Jul 11, 2022 | Sin categorizar
La palabra elegida para vivirla durante este mes de julio de 2022 tomada del Evangelio de Lucas dice: “Solo una cosa es necesaria”. Y sabemos que hoy, como en tiempos de Jesús, es necesaria la caridad, el amor al prójimo, hacia todos, sin excluir a nadie. Dios Amor, creer en su amor, responder a su amor amando, son los grandes imperativos de hoy. Es lo esencial que la generación actual espera. Sin ello, el mundo se expone a correr para después desviarse, como un tren descarrilado. Descubrir, o mejor aún, volver a descubrir que Dios es Amor es la mayor aventura del hombre moderno. En la encíclica Ecclesiam suam, Pablo VI afirmó: “Nosotros pensamos… que la caridad debe asumir hoy el lugar que le corresponde, el primero, el más alto en la escala de los valores religiosos y morales, no sólo en la valoración teórica, sino también en la actuación práctica de la vida cristiana. Dígase tanto de la caridad hacia Dios… como de la caridad que debemos reflejar y difundir sobre… la humanidad. La caridad lo explica todo. La caridad lo inspira todo. La caridad hace posible cualquier cosa. La caridad lo renueva todo”. ¿Quién de nosotros ignora estas cosas? Y, si lo sabemos, ¿no es acaso ésta la hora de la caridad?
Chiara Lubich
(Cf. Chiara Lubich en “Escritos espirituales /2, Lo esencial de hoy, Ciudad Nueva, 1999, pag. 149)
Jul 6, 2022 | Sin categorizar
La paz es una elección. Este es el mensaje que lleva “We Choose Peace” (© Gen Verde), la nueva canción del Gen Verde. El conjunto internacional nos cuenta su génesis junto a Naya, una de las jóvenes participantes en el videoclip. https://www.youtube.com/watch?v=nPCnDNw1ci8&t=86s
Jul 4, 2022 | Sin categorizar
A los chicos, Chiara Lubich les hablaba sin rodeos. Así lo hizo cuando en el Supercongreso de 1992 –en el Palaghiaccio de Marino (Italia)– le preguntaron qué debían hacer para limitar el consumismo. Hay que vivir y difundir la “cultura del dar”, del dar. Un consejo que les doy, si lo desean, es el siguiente. Al empezar el año, ustedes deben hacer, cada uno, una pequeña montañita, con las cosas superfluas que tienen. Puede ser que tengan pocas, pero siempre tienen algo: un libro, un juguete, un lápiz, una mochila que ya no usan, un vestido… alguna cosa, cosas que son superfluas, que están de más. Juntan todo y lo llevan a sus centros: al centro de “Chicos por la Unidad”, o a los Centros Gen. Allí, ya que ustedes son tan creativos y saben tener muchas, muchas iniciativas, haciendo mercaditos, o rifas, o lo que se les ocurra, traten de obtener, de todos esos paquetitos que llegan, un poco de dinero, para darlo a los chicos que son pobres. (…) Ustedes deben conservar para su uso, recuérdenlo bien, sólo aquello que es necesario. Hacer como las plantas que absorben del terreno sólo el agua y las sales necesarias, pero nada más. De la misma forma cada uno debe tener lo que es necesario, el resto hay que darlo, para compartirlo con los demás. Naturalmente experimentarán que dando recibirán mucho más. Esta es la experiencia de nuestro Movimiento, en todas las latitudes. Recibirán ¿por qué? Porque el Evangelio dice: “Den –aquí está la cultura del dar– y se les dará… una medida colmada –como si tuviera un delantal lleno de trigo– una medida colmada, apretada y rebosante…” (Lc. 6, 38). Es decir, recibirán muchas más cosas, que llegarán por un lado y por otro, y del señor tal, de aquel chico, de la maestra, de su mamá, recibirán muchas cosas. (…) Tienen que difundir la cultura del dar. Por tanto, cuenten –como ya hacen precisamente para motivar a los demás–, cuenten sus experiencias. Por ejemplo, que dieron una cosa y les llegó otra. Cuenten, cuenten esas vivencias evangélicas, esas promesas del Evangelio que se realizan realmente. Las cuentan o las escriben, o bien las dibujan, o a través del video, con breves videos, o bien con los noticiarios de la televisión, que ustedes ya hacen para los chicos. Y así crean en todos esta mentalidad, la mentalidad de la “cultura del dar”.
