Oct 12, 2022 | Senza categoria
Ser testigos auténticos sin resignarnos nunca. Vivir el Evangelio en la vida de todos los días nos exigen esto, poner de lado nuestros temores e ir más allá de nuestros límites o de nuestras convicciones; confiar en los dones que Dios nos ha dado porque allí reside nuestra fuerza. Sin rencor La Misa estaba concluyendo. Mientras el Padre Carlos, nuestro párroco, impartía una bendición especial a uno de los parroquianos que estaba cumpliendo noventa años, yo intentaba sacar una foto de la escena. También estaba presente en la ceremonia su hermana, que había venido por la ocasión desde la Suiza francesa. A la salida de la iglesia me acerqué a ella y le pedí su número de celular para poder mandarle toda la serie de fotos. Me lo dio con mucho gusto, agradeciendo. Más tarde me llamó a mi casa, mientras yo no estaba; le respondió mi esposo, quien a mi regreso me dijo: “¿Pero tú hablas con esa persona a pesar de todo lo que nos hizo?”. Se refería a viejos desencuentros entre esa señora y nosotros. “¡Claro! -le respondí-. No quiero irme de este mundo guardando rencor a nadie. La verdad es que somos todos hermanos, aunque algunas veces se nos olvida”. Mi marido no replicó nada, pero por un tiempo lo vi más bien pensativo. (Loredana – Suiza) El examen Vivo en Florencia con otros cuatro amigos, que también son estudiantes universitarios y, como yo, desean modelar su vida de acuerdo al ejemplo que nos dio Jesús. El apartamento donde vivimos es muy húmedo y para calentarnos usamos una estufa de leña. No es la única dificultad, pero sin embargo es un incentivo para querernos auténticamente. Por ejemplo, con el compañero con el que estaba preparando un examen teníamos tiempos y métodos diferentes. Quería desistir y proponerle que cada uno estudiara por su cuenta. Pero cuando hablé con los otros chicos me aconsejaron que siguiera insistiendo, que intentara comprender mejor a mi compañero de estudios. Entendí que tenía que seguir amándolo. No faltaron los momentos de tensión y desánimo, pero él me decía que le gustaba venir a estudiar a nuestra casa, porque había un clima distinto. Al final, nos fue bien en el examen y él quiso que lo festejáramos en la pizzería, pero no solo conmigo sino con todos nosotros y dijo: “el examen superado es el fruto de querernos, pero también de la compresión de tus amigos”. (Gioacchino – Italia)
A cargo de Maria Grazia Berretta
(Tomado de” Il Vangelo del Giorno” (El Evangelio del Día), Città Nuova, año VIII, n.2, septiembre – octubre 2022)
Sep 30, 2022 | Sin categorizar
La intensa experiencia vivida por Jenny López Arévalo, responsable del Centro para Ancianos Chiara Lubich, en Lámud (Amazonía peruana). El relato de su encuentro con L. Un mañana, en mi oficina del Municipio donde trabajo, recibí un expediente pidiendo ayuda para internar a una adulta mayor en nuestro Centro. El expediente tenía sólo el nombre de la persona, L. y el número de documento. Pedí, por lo tanto, un informe más completo y un diagnóstico actualizado de su salud. Desde la Alcaldía del pueblo de origen me explicaron que la abuela era violentada en su propia casa. Ella, una persona vulnerable, con los brazos amoratados, imposibilitada de movilizarse y en un estado de abandono total. Como responsable de la Casa Hogar “Chiara Lubich”, pedí a las autoridades locales que agilizaran los trámites para alejarla de su casa y de su pueblo. El Juzgado tenía que dictar sentencia para que la anciana pudiera dejar ese lugar, sólo que el juez estaba de vacaciones… Decidí, entonces, ofrecer nuestra disponibilidad para acogerla enseguida, asumiéndome toda la responsabilidad. Llegamos a su pueblo luego de 7 horas por caminos dificultosos. La anciana estaba sola en su casita, dormida, parecía moribunda. Me acerqué y la llamé por su nombre, pero no respondía. Firmé, enseguida, el acta para poder trasladarla y esa noche la pasamos en un hospedaje. No pude dormir, mi mente y mi alma