
Voces desde Uganda, para reconstruir el país
Gulu, situada en el norte de Uganda, es después de Kampala, la capital, la segunda ciudad del país. Muchos de trasladan a esta ciudad sea por estudio como por trabajo, y entre estos también Gloria Mukambonera, quien trabaja en el campo de la informática. Cuando en 2013 llegó a Gulu, se puso en contacto con la comunidad local de los Focolares, buscando a los que compartían su mismo ideal de paz que está en la raíz del Evangelio vivido. «Allí encontré una verdadera familia – cuenta- donde podía compartir las alegrías y los dolores. Tratamos de vivir también la comunión de bienes, siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos, según las posibilidades de cada uno. Lo recaudado lo utilizamos para ayudar a quien padece alguna necesidad y para el tratamiento de las personas enfermas de la comunidad». Es una experiencia que lleva a mirar las necesidades que tienen los que nos rodean, que no faltan, también debido a las consecuencias de la guerra que se siguen arrastrando. «Un día – cuenta Gloria- un sacerdote nos pidió que fuéramos a visitar a las personas de una parroquia que queda a 4 horas de distancia, porque – nos explicó- existían conflictos inter-tribales y tal vez nosotros podíamos ayudar a que las personas se reconciliaran. Nos sugirió que les habláramos de nuestro compromiso en vivir el Evangelio y de las experiencias de paz y de unidad que nacen al vivir de este modo. En particular les donamos nuestro testimonio sobre el perdón, sobre cómo nos hemos ayudado a superar las divisiones entre nosotros a través del “arte de amar” que nace del Evangelio. El encuentro con los jóvenes del lugar fue algo muy especial. Leímos juntos la Palabra de Vida y compartimos las experiencias al tratar de practicarla, abriéndonos después a la comunión; y también cantamos, jugamos y realizamos espectáculos teatrales…. En el diálogo abierto que continuó se podía percibir en ellos el deseo de comenzar a vivir en reconciliación» Fue una posibilidad de «convertirse en constructores de paz», como nos invitó a hacer el Obispo, «eligiendo el camino del amor evangélico para estar en grado de reconstruir el país, después de la destrucción causada por la guerra de los años pasados».
Ibanda, está situada en la zona de Uganda occidental. Desde hace varios años vive allí un grupo animado por la espiritualidad de los Focolares, y el trabajo que hacen es el de transformarse a sí mismos para transformar el ambiente que los rodea, comenzando por las cárceles. «Cambió radicalmente nuestro modo de mirar las cosas y también el modo de actuar, sobre todo la actitud negativa que teníamos hacia los presos», cuenta Sara Matziko. «La frase del Evangelio: «Todo lo que quieran que los hombres les hagan a ustedes, háganlo a los demás» (Mt. 7, 12) nos dio ánimo para ir a visitarlos y rezar junto con ellos. Nos dimos cuenta de que algunos de ellos, desde hacía muchos años, no recibían los sacramentos. El sacerdote de nuestra comunidad vino con nosotros y pudo ofrecer este importante servicio». Lentamente se fue venciendo también la desconfianza que los familiares sentían hacia ellos y se fue construyendo una relación de amistad, hasta llegar a ir juntos a visitar a los reclusos. Durante estas visitas conocimos a un joven, Ambrogio, quien, después de haber cumplido su pena quiso seguir estudiando. «Lo ayudamos a completar el liceo», cuenta Sara. «Vivir la Palabra de Vida día tras día, mejoró la relación entre nosotros y con toda la comunidad. También el párroco nos acompaña en este camino que tratamos de compartir también con las otras comunidades parroquiales. Algunos de nosotros tuvimos la posibilidad de participar en el encuentro internacional de la Economía de Comunión que tuvo lugar en Kenia, en la ciudadela “Mariápolis Piero” (27 al 31 de mayo de 2015). Nos ayudó a ir adelante con los proyectos que están en curso».