Chiara Lubich
(Lubich, Ch. “Ai Gen 3, 1981 – 1995, Città Nuova, 2006, pag. 66-68)
Jul 1, 2022 | Sin categorizar
La Encíclica Laudato Si’ nos ayuda a encontrar un tiempo de paseo y descanso en sintonía con el respeto por el planeta y su cultura, caminando juntos a su sostenibilidad. ¿Cuáles son las elecciones que hacemos para tomar unos días de descanso programando un viaje? ¿Pensamos solamente en un hermoso paisaje para el descanso o también pensamos en un encuentro con personas y sus culturas? Algunos consejos para vivir los días de descanso.
- Reencontrar la relación con la naturaleza, percibiendo toda su riqueza
Cuando visitamos lugares diferentes del que vivimos, esto nos ayuda a tomar conciencia de la Casa Común, de su belleza, de su variedad y amplitud. Es importante el cuidado de estos lugares comunes donde estaremos un tiempo y aprovecharemos a integrarnos con su gente y su naturaleza. Abrirnos a esta experiencia de conocer a otras personas, descubrir la biodiversidad, sus recursos naturales, siempre es una experiencia enriquecedora (LS 151).
- Descubrir la cultura local
Buscando comodidades para el turismo, a veces se dejan de lado las riquezas propias del lugar. El respeto por la cultura de cada sitio es central para que esta no pierda su identidad. Antes de viajar, se puede investigar sobre ese territorio, su gente y sus ecosistemas, descubrir las organizaciones locales enfocadas en la conservación y protección de la naturaleza. Entrar en ese lugar conociendo lo más valioso de su gente y territorio… Y como solo se ama lo que se conoce, dilatará el corazón a una dimensión siempre más planetaria. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal (LS 145).
- Valorar la sabiduría de las poblaciones originarias
Prestar atención a las comunidades aborígenes y a sus tradiciones culturales. Son interlocutores fundamentales para conocer el uso de la tierra y sus costumbres. Muchas de estas culturas respetan la tierra como don del Creador y cuidan del legado de los antepasados como espacios sagrados. Respetarlos es interactuar para sostener su identidad y sus valores (LS 146).
- Apoyar la conservación de áreas naturales y minimizar el daño producido por nuestro paso
Pareciera que muchas actitudes que tratamos de llevar adelante durante todo el año las dejáramos de lado en el tiempo de vacaciones. La responsabilidad en el cuidado del ambiente con acciones como: evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar solo lo que razonablemente se podrá comer, cuidar de todos los seres vivos, apagar las luces innecesarias, son algunos ejemplos. Esta actitud generosa muestra lo mejor del ser humano (LS 211).
- Moderar el uso de la energía (aire acondicionado y calefacción)
Las acciones cotidianas nos permiten realizar pequeños actos concretos, como mencionamos en el punto anterior. Cuidar los recursos energéticos es vital para nuestro planeta. Así, en verano, usar el aire acondicionado solo lo necesario. En invierno, abrigarnos un poco más en lugar de encender la calefacción. Con estos pequeños ahorros aportamos a un movimiento mundial que ayuda a reducir el uso de los combustibles fósiles (LS 211).
- Hacer la experiencia de transportes ecoamigables: caminatas, bicicletas, transportes públicos
La calidad de vida en las ciudades se asocia con el desarrollo del buen transporte público que permita el traslado de aquellos que necesitan viajar para su trabajo o recreación. Es una experiencia enriquecedora sumarse al transporte con la gente local, que nos permitirá conocer mejor su realidad, a la vez que evitamos agregar vehículos a las calles y, a su vez, llegar mejor a los lugares que queremos visitar (LS 153).
- Gozar de la simplicidad para vivir con libertad
La sobriedad no es vivir menos cada momento sino vivirlo de forma más intensa, gozando de lo simple, tomándonos el tiempo para conocer el lugar y su gente, que nos permita valorizar y respetar a cada ser. Dejar nuestras opiniones y sugerencias a las personas locales que nos hospedaron, alimentaron y/o guiaron nuestros recorridos. Este diálogo brindará la reciprocidad y motivación que esas personas necesitan para mejorar y acoger siempre mejor al visitante (LS 223).
- Contemplar las obras culturales y tecnológicas de cada lugar
Informarse sobre museos a visitar, emprendimientos tecnológicos, construcciones que muestren la identidad del lugar. “La belleza de los espacios creados para el bienestar de la vida del hombre es digna de contemplarse para valorizar la vida humana” (LS 103).