estaban puestas en lo que podía pasar. Me desperté temprano y ofrecí todos mis miedos en la oración. Al día siguiente pedí el apoyo de una asistente social para poder finalmente regresar a mi casa, con mis niñas, mi esposo y mis padres ancianos. Sin embargo, no se encontró la disponibilidad de una asistente social. Fue un momento difícil, pero decidí no desistir. La vida de L., atada a un hilo, dependía sólo de un pequeño esfuerzo. Y así pasó otro día. Le susurré a Martina: “Tú estás sufriendo como Jesús en la Cruz y yo estoy aquí contigo. Si tienes que partir al Cielo, lo harás acompañada”. Pasé la noche con ella y, al otro día, llegaron los médicos que la atendieron, la hidrataron, y sólo después la trasladamos a la Casa Hogar, donde la acogimos con todo el afecto. Se necesitaban 23 frasquitos de una medicina muy fuerte. Recorrí las farmacias de Lámud, hasta que llegué a una que me dijo que tenía, pero que no sabía qué cantidad tenía. Fue emocionante cuando la empleada trajo la caja y se puso a contar los frasquitos: ¡Eran exáctamente 23! Vi su cara de sorpresa: “Es así cuando uno anda con Dios”, le dije. Luego del largo viaje, Martina pudo descansar. Hace algunos días Dios la llamó. Partió serena, rodeada de afecto y recibiendo la unción de los enfermos. En el dolor, nos queda la alegría de haber amado a nuestra querida L. que tanto sufrió, y deja tras de sí una estela de amor y de oraciones de personas de todo el mundo que piden por ella. Su breve presencia llegó como un don y nos puso a todos en “puntas de pie”, con más confianza en Dios. Jenny López Arévalo (Lámud, Amazonas, Perú)
Edición: Gustavo E. Clariá
Sep 29, 2022 | Sin categorizar
El Movimiento de los Focolares ha publicado un Balance de Comunión para el período 2020-2021, una herramienta de información para dar a conocer las principales acciones e intervenciones de esta realidad en el mundo; un documento detallado que es útil a cada uno para vivir y caminar juntos hacia la realización de la unidad y la fraternidad. Por primera vez el Movimiento de los Focolares publica un informe de misión y decide hacerlo a la luz de este tiempo de crisis e incertidumbre, que trae consigo las secuelas de la pandemia y las heridas aún abiertas de los múltiples conflictos en el mundo. Pero es precisamente cuando los problemas parecen más grandes y comunes que parece emerger un sentimiento popular de verdadera fraternidad y solidaridad.
He aquí, por tanto, que este Balance de Comunión, más que ser un simple informe, pretende dar al lector una narración explicativa de las acciones e intervenciones del Movimiento de los Focolares, destacando lo que une y lo que queda por mejorar. El balance da especial importancia al elemento clave que se deduce del propio nombre: la comunión. En efecto, el estilo de vida propuesto por el Movimiento se basa en la tensión de poner en práctica el amor que tiene sus raíces en el Evangelio. Un amor que – como dijo la fundadora de los Focolares Chiara Lubich (1920-2008) – exige amar a todos, se los primeros en amar, “entrando en la piel del otro”, para que este amor se extienda hasta hacerse recíproco, precisamente, comunión. En esta perspectiva, el documento quiere resaltar los efectos de la comunión misma, de lo que se tiene y de lo que se es, en un compartir voluntario y libre. Al mismo tiempo, quiere convertirse en un instrumento que se abre al diálogo y a la comunión, como ha dicho la presidenta Margaret Karram en sus palabras introductorias: “Es con estos sentimientos que deseo ofrecer a todos para que esto también pueda convertirse en un instrumento de diálogo, para tender puentes y difundir una cultura y una práctica de la fraternidad. Me interesa mucho que podemos aprender a vivir cada vez mejor esta comunión, este intercambio, en una relación de reciprocidad que nos hace hermanos y hermanas y promueve una auténtica familia en la que la diversidad nos enriquece y nos une en una unidad armoniosa”.
