Movimiento de los Focolares
Nos ha dejado Giorgio Marchetti

Nos ha dejado Giorgio Marchetti

DSC_0133«Aquí a África, nos ha llegado la noticia (de la partida de Giorgio Marchetti), a la una de la mañana del 29 de mayo, fiesta de Corpus Cristi. Varias veces había expresado su deseo de alcanzar a Chiara Lubich en el cielo. Gocemos con él y recemos». Así escribió María Voce a los miembros del Movimiento de los Focolares en todo el mundo, desde Kenia donde está de viaje desde el 14 de mayo hasta el 1º de junio. Giorgio Marchetti (Fede), nació en Padua (Italia) el 16 de octubre de 1929, y fue uno de los primeros en comprometerse en la “aventura de la unidad”, como definía Chiara los inicios del nacimiento del Movimiento, pero también el camino que también hoy recorren los Focolares en todo el mundo. «Muchos lo recordamos –escribe Michele Zanzucchi, director de Città Nuova – por la forma tenaz con la que siguió a Chiara Lubich en el camino trazado por el carisma de la unidad en los primeros meses de la ciudadela toscana de Loppiano, en medio del fango pero en el entusiasmo más auténtico. O bien en Brasil, donde se encontró con la dura realidad de las favelas y miró de frente esta realidad. O también sosteniendo el Movimiento, siempre en primera fila, mirando hacia adelante». Y Ángel Bartol, quien lo acompañò en los últimos momentos decía: “Fede se donó enteramente, en cuerpo y alma, hasta el final”. Médico, psicólogo y teólogo, acompañó y formó a cientos de jóvenes en el camino del Focolar. La inteligencia y la generosidad son sus características. Habrá mucho que escribir sobre él y lo haremos en los próximos días. Hoy sólo decimos: ¡Gracias, Fede, por tu vida proyectada hacia la unidad de la familia humana! Los funerales tendrán lugar en el Centro de Castelgandolfo, el miércoles 1° de junio, a las 11 de la mañana.  

Kenia: El Derecho en la sociedad contemporánea visto por MariaVoce

Kenia: El Derecho en la sociedad contemporánea visto por MariaVoce

Dar a la Ley un rostro humano y de búsqueda de una justicia basada en el valor de la fraternidad, es el fuerte mensaje que Maria Voce, abogada y presidente del Movimiento de los Focolares ha dado a un público de 300 personas reunidas el pasado 25 de mayo en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica de África del Este (CUEA), en Nairobi (Kenia). Eran estudiantes de Derecho y Ciencias sociales,  profesores, miembros de la Facultad, personal de la universidad. En su discurso  tituladoEl Derecho en la sociedad contemporánea”, Maria Voce explica cómo con la evolución de la sociedad, el comportamiento correcto se ha sistematizado en la comunidad, y con la obtención de la identidad política de Estado se ha incorporado en las Constituciones, en sus códigos o en otras leyes. Con la llegada del Cristianismo, según la presidente de los Focolares, «emerge, como valor de referencia, una ley superior que viene de Dios, el único Justo y que Jesús comunica a la humanidad: la ley del amor».

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© CSC Audiovisivi – Verônica Farias

Maria Voce se detiene, después, sobre el desarrollo del sistema legislativo en África donde constata que «es muy fuerte la tendencia comunitaria por lo cual al individuo nunca se le considera de un modo aislado, sino siempre como miembro de una comunidad (familia, clan, estirpe, tribu), con respecto a la cual tiene deberes y responsabilidades y de la que recibe ayuda, apoyo y protección». Sostiene, además, que la espiritualidad de comunión que viven los miembros de los Focolares, está empezando a influenciar en la construcción del tejido social y, por consiguiente, las reglas que gobiernan cada comunidad humana. Para explicarlo, se refiere a algunos puntos de la espiritualidad de la unidad. El primero: el descubrimiento de Dios como Amor. . «Esta comprensión nos lleva a vivir la “mayor justicia”. Si justicia es dar a cada uno lo suyo – nos decíamos -, puesto que todo es de Dios, ¡da todo a Dios y serás justo!».. El segundo: el empeño por vivir la Voluntad de Dios «conduce al descubrimiento del fundamento de la legalidad, entendida como coherencia entre nuestro actuar y la elección fundamental que hemos hecho, es decir, la elección de Dios-Amor». Y el tercero: el amor al prójimo. Para Maria Voce «no se puede prescindir de ello para reconocer eficazmente la dignidad de cada hombre (de cada mujer) y sus derechos inviolables».
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© CSC Audiovisivi – Verônica Farias

