempre, la de hoy, la del futuro.
Jesús Morán
Los jóvenes esperan las próximas citas con el Papa para las que se vienen preparando desde hace tiempo y, en estos primeros días en Lisboa (Portugal), han participado en los encuentros “Rise Up”. Averigüemos cuáles son.
Mientras escribimos, la XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud se halla en su punto de inflexión y los primeros 4 días muy intensos ya forman parte de la vida de más de medio millón de jóvenes que recibieron al papa Francisco el 3 de agosto de 2023 en el corazón de Lisboa (Portugal), en el Parque Eduardo VII, rebautizado como “Cerro del Encuentro”, para indicar la dimensión fundante de esta JMJ: la relación con Dios, consigo mismo y luego con los demás, para construir un mundo en paz, sustentable y fraterno.
Al grito “Dios ama a todos”, en una Iglesia donde hay espacio para todos, Francisco ha inaugurado oficialmente la JMJ portuguesa cuya crónica diaria podemos leerla en los medios de comunicación.
En cambio, lo que corre el riesgo de quedar en un segundo plano es el gran trabajo de actualización que la Iglesia, en el sentido más universal del término – realizada por los jóvenes junto con sus educadores, a los sacerdotes y obispos, y las diversas realidades eclesiales – ha realizado, para que esta Jornada Mundial fuese un lugar donde los jóvenes se “encuentren” en sus interrogantes, en la búsqueda consciente o menos de Dios para tenerlo como compañero de vida; en la creación de espacios de intercambio, inspiración y escucha mutua.
“Rise Up” Meetings: espacios para pensar, compartir, inspirarse
Sin duda una de las mayores novedades de esta edición son los encuentros “Rise Up” (levántate), el nuevo modelo de catequesis de la JMJ que invita a los jóvenes a reflexionar sobre los grandes temas abordados durante el pontificado del papa Francisco: la ecología integral, la amistad social y la fraternidad universal, la misericordia.
Son 270 encuentros realizados en 30 idiomas que se relacionan todos con el tema general de la JMJ: “María se levantó y partió de prisa” (Lc 1,39).
El Movimiento de los Focolares también participó en los encuentros Rise Up – 3 citas de medio día cada uno – para peregrinos de habla inglesa, reuniéndose con un promedio de 5.000 jóvenes por día. “Inmediatamente me sentí protagonista – dice Eunice, una gen del equipo organizador – y el tema de esta JMJ me inspira mucho: yo también me siento impulsada a levantarme e ir de prisa, como María; siento una fuerte motivación para dar más, para superar los límites, el cansancio y las dificultades, como hizo ella cuando fue a visitar a Isabel. Ella no se detuvo, amó”.
Margaret Karram y Jesús Morán, presidente y copresidente de los Focolares, tomaron la palabra junto al Cardenal Patrick O’Malley de Boston (EE.UU.), al arzobispo Anthony Fisher de Sídney (Australia) y el obispo Robert Barron de Winona-Rochester en Minnesota (EE.UU.).
Los jóvenes de la JMJ de Lisboa
Experimentar el amor de Dios y llevarlo donde estés o te sientas llamado fue el hilo conductor de los encuentros marcados por dinámicas, música, oración y mucho compartir. “Sentí que después de un año y medio de ‘aislamiento’ por el COVID algo en mí había cambiado” – dice Pete, de Estados Unidos, en su primera JMJ. “Decidí venir con los muchachos de mi diócesis para involucrarme. Quería salir de mi zona de confort, conocer chicos de otros países, ver cómo afrontan los problemas. Todavía tengo muchas preguntas, a algunas he encontrado respuestas aquí”.
Incluso para los jóvenes de Eslovaquia no fue fácil decidir a partir y abrirse a personas de otras culturas y formas de hacer las cosas. Hay una gran expectación por lo que dirá el Papa en los próximos días. “Estamos seguros que sus palabras permanecerán para siempre en nuestros corazones y nos ayudarán en las diferentes situaciones de la vida”.
Este encuentro, reconocerse como hermanos y hermanas, es quizás el rasgo más característico de este evento; por lo tanto, los testimonios son fundamentales para las reuniones de Rise Up.
La vida real en el centro
Como la de Lucas, que vive en la Amazonía brasileña. En la JMJ de Panamá quedó fascinado con la figura de Jesús y, de regreso a casa, se involucró en un proyecto para ayudar a las comunidades indígenas de su tierra. Durante 15 días, con un equipo de médicos, enfermeras y psicólogos, junto a una veintena de jóvenes, llevan ayuda, tratamiento y apoyo a muchas personas alejadas de los centros de tratamiento. “Una experiencia increíble: la de entregarme de la mañana a la noche, sin parar”, dice Lucas. “El Proyecto Amazonas me ha hecho crecer mucho como persona. El primer fruto de todo esto soy yo: he cambiado, ya no soy el mismo”.
Sofía, de Argentina, habla de su viaje existencial de fuerte búsqueda de sentido. En un momento se encontró con la figura de la beata Chiara Luce Badano cuyo sí a Dios, incluso en el dolor, le dio la fuerza para dar su vida en el camino de la consagración en el Movimiento de los Focolares. Y podríamos seguir porque son muchos los testimonios contados, así como las preguntas que los jóvenes hacían a los obispos y líderes que hablaban.
“Vine a esta JMJ con un grupo de amigos – dice Pat, 19 años, de Sídney – y esto es importante para mí porque creo que, para poder hacer una diferencia en el mundo, pero también para tomar decisiones personales, necesitamos a otros. La soledad es un problema para muchos jóvenes de mi edad y quiero hacer algo al respecto, empezando por amar a mis amigos y aquí entendí que ese es el camino correcto”.
Son muchas las preguntas y también los miedos de estos jóvenes, pero no sólo esto: estos chicos quieren abrirse, conocer; vienen de diferentes historias y existencias, a menudo opuestas, pero están aquí para encontrarse con el papa Francisco y encontrar a Dios en sus vidas y encontrar amigos con quienes compartirlo. La JMJ de Lisboa ha llegado al corazón de su camino.
Stefania Tanesini
Para leer los discursos completos:
Margaret Karram, Discurso del 2 de agosto de 2023, Encuentro Rise up, JMJ Lisboa (Portugal)
Jesús Morán, Discurso del 2 de agosto de 2023, Encuentro Rise up, JMJ Lisboa (Portugal)
Margaret Karram, Discurso del 3 de agosto de 2023, Encuentro Rise up, JMJ Lisboa (Portugal)
Jesús Morán, Discurso del 3 de agosto de 2023, Encuentro Levántate, JMJ Lisboa (Portugal)
Avisos