Stefania Tanesini
Para leer el Balance de Comunión en español, haga clic aquí
Sep 20, 2022 | Sin categorizar
En un clima de alegría, paz y fraternidad, concluyó días atrás la Undécima Asamblea General del Consejo Ecuménico mundial de las Iglesias, en Karlsruhe, Alemania. Nos lo cuenta el equipo del Centro “Uno”, secretaría internacional para el ecumenismo del Movimiento de los Focolares, presente en el evento. “El amor de Cristo mueve el mundo a la reconciliación y a la unidad”. Ése ha sido el lema cristológico alrededor del cual se llevó a cabo la undécima Asamblea General del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEC) que tuvo lugar en Karlsruhe (Alemania) del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2022. Estaban presentes los representantes de alrededor de 350 Iglesias. Delegados y líderes miembros del CEC, líderes de otras comunidades de fe que colaboran con el Consejo trabajando por la unidad de la humanidad, como así también una delegación tanto de la Iglesia ucraniana, como de la rusa. Un fuerte signo y un testimonio concreto de cómo este Consejo realmente es una plataforma siempre abierta al diálogo. Los participantes provenientes de todos los continentes de la tierra trajeron consigo la imagen viva de toda la humanidad, en su diversidad, sufrimiento y riqueza. Contaron sus historias, su gran amor por Cristo, las luchas por la paz, y el deseo de apuntar a la unidad justamente. Un proyecto que para realizarse no requiere un amor cualquiera, sino que necesita el Amor que nace del corazón de la Trinidad, que se encuentra sólo en el contacto con Dios. Ello fue expresado en la especial importancia y atención que se le dieron a la oración. Todos los días, de hecho, empezaba y se concluía rezando, dentro de una tienda espaciosa y luminosa preparada especialmente en memoria del lugar del pacto, en donde el pueblo hebreo se encontraba con Moisés. La diversidad de las liturgias, de los idiomas, de la música, de los cantos y las costumbres, alimentó la alegría y el asombro por la riqueza de la única fe común, expresada a través de una infinidad de formas. Las delegaciones llegaron a Karlsruhe como peregrinos que quieren acompañarse y sostenerse mutualmente, trazar nuevas direcciones y dar testimonio juntos del amor de Dios. Guiaba la delegación de la Iglesia Católica el Cardinal Kurt Koch, quien, durante la apertura del evento, transmitió algunas palabras del Papa Francisco escritas para la ocasión, alentando a los participantes a crecer en la comunión fraterna en el nombre de Cristo, para ser creíbles como Iglesia en salida y para alivio del mundo en una época de divisiones y guerras. El aporte del Movimiento de los Focolares se insertó como una pieza en este gran mosaico, con una presencia de más de 30 personas, católicas y de varias Iglesias, entre obispos amigos de los Focolares, focolarinas y focolarinos, gen (los jóvenes del Movimiento), voluntarios de Dios y un amigo musulmán. Estar presentes junto a tantas personas de las distintas Iglesias fue una experiencia única para cada uno de nosotros y una ocasión preciosa para sentirnos una sola cosa en el amor de Cristo. La asamblea concluyó entregando un informe, acogido por una gran mayoría que expresó su consentimiento, y que hace referencia a tres retos significativos de nuestro tiempo: justicia climática, justicia racial, igualdad entre el hombre y la mujer. Todo ello haciendo hincapié en la manera en que las Iglesias pueden afrontarlas. Elementos que no sólo nos ponen en camino sino que, como se lee en algunas líneas de este documento final, manifiestan la similitud con los objetivos y con el espíritu que guía al Movimiento de los Focolares: “Se puede definir la búsqueda de la unidad que está inspirada por el amor y basada en una relación profunda y recíproca como: un ‘ecumenismo del corazón’. Es el amor cristiano el que nos impulsa a caminar uno al lado del otro, honestamente, para tratar de ver el mundo con los ojos de los demás y para experimentar la compasión de los unos por los otros”.