Y hablando del amor recíproco, recuerda que «el hombre nace social por naturaleza y tiene necesidad de los demás, como los demás tienen necesidad de él». Y añade que « el amor recíproco es ley de colaboración que, haciendo descubrir en cada uno un don de amor, es el cemento de la sociedad y el equilibrio del derecho». «Nos alienta la experiencia del Movimiento que se muestra como la verificación de una hipótesis de vida entretejida de relaciones personales basadas sobre el principio de la unidad, testimonio de que es posible una legalidad orientada según el Mandamiento nuevo como norma fundamental de la vida de relación», ha concluido. Después de su intervención, el Decano de la Facultad de Leyes, el Dr. Maurice Owuor, subraya la actualidad del discurso de Maria Voce, porque “el amor es un valor capaz de sostener nuestras leyes”. Y afirma: “tendremos que poner más énfasis en el educar a los ciudadanos a los valores como el amor, la fraternidad, el cumplimiento de las leyes no por temor a las sanciones sino porque es una cosa buena en sí”. Como conclusión, sigue un forum abierto a comentarios y preguntas. Respondiendo a quien le pregunta  por los efectos de la justicia en el bien común, Maria Voce afirma que «no es la ley la que coopera al bien común, sino la persona, contribuyendo a promover leyes justas». Y lanza un desafío a los estudiantes: «Deseo que de muchos de ustedes puedan nacer muchas leyes buenas».

Willy Niyansaba


“El Derecho en la sociedad contemporánea” – discurso de Maria Voce

Palabra de vida – Junio 2016

¡Qué entonada esta invitación de Jesús a la paz en medio de los conflictos que desgarran a la humanidad en tantas partes del mundo! Mantiene viva la esperanza, sabiendo que Él es la paz y ha prometido darnos su paz. El Evangelio de Marcos recoge esta palabra de Jesús al término de una serie de dichos que dirige a sus discípulos, reunidos en casa en Cafarnaúm, en los que explica cómo debería vivir su comunidad. La conclusión es clara: todo debe llevar a la paz, la cual contiene todo bien. Y esta paz estamos llamados a experimentarla en la vida cotidiana: en la familia, en el trabajo, con quien piensa distinto en política. Una paz que no teme encontrarse con opiniones discordantes, de las que hay que hablar abiertamente si queremos una unidad cada vez más verdadera y profunda. Una paz que exige al mismo tiempo que estemos atentos a que la relación de amor nunca falte, porque el otro vale más que las diferencias que pueda haber entre nosotros. «Dondequiera que llega la unidad y el amor recíproco –afirmaba Chiara Lubich–, llega la paz, la paz verdadera. Porque donde hay amor recíproco, está presente en cierta medida Jesús en medio de nosotros, y Él es la paz, la paz por excelencia»1. Su ideal de unidad había nacido durante la segunda guerra mundial, y enseguida se reveló como un antídoto al odio y a la aflicción. Desde entonces, ante cualquier nuevo conflicto, Chiara siguió proponiendo con tenacidad la lógica evangélica del amor. Por ejemplo, cuando estalló la guerra de Irak en 1990, expresó su amarga sorpresa al oír «palabras que creía sepultadas, como “el enemigo”, “los enemigos”, “comienzan las hostilidades”, además de los partes de guerra, los prisioneros, las derrotas […]. Nos dimos cuenta con consternación de que se hería en lo más profundo el principio fundamental del cristianismo, el “mandato” por excelencia de Jesús, el mandamiento “nuevo”. […] En lugar de amarse mutuamente, en lugar de estar dispuestos a morir el uno por el otro», la humanidad volvía a caer «en el abismo del odio»: desprecio, torturas, matanzas2. ¿Cómo salir de ahí?, nos preguntábamos. «Debemos tejer, donde sea posible, relaciones nuevas, o profundizar en las ya existentes, entre los cristianos y los fieles de las otras religiones monoteístas: los musulmanes y los judíos»3, o sea, entre quienes estaban entonces en conflicto. Lo mismo vale para cualquier tipo de conflicto: tejer entre personas y pueblos relaciones de escucha, de ayuda recíproca, de amor, diría Chiara, hasta «estar dispuestos a morir el uno por el otro». Hace falta dejar de lado nuestras propias razones para entender las del otro, aun sabiendo que no siempre llegaremos a entenderlo hasta el fondo. También el otro hará probablemente lo mismo que yo y quizá tampoco él me entenderá a mí ni mis razones. Sin embargo, queremos permanecer abiertos al otro, aunque persistan las diferencias y la incomprensión, y salvar ante todo la relación con él. El Evangelio lo plantea como un imperativo: «Vivid en paz», señal de que requiere un compromiso serio y exigente. Es una de las expresiones más esenciales del amor y de la misericordia que estamos llamados a vivir unos con otros. FABIO CIARDI ___________________________________