Palabra de Vida – Julio 2016
No hay nada más bello que oír que nos dicen: «Te quiero». Cuando alguien nos quiere, no nos sentimos solos, caminamos seguros, podemos afrontar incluso dificultades y situaciones críticas. Si además el quererse se vuelve recíproco, la esperanza y la confianza se refuerzan, nos sentimos protegidos. Todos sabemos que para crecer bien, los niños necesitan estar rodeados de amor, de alguien que los quiera. Pero esto es cierto a cualquier edad. Por eso la Palabra de vida nos invita a ser «buenos» los unos con los otros, o sea, a querernos; y nos pone de modelo a Dios mismo. Precisamente su ejemplo nos recuerda que quererse no es un mero sentimiento; es un «querer el bien del otro» muy concreto y exigente. En Jesús, Dios se acercó a los enfermos y a los pobres, sintió compasión por la multitud, tuvo misericordia con los pecadores y perdonó a quienes lo habían crucificado. También para nosotros querer el bien del otro significa escucharlo, demostrarle una atención sincera, compartir sus alegrías y sus pruebas, preocuparse de él, acompañarlo en su camino. El otro no es nunca un extraño, sino un hermano, una hermana que es parte de mí, a quien quiero servir. Todo lo contrario de lo que sucede cuando percibimos al otro como un rival, un competidor, un enemigo, y llegamos a desearle el mal, a machacarlo, a eliminarlo incluso, tal como, por desgracia, nos cuentan las crónicas de cada día. Aun sin llegar a tanto, ¿no nos sucede también a nosotros que acumulamos rencor, desconfianza, hostilidad o simplemente indiferencia o desinterés hacia personas que nos han perjudicado, que nos resultan antipáticas o que no pertenecen a nuestro círculo social? Querer el bien los unos de los otros –nos enseña la Palabra de vida– significa tomar el camino de la misericordia, dispuestos a perdonarnos cada vez que nos equivocamos. A este respecto, Chiara Lubich cuenta que, al principio de la experiencia de su nueva comunidad cristiana, había hecho un pacto de amor recíproco con sus primeras compañeras para poner en práctica el mandato de Jesús. Y a pesar de ello, «sobre todo al principio, no siempre era fácil para un grupo de chicas vivir la radicalidad del amor. Éramos personas como las demás, aunque sostenidas por un don especial de Dios; y también entre nosotras, en nuestras relaciones, podía depositarse polvo, y la unidad podía languidecer. Ocurría, por ejemplo, cuando nos dábamos cuenta de los defectos e imperfecciones de los demás y los juzgábamos, de modo que la corriente de amor mutuo se enfriaba. »Para reaccionar a esta situación, un día pensamos en sellar entre nosotras un pacto, al que llamamos “pacto de misericordia”. Decidimos ver cada mañana al prójimo con quien nos encontrábamos –en el focolar, en clase, en el trabajo, etc.– verlo nuevo, totalmente nuevo, sin recordar en absoluto sus tachas ni sus defectos, sino cubriéndolo todo con el amor. Y acercarnos a todos con una amnistía completa del corazón, con un perdón universal. Era un compromiso fuerte, que adquirimos todas juntas y que nos ayudaba a ser siempre las primeras en amar, a imitación de Dios misericordioso, el cual perdona y olvida»1. ¡Un pacto de misericordia! ¿No podría ser este un modo de crecer en bondad? FABIO CIARDI 1 C. LUBICH, El amor al prójimo, charla a un grupo de musulmanes, Castel Gandolfo, 1-11-2002.

Europa: Encuentro. Reconciliación. Futuro.
El resultado del reciente referéndum británico es uno de los muchos síntomas de la fragmentación de Europa, una confirmación más de que no son suficientes las medidas funcionales para dar sentido y convicción a una pertenencia común. Tiempos de crisis que invoca nuevas reflexiones y propuestas audaces. Un momento oportuno para Juntos por Europa, claro signo público de renovación del continente, con la etapa en Múnich, del 30 de junio al 2 de julio de 2016. Quien conoce Juntos por Europa sabe que no es un evento sino un camino de unidad en la diversidad que se inició en 1999 e involucra un número cada vez mayor – hoy más de 300 – de Movimientos y Comunidades de diferentes Iglesias de distintos países europeos, conscientes de ser parte de una minoría que confía. Un proceso que, a través del encuentro y la reconciliación, ha producido sus efectos: Comunidades y Movimientos prueban el sabor de encontrarse, se descubren complementarios, la mutua confianza cambia las personas. Programa. El 30 de junio y 1° de julio un Congreso en el Circus-Krone-Bau para 1.500 responsables y colaboradores, articulado en 36 foros y mesas redondas. Entre las participaciones destacadas, la del cardenal Peter Turkson. El 2 de julio un evento en la estación central Karlsplatz (Stachus) de Múnich, abierto a la ciudadanía. En programa las ponencias del Secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias Olav Fykse Tveit, de los cardenales católicos Kurt Koch y Reinhard Marx, de los obispos evangélicos Frank Otfried July y Heinrich Bedford-Strohm, del metropolita ortodoxo Serafim Joanta, en representación de las diferentes Iglesias. De los Movimientos y Comunidades intervendrán Maria Voce (Movimiento de los Focolares), Gerhard Pross (YMCA Esslingen), Andrea Riccardi (Comunidad de San Egidio), Michelle Moran (ICCRS), Walter Heidenreich (FCJG Lüdenscheid), p. Heinrich Walter (Movimiento Schoenstatt). Activa, comprometida y