Centro “Uno”
Sep 15, 2022 | Focolare Worldwide
Un puente entre Europa y Asia. Kazajistán fue el país de destino del 38° Viaje Apostólico del Papa Francisco, que tuvo lugar del 13 al 15 de septiembre de 2022. El motivo de la visita fue el VII Congreso de Líderes de Religiones mundiales y tradicionales. El VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales se inauguró ayer, 14 de septiembre de 2022, en el Palacio de la Independencia de Nur-Sultan, la capital kazaja, evento que reunió a cerca de un centenar de delegaciones de 50 países de todo el mundo y que ha colocado entre las más altas prioridades la afirmación de la paz, la armonía y la tolerancia como principios inquebrantables de la existencia humana. No es casual, por tanto, que el lema de este 38º viaje papal sea precisamente “Mensajeros de paz y unidad” y que el logotipo diseñado para la ocasión represente una paloma con una rama de olivo. Un fuerte llamado a la fraternidad, como recordó el Pontífice al inicio de su discurso, “que nos une a todos, como hijos e hijas del mismo Cielo”.
En un tiempo corroído por los conflictos y aplastado por el peso de las desigualdades, ha declarado Francisco, “las religiones nos recuerdan que somos criaturas (…). La condición de criaturas que compartimos instaura así una comunión, una verdadera fraternidad”. Citando a un poeta kazajo, Abai, el Papa subrayó la importancia de mantener “el alma despierta y clara la mente”. Eso es lo que necesita el mundo, una “religiosidad auténtica”, desprovista de cualquier tipo de fundamentalismo, tóxica para todos los credos. “Por tanto, necesitamos la religión para responder a la sed de paz del mundo y a la sed de infinito que habita en el corazón de todo hombre”, prosiguió. Mirando los problemas de hoy, especialmente los relacionados con la vulnerabilidad provocada por la pandemia “los creyentes están llamados al cuidado – dijo el santo Padre -, es decir, a hacerse cargo de la humanidad en todas sus dimensiones, convirtiéndose en artesanos de comunión”. Una fuerte exhortación que representa uno de los tantos desafíos planetarios a afrontar junto a la indiferencia ante las miserias ajenas, la custodia de la creación y la enorme dificultad para trazar un camino de paz en una tierra asolada por las guerras. “Sigamos adelante juntos, para que el camino de las religiones sea cada vez más amistoso”, concluyó Bergoglio, y agregó un agradecimiento especial a Kazajstán por “el esfuerzo de unir siempre, intentando el diálogo, entablando lazos de amistad”.
Por la tarde y al final del segundo día del viaje apostólico, el papa Francisco también celebró la Santa Misa en la plaza de la Expo, reuniendo a los católicos del país y de varias otras partes de Asia. Algunos miembros de la pequeña comunidad del Movimiento de los Focolares presente en la zona también siguieron sus pasos: “La visita del Papa Francisco a Kazajstán ha sido una gran alegría para los católicos que viven aquí y más allá”, dijo Nikolay, un jovencísimo padre de familia de Amalty. “Nuestra comunidad ha organizado una peregrinación para ir a Nur-Sultan. Era importante estar allí y rezar junto al Papa”, prosigue. Una oración comunitaria que parece expresar un deseo grabado en el corazón de todos, el de alcanzar la alegría de un mundo unido sembrando el bien. Ser “mensajeros de paz”, para Nikolay significa esto: “Kazajistán es un país multinacional en el que viven diferentes naciones y cada habitante respeta las diferentes tradiciones religiosas de los demás. Los musulmanes felicitan a los cristianos en Semana Santa y Navidad y los cristianos, a su vez, felicitan a los musulmanes en sus festividades. En diversas situaciones difíciles todos intentan ayudar a los demás, sin importar si son kazajos, rusos o kirguises, pero es un camino que debe renovarse continuamente”. Así lo confirma también el papa Francisco, citando en su homilía una parte del discurso que san Juan Pablo II pronunció durante su viaje a Kazajstán en septiembre de 2001 y que deja a todos con una exhortación a seguir: “La paz nunca se gana de una vez por todas”, debe ser conquistada cada día, así como la convivencia entre las diferentes etnias y tradiciones religiosas, el desarrollo integral, la justicia social. Y para que Kazajstán crezca aún más ‘en la fraternidad, el diálogo y la comprensión […] para construir puentes de cooperación solidaria con otros pueblos, naciones y culturas’[1], se necesita el compromiso de todos”.
Maria Grazia Berretta
[1] S. Juan Pablo II, Discurso durante la ceremonia de bienvenida, 22 de septiembre de 2001.