  • En la TV bávara, 16 de septiembre de
  • Cf. «No tibios, sino ardientes»: LUBICH, Santificarse juntos, Ciudad Nueva, Madrid 1994, pp. 74-77.
  • Cf. «Mejor que ayer»: en ibid., p. 78.
Filipinas: Economía de comunión, una economía para todos

Filipinas: Economía de comunión, una economía para todos

EoC_03Fue el 29 de mayo de 1991 cuando Chiara Lubich lanzó en San Pablo, Brasil, la Economía de comunión (EDC). Al comprobar las desigualdades sociales en el país, evidentes por la expansión de las favelas que, como corona de espinas, rodea los rascacielos de la metrópolis, ella da vida a una realidad que pronto involucra a empresarios y trabajadores, estudiantes, profesores e investigadores, ricos y pobres. Para el actual coordinador del proyecto, Luigino Bruni, los pobres siguen estando en el corazón de la EDC: «No puedo olvidar las muchas veces en que Chiara Lubich, cuando trabajábamos juntos, me repetía: “No olvidar nunca que la Economía de comunión la hice nacer para los pobres”. Hoy tenemos el deber ético y espiritual de colocar a la pobreza y a los excluidos en el centro del sistema económico, político y social.» Los pobres son los primeros testigos de la experiencia naciente de los Focolares en Trento, cuando en plena guerra, Chiara Lubich y sus primeras compañeras – ellas mismas sin recursos – invitan a su mesa a los pobres y ponían en común lo que recibían. Esa misma comunión, espiritual y material, también caracteriza hoy en día a los actores de la EdC, su principal recurso: una comunidad de personas que comparten una visión del mundo y de la economía, que hace propia la lucha por la reducción de la pobreza y la desigualdad. El vínculo entre comunidades y empresas tiene en el empresario de comunión la figura de referencia. EoC_07Los 25 años de la EdC se expresan en un evento internacional en Filipinas, en Tagaytay (Manila), titulado “Economía de comunión, una economía para todos“. Desde el 25 al 29 de mayo de 2016, 250 participantes comparten el progreso de la experiencia y debaten sobre las principales líneas de acción a nivel mundial para los próximos años:

  • Formar una red internacional de incubadoras de empresas, con espacios y recursos en los Polos empresariales nacidos de la EdC, disponibles para apoyar particularmente los proyectos de jóvenes emprendedores.
  • Crear un Observatorio sobre la pobreza, para garantizar que la lucha contra la pobreza sea siempre central y en conformidad con el espíritu de la EdC y para ayudar a identificar sus periferias.
  • Multiplicar las Lab-Schools, laboratorios de capacitación técnica, profesional y empresarial dirigida especialmente a los jóvenes.

No es casual la elección de Asia para esta cita mundial. «Aquí se puede encontrar el mismo panorama que Chiara encontró en Brasil en 1991. Pero también hay riqueza, jóvenes, emprendimiento. Hay un vínculo evidente entre la creación de riqueza y la pobreza. La Economía de comunión vive mientras tenga juntos ambos», observa Luigino Bruni. «En 15 años más, la cuota del PIL de Asia será el doble que la de Estados Unidos y Europa occidental. El futuro del mundo entonces dependerá del tipo de economía que se desarrollará en Asia. Celebrar el 25° de la Economía de comunión es reconocer que el futuro de esta en Asia es una cuestión crucial». En contemporánea con el Congreso en las Filipinas, se están haciendo otros más en diversas partes del mundo. El sábado 28 de mayo, a las 21, hora de Manila, una conexión internet permitirá interactuar con Bolivia (Escuela Interamericana de empresarios), Italia (Polo Lionello Bonfanti, Loppiano), México (Congreso de empresarios en Puebla), Eslovaquia (Congreso de empresarios de Eslovaquia y República Checa). Participarán en la conexión grupos de EdC en Brasil, Costa de Marfil, Guatemala, Madagascar, Panamá, Portugal, Rusia, España, Uganda. Una verdadera fiesta para las bodas de plata de la EdC. «y es una Boda», en palabras de Luigino Bruni. «En un mundo que carece de la capacidad de hacer fiesta, la Economía de comunión parece el milagro del pan que se multiplica para los pobres, pero también el milagro del vino en las bodas que llega para los pobres y para todos, el milagro de la fiesta de la fraternidad». Edc-online.org/it/ Comunicado de prensa – 27 de mayo de 2016 –  Una economía para todos, pobres y ricos https://www.youtube.com/playlist?list=PLseXirhCvXpHfSeiIcXBqicR4Hfl4dxuB