- Incorporar plenamente estos tiempos de descanso en nuestra vida personal y comunitaria
El valor del descanso es parte de la vida espiritual de muchas religiones. Incorporar actividades contemplativas hace a nuestro crecimiento en este camino espiritual. Es llevar la mirada a otro plano, al diálogo fecundo con los otros y con la naturaleza. Este descanso nos motiva no solo a cuidar la naturaleza sino también a ayudar a pobres y excluidos del lugar (LS 237).
- Considerarlo como espacio privilegiado para vivir la interioridad
A través de la práctica de cada culto podemos abrazar todas las realidades del mundo. La mano que bendice es instrumento del amor del Creador y reflejo de su cercanía en el camino de la vida (LS 235).
por EcoOne Cono Sur*
*Red de profesores, académicos, investigadores y profesionales que trabajan en las ciencias ambientales. **LS: Extractos de párrafos de Laudato Si’ interpretados para asumir de una forma responsable el turismo y descanso.
Jun 30, 2022 | Sin categorizar
Jesús, a través de su vida, nos trae el maravilloso mensaje de la misericordia de Dios, el Amor que envuelve todo y perdona. Construir la paz significa realizarla cada día en nuestra vida cotidiana, para descubrir la belleza de un don que revive a las personas y las hace libres. Paz hecha Durante meses mi hermana había discutido con una amiga. Para intentar que hiciera las paces con ella, un día la invité a mi casa. Antes de que ella llegara, le conté el problema a mi sobrina Sandra, de ocho años, y le pedí que me ayudara. La pequeña dijo con gusto que sí. Fui directo al grano con mi hermana, pero no pude hacer nada, ella no quería perdonar. Antes de marcharse, se acercó a Sandra, que estaba jugando, y le preguntó por la escuela, si había aprendido a escribir “Sí”, respondió la niña, “si me das una hoja de papel te lo enseño”. Y teniendo el papel, escribió algo con desenvoltura. Mi hermana, al leerlo, se quedó inmediatamente pensativa y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sandra de hecho había escrito esta frase: “Para vivir el arte de amar hay que amar a todos, amar primero, amar a los enemigos…”. “¡Se necesitaba ella para decirme lo que tenía que hacer desde hace tanto tiempo!”, concluyó mi hermana e inmediatamente fue a reconciliarse con su amiga. (N.G. – Camerún) El perdón que sana Cuando tenía diecinueve años, mi padre nos abandonó y el dolor y el resentimiento me han acompañado durante años. Para compensar ese vacío, cuando me casé, Nat y yo siempre intentamos mantener nuestra familia unida. Nuestros hijos han respirado esta atmósfera de amor hasta el punto de que, cuando mi marido se ponía tenso, perdía la paciencia y levantaba la voz, era conmovedor ver como los niños, para nada asustados, lo abrazaban, como para calmar su agitación. La ternura de ellos hacia su padre ayudaba a disolver el odio que sentía por el mio; la herida abierta por el abandono sufrido empezaba a cicatrizar. Y un día sentí fuertemente la necesidad de perdonarlo. Lo hice de corazón, pero no era suficiente. Así que lo hablé con Nat y juntos fuimos a buscarlo. Lo encontramos y yo, aunque temblorosa, pude reconciliarme con él, también en nombre de los demás miembros de mi familia. Nunca olvidaré la sensación de serenidad y libertad que experimenté en aquella ocasión. (N.M.A. – Filipinas) La ropa sucia Vivo en un barrio de casas pequeñas separadas entre sí sólo por una pared en la que solemos colgar la ropa para que se seque. Un día, al darme cuenta de que la ropa de mi vecina ya estaba seca, le pedí a su hijo que la sacara porque yo también tenía que tenderla. Se ofendieron y empezaron a insultar. En esa pared había dos plantas que había cultivado con tanto cuidado.Por la noche, cuando oí un estruendo, decidí revisar y me di cuenta de que mis vecinos estaban dejando caer también la segunda maceta. En mi interior me sentí hervir de indignación, pero recordando que a los mansos se les promete la tierra, me dije: “No importa”. Mi suegra, al ver que no reaccionaba, me dijo: “Dame el palo, que voy a darles una lección”. Tuve que convencerla de que fuera paciente también. Durante algún tiempo la situación se mantuvo tensa. Pero un día, sorprendentemente, la vecina llamó a la puerta. En su casa no había agua y nos preguntó si podía venir a lavar en la nuestra. Fue una oportunidad para volver a establecer contacto y, al acogerla, me di cuenta de lo mucho que había cambiado. (R. – Pakistán)
Editado por Maria Grazia Berretta
(Extraído de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VIII, n.2, mayo-junio 2022)