creativa participación de los jóvenes desde su preparación. Papa Francisco y el Patriarca ecuménico Bartolomé estarán presentes a través de video mensajes. Una transmisión en vivo internet en 7 idiomas permitirá seguir el programa (www.togheter4europe.org). Los temas que se tratarán, entre los cuales integración y reconciliación, solidaridad con los más débiles, sostenibilidad y protección del medio ambiente, cristianos y musulmanes en diálogo, matrimonio y familia, economía, quieren centrarse en una responsabilidad que va más allá de Europa, porque según Maria Voce, «tiene que dar al mundo la experiencia de estos 2 mil años de cristianismo, que maduró ideas, cultura, vida, acciones que sirven para el mundo de hoy y que, lamentablemente, hasta ahora que no se han puesto en relieve». La edición de Múnich se apoya en un constante camino de compartir, de reflexión y debate de enfoques y experiencias. De relieve la mesa redonda en Ginebra del pasado 21 de abril, organizado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Movimiento de los Focolares, titulado «Europa, qué identidad, qué valores». En esa ocasión, Pasquale Ferrara, diplomático y profesor universitario, afirmó que hoy en Europa, más que hablar de referencias a sus raíces cristianas, es necesario producir juntos «frutos cristianos». Y presentó como parte de la solución, «la «regla de oro», que invita a que hagamos a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros». Esa regla – dijo Ferrara – «no es sólo un valor ético, sino que asume una dimensión política, porque está replanteando la naturaleza y el carácter de la comunidad política». Juntos por Europa se presenta como un de los sujetos capaces de interpretar esta dimensión, por inspirar y motivar a personas de distintas generaciones y comunidades que pertenecen transversalmente a los pueblos de Europa, para encarnar los valores de la justicia, acogida, reconciliación, paz en la vida cotidiana. Una tesela para poner en pie esa «Europa protagonista» que, según papa Francisco al Parlamento europeo en noviembre de 2014, «contempla el cielo y persigue ideales, mira, defiende y protege a los hombres, camina sobre tierra segura y firme, valioso punto de referencia para toda la humanidad». El evento en Múnich es patrocinado por la Unesco, el Consejo de Europa, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. Comunicado de prensa SIF

Chiara Lubich: amor y misericordia, un nexo inseparable
Jesús Abandonado es la expresión más alta de la misericordia del Padre Es Jesucristo quien revela el verdadero rostro de Dios (cf. MV 1), y es para todos nosotros la imagen del Padre, su expresión, su esplendor, su belleza, la belleza de su amor (cfr. Jn. 14,8-9). Pero, ¿hasta dónde llegó Jesús por amor a nosotros? Hasta morir por nosotros. Es en la cruz, de hecho, cuando la Divinidad se inclina más profundamente hacia el hombre (cfr. DM 8). En el cumplimiento del misterio pascual, Jesús vence el dolor, el pecado, la muerte, y transforma todo en misericordia (cfr. Rm 5,20). Dios se hizo hombre para amar –afirma Chiara- no sólo con el Amor sino también con el Dolor: asumió en Sí “todos los dolores del mundo, todas las desunidades del universo y las hizo, por Amor, ¡Dios!”. Él, habiéndose recubierto de nuestros pecados, traduce el dolor en amor, traduce la miseria en Misericordia”. En una carta de 1945, Chiara dice confidencialmente: “También yo caigo a menudo y siempre. Pero cuando levanto la mirada hacia Él veo que es incapaz de vengarse porque está clavado en la cruz por un exceso de Amor, me dejo acariciar por su infinita Misericordia y sé que es esa cruz la única que debe triunfar en mí. ¿Qué sería de Él, infinitamente misericordioso? ¿Para qué?¡Si no fuera por nuestros pecados! En un impulso vital, que revela su elección originaria y su consagración a Dios en su abandono, Chiara exclama: “Quisiera testimoniar al mundo que Jesús Abandonado ha llenado todo vacío, ha iluminado toda tiniebla, ha acompañado toda soledad, ha anulado todo dolor, ha cancelado todo pecado”. Estos son, en síntesis, algunos puntos de la espiritualidad trazada por Chiara Lubich, vistos desde la perspectiva de la misericordia hacia la cual el Año Santo nos impulsa a dirigir la mirada. Pero no podemos terminar sin hacer referencia brevemente a María, la madre de la misericordia y la madre de la Obra fundada por Chiara y a ella dedicada, “Obra de María”. “Una madre –afirma Chiara- no deja de amar al hijo aunque sea malo, no deja de esperarlo si está lejos, no desea nada más que volver a encontrarlo, perdonarlo, abrazarlo nuevamente, porque el amor de una madre todo lo perfuma de misericordia. (…) El suyo es un amor que, porque está por encima de todo, desea cubrirlo todo, (…) El amor de una madre es naturalmente más fuerte que la muerte. (…) Bien, si es así en las madres normales, podemos muy bien imaginar cómo es María, ¡Madre humano-divina del niño que era Dios, y madre espiritual de todos nosotros! (…) Pero Dios en María deposita su designio sobre la humanidad (cfr. Lc. 1, 49); en María revela todo su misericordia por los hombres”. Fuente: Centro Chiara Lubich Prima parte: La misericordia en la espiritualidad de Chiara Lubich Segunda parte: Chiara Lubich: el amor al prójimo y las obras de misericordia Texto integral de Alba Sgariglia (italiano)