África: el desafío del pluralismo

África: el desafío del pluralismo

DSCF8466Durante la Escuela para la Inculturación surgieron algunas preocupaciones acerca de aquellos aspectos de la modernidad que pueden dejar en la sombra los valores fundamentales de las culturas africanas. Sin embargo, no se puede detener el desarrollo. Según su opinión, ¿cuál es el camino para salvar los valores contenidos en las tradiciones? «En efecto también yo considero que no se puede evitar el desarrollo. Incluso la cultura de la tradición en las culturas africanas se mantiene siempre en evolución. Sin embargo, la modernidad deja penetrar en las tradiciones africanas el materialismo, el individualismo, la primacía del dinero y el capitalismo. No quiero decir que la plata es un mal en sí misma, pero su uso errado nos hace olvidar  nuestra humanidad, lo que en África llamamos “ubuntu”. Pero la modernidad contiene también aspectos positivos, como la democracia, los derechos humanos, el pluralismo que nos permite acoger al otro y la diversidad. En algunos países africanos nos matamos porque no se permite el pluralismo; existe un “yo colectivo” que es muy peligroso. En este sentido el respeto a la individualidad – un valor de Occidente – no parece totalmente negativo, porque si quiero huir del “yo colectivo”, necesito una buena dosis de individualismo. En fin, yo opino que hace falta un equilibrio entre individualismo y pluralismo. Es importante tomar conciencia de ello y reflexionar, aunque no sea suficiente. Pienso que debemos iluminar la cultura africana contaminada por los valores negativos de la modernidad. Creo que a este punto es necesaria una intervención del cristianismo, que muestra al otro como mi camino hacia la santificación. El Evangelio nos invita a poner el dinero en un segundo plano. Jesús pone en primer lugar al ser humano, al prójimo. Para mí esto es importante, me parece el camino para salvar los valores universales contenidos en las tradiciones». ¿Cuál es la impresión que se lleva de estos días? ¿Cuáles desafíos quedan por afrontar en la vida cotidiana de los pueblos africanos? «A través de una simple situación que viví, sentí que en estos días yo podía volver a nacer, como Nicodemo. Fue mi inicio en la Escuela para la Inculturación. La segunda impresión fuerte fue ver a las personas que están aquí. Descubrir que África es plural, que existe “la pluralidad de las Áfricas”. Me daba ganas de conocer a cada uno, comprender cómo vive; hablar con un camerunés, que es muy distinto de un burundés, un ruandés o un etíope. Aquí experimenté la pluralidad de África. Sin embargo, como africanos, coincidimos en ciertos valores comunes como la solidaridad, la familia y las relaciones familiares, la comunión, la centralidad de la educación de nuestros hijos; todo esto es importante para nosotros africanos, aunque seamos muy distintos. Para mí, el desafío para superar las guerras internas, pasa por la encarnación de las palabras del Evangelio en lo cotidiano, en la vida socio política. Es el desafío que parte de estos días. Volviendo a casa, ¿cómo nos comportaremos con los que son distintos de nosotros? ¿Cómo nos comportaremos con nuestros enemigos? ¿Con las personas que no son de mí mismo partido político, que no me aprecian? ¿Seré capaz de amarlos? ¿Seré esta “luz blanca” del Evangelio, en las realidades sociales, políticas, en las incomprensiones que persisten entre los distintos grupos de la misma nación? Éste es el compromiso que me llevo: el desafío de este tiempo para derrotar los grandes problemas de África». Por Irena Sargankova