Movimiento de los Focolares

Nueva página web dedicada a Igino Giordani

A partir del domingo 19 de junio de 2022 estará en línea la nueva página web creada por el Centro Igino Giordani y dedicada a la figura de este escritor y político, cofundador del Movimiento de los Focolares. Un espacio completamente renovado, explica Alberto Lo Presti, donde se puede encontrar a “Foco” yendo al corazón de su testimonio de vida. “Alguien dijo que si en todos los puntos de la tierra desapareciera el Evangelio, los cristianos tendrían que ser tales que quienes los vieran vivir podrían reescribir el Evangelio. Bueno, Giordani era uno de esos cristianos”. Las palabras de Chiara Lubich, al describir la extraordinaria figura de Igino Giordani (a quien dio el nombre de Foco), nos permiten captar la belleza que se esconde detrás de la aventura hecha vida de quien se considera cofundador del Movimiento de los Focolares. Héroe del siglo pasado comprometido en varios frentes, desde el político hasta el social y el cultural, Giordani también avanza en el presente. El Centro Igino Giordani, fundado por Chiara Lubich e incardinado en el Movimiento de los Focolares, es el encargado de custodiar este legado y lanzará su nuevo sitio web el 19 de junio de 2022. Alberto Lo Presti, director del centro, nos habló de ello. Profesor Lo Presti, ¿cómo surgió la idea de crear un nuevo sitio dedicado a Igino Giordani y cuáles son las novedades? Vivimos una época desafiante desde muchos puntos de vista: la paz y la guerra, la justicia y la desigualdad, las migraciones y la acogida, el trabajo y el desempleo… y como Igino Giordani manejó estos temas con sabiduría e inspiración, muchos buscan hurgar en sus discursos, en sus escritos, en sus testimonios, para encontrar una luz que les guíe en sus opciones actuales. Por ello, hemos decidido actualizar la página web, renovándola por completo, adaptándola a los gráficos y la operatividad más modernos. De este modo, pondremos a disposición del público interesado los principales materiales que ilustran su pensamiento y su vida. ¿Cómo puede la figura de Foco abrirse paso en la actualidad y ser también una inspiración para las nuevas generaciones? A la venerable edad de más de 70 años, Igino Giordani era considerado un “mito” por muchos jóvenes y adolescentes que solían pasear por los jardines del Centro Internacional del Movimiento de los Focolares en Rocca di Papa, Italia, y se lo encontraban sentado en un banco. Les encantaba detenerse con él, para hablar de cosas profundas o simplemente contar algo de sus experiencias. Hoy en día los jóvenes siguen necesitando mitos y héroes, y a menudo los buscan en los lugares más insospechados (deporte, cine, videojuegos, redes sociales, influencers). Encontrarse hoy con Igino es conocer la historia de un verdadero héroe, que de verdad fue a la guerra, que de verdad eligió la paz, que realmente desafió a los poderosos para ser consecuente con sus ideales. Se suele creer que la juventud es la época de los ideales que, con la madurez, están destinados a desmoronarse. Igino se mantuvo joven hasta el final porque, como le gustaba decir, “en espíritu uno nunca envejece”. Aferrarse a su experiencia es escuchar su enseñanza: vivir por el ideal de la unidad es lo más emocionante que le ocurrió. Y a la mejora de la utilidad de la página web y su nuevo diseño gráfico, se suma la creación de una página de Instagram ya en línea, el primer canal oficial enteramente dedicado a Igino Giordani (Igino_giordani_oficial), para entrar en contacto con él, ciudadano del mundo y verdadero influencer de nuestro tiempo.

Maria Grazia Berretta

Juntos, libres de cualquier encierro

El arte de sostenerse recíprocamente no se aprende en los libros, pero ayudar a alguien en su estudio y dedicarle tiempo puede ser la oportunidad adecuada para descubrir maravillas y cosechar frutos inesperados, incluso en un lugar como la cárcel. Así le pasó a Marta Veracini, dándole una nueva mirada a su vida. Reír a carcajadas mientras una voz lejana te susurra que no molestes; intercambiar ideas y opiniones en un intento de encontrar la concentración adecuada para estudiar y permanecer en los libros. Es la escena que se repite todos los días en las salas de estudio de las universidades, entre una pausa para el café y una nueva lección a seguir. En realidad, todo esto y mucho más es lo que le sucede a Marta Veracini, una joven toscana, cada vez que escucha cerrarse tras ella las puertas blindadas de la Dogaia, la prisión de Prato (Florencia – Italia). Licenciada en derecho y con una maestría en criminología, en 2019 Marta se unió al proyecto de Servicio Civil organizado de la Universidad de Florencia, a través del cual los voluntarios ayudan a los reclusos a prepararse para los exámenes universitarios. Desde ese momento, incluso pasado el final del año, siguió realizando este servicio, allí mismo, en un lugar que a cualquiera le costaría definir como “bonito” pero que, sorprendente e inesperadamente, se ha convertido en un espacio dedicado al cuidado y a la confianza recíproca; un lugar donde es la relación la que se convierte en un “casa acogedora” y donde todos, prisioneros y no, pueden finalmente ser ellos mismos. “Cuando alguien me entrevista -dice Marta- siempre me preguntan cómo se siente llevar consuelo y ayuda a un lugar como la prisión. La verdad es que nadie imagina realmente cuánto puede recibir, incluso en ese contexto. El voluntariado en prisión me ha cambiado la vida, me ha permitido derrumbar las barreras de mi timidez, de mis inseguridades y hoy me permite lucir una sonrisa que antes escondía. Soy yo quien debe agradecer a las personas que conocí por todo lo que han hecho por mí y siguen haciendo. Con ellos soy realmente libre”. Un verdadero logro. De hecho, hay muchas celdas que pueden aprisionarnos, que pueden encerrar nuestros sueños, nuestros pensamientos, nuestras esperanzas. La experiencia de Marta, compartida con la de los internos que ha tenido la suerte de conocer y ayudar en el estudio a lo largo de los años, son un ejemplo de cómo, juntos, todavía es posible levantar vuelo, sentir que vales algo y, por qué no, pensar en el futuro. “El curso universitario es ciertamente un camino agotador para todos – dice Marta – pero trabajan duro y es lindo ver su determinación y alegría al aprobar un examen. Son pequeños grandes objetivos que los ven confrontándose también con materias difíciles. Muchos, por ejemplo, estudian derecho y algunos ya han alcanzado la graduación. Entre ellos hay jóvenes, pero también adultos, de varias regiones de Italia o extranjeros. Es bonito ver cómo no se ponen límites, se animan unos a otros y se convierten en un ejemplo el uno para el otro. Para quienes tienen una larga condena significa invertir fuerza y ​​tiempo para lograr un resultado que los enorgullezca y enorgullezca a las familias afuera. Los que se van, en cambio, tienen la oportunidad de aprovechar lo estudiado para volver a empezar”. Una mirada de esperanza que abraza y se deja abrazar. Las historias de la vida cotidiana entre los muros de la Dogaia, contenidas en el libro que escribió Marta durante la pandemia, “Mi ángel de la guarda tiene cadena perpetua”, son una pequeña gota en el gran mar de indiferencia que divide el interior del exterior, testimonio de cómo es posible derribar barreras generando belleza, poniendo en el centro el amor incondicional al prójimo. “Nunca quise saber las razones por las que cada uno de ellos está en prisión -continúa Marta- pero una cosa es cierta, nunca los he mirado como ‘monstruos’, solo personas que, aunque con errores detrás, tienen las mismas necesidades de los demás, los mismos sentimientos y el mismo deseo de relación y de compartir. Personas que tienen una dignidad como las demás y gracias a las cuales yo también encontré la mía. En pocas palabras, verdaderos amigos”.

Maria Grazia Berretta

Chiara Lubich: mi único bien

La Palabra de vida de junio de 2022 “Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti” nos propone reconocer a Jesús en todas las circunstancias de la vida, sobre todo en los momentos más difíciles, de dolor físico o espiritual. Jesús, en el abandono, se convirtió para nosotros en acceso al Padre. Su parte está hecha. Pero para aprovechar tanta gracias cada uno de nosotros también tiene que hacer su pequeña parte, que consiste en acercarse a aquella puerta y pasar al otro lado. ¿Cómo? Cuando nos sorprende la desilusión o estamos heridos por un trauma o por una desgracia imprevista o por una enfermedad absurda, siempre podemos recordar el dolor de Jesús, que personificó todas estas pruebas, y mil otras más. Sí, Él está presente en todo aquello que tiene sabor de dolor. Cada dolor nuestro tiene uno de sus nombres. Tratemos, pues, de reconocer a Jesús en todas las tribulaciones y estrecheces de la vida, en todas las oscuridades, en las tragedias personales y de los demás, en las llagas de la humanidad que nos rodea. Son Él, porque Él las ha hecho suyas. Bastará decirle, con fe: “Eres Tú, Señor, mi único bien”[1], bastará hacer algo concreto para aliviar “sus” sufrimientos en los pobres, en los desdichados, para ir más allá de la puerta, y encontrar en el otro lado un gozo jamás experimentado, una nueva plenitud de vida.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, en Parole di Vita, Città Nuova, 2017, pag. 605) [1] Cf. Sal 16, 2

Los jóvenes y el ecumenismo

Los jóvenes y el ecumenismo

En América Latina la mayoría de la población pertenece a la Iglesia Católica romana, pero desde hace ya tiempo el conocimiento entre las varias Iglesias se va abriendo camino. El trabajo compartido en lo social, permite que los cristianos  puedan encontrar cada vez más espacios de verdadera unidad. Uno de los momentos más fuertes es la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que en el hemisferio sur se celebra en torno a la fiesta de Pentecostés.  Cada vez más, los jóvenes son los protagonistas, realizando acciones concretas.   Los jóvenes siempre se han sentido atraídos por lo desconocido, por lo que es distinto, por todo lo que representa una novedad. Incluso en el ámbito religioso, siempre están abiertos a los que no son de la propia iglesia. Es una experiencia que está realizando Ikuméni, un taller para jóvenes cristianos de América Latina que pertenecen a distintas iglesias y tradiciones cristianas. “Desde el primer día me di cuenta de que iba a ser un reto personal para cada una de las personas presentes, empezando por mí que todos los días estoy en contacto sobre todo con personas católicas, como yo. En este curso todo era nuevo y cada uno de los participantes provenía de una iglesia diferente”, dice Carolina Boyacá, una joven colombiana de los Focolares. Los jóvenes cristianos de distintas tradiciones se hacen compañeros de camino en este recorrido de formación, que es una verdadera experiencia inédita en el campo ecuménico. Partiendo de la fe común en Cristo cada uno se prepara para ponerse al servicio, tanto en el campo del desarrollo sustentable, como de la paz o de la asistencia humanitaria. “En agosto de 2021 asistí en forma virtual  –nos sigue contando Carolina– al curso para jóvenes sobre las buenas prácticas ecuménicas e interreligiosas.  Ya desde el comienzo se creó un clima muy bonito entre todos y sentíamos fuertemente el anhelo de construir relaciones y conocernos mejor… Al afrontar cada una de las temáticas también nos dimos cuenta de que, para ir adelante, muchas veces teníamos que dejar a un lado prejuicios o preconceptos que a menudo se crean dentro de una comunidad, y que no nos permiten abrir la mente y el corazón a recibir al otro. Sólo así es posible descubrir la belleza que nos une, y también las diferencias que nos hacen ser lo que somos como iglesia o realidad eclesial, sin que sea un impedimento trabajar juntos por un mundo más fraterno. Con el trascurso de los meses nos fuimos conociendo y tuvimos nuestro primer encuentro cara a cara. Realmente fue constatar que nuestra relación se había afianzado, que nos podíamos abrazar, rezar, dialogar y descubrir la diversidad y la riqueza de cada uno, la mía también”. Los jóvenes que siguen este taller se preparan para el servicio en común. Como dice el documento Servir al mundo herido del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso, los cristianos tienen que sentir ahora la urgencia de un testimonio común: cristianos juntos en el servicio, incluso comprometiéndonos con personas de otras religiones en una solidaridad interreligiosa. Carolina y su grupo también se pusieron manos a la obra: “En diciembre, con otra joven del movimiento de los Focolares que participaba en el curso, queríamos llevar regalos a una comunidad indígena desplazada por la violencia y que viven en los suburbios de Bogotá.  Les propusimos a todos la idea y hubo una hermosa respuesta: muchos donaron algo y aseguraron sus oraciones demostrando que, por más que pertenezcamos a iglesias diferentes, lo que nos motiva es ese amor inspirado en Jesús que es nuestro modelo común. Para terminar nuestro aprendizaje –sigue diciendo Carolina– cada uno de nosotros tuvo que relatar las actividades llevadas a cabo durante un encuentro presencial que se hizo en Buenos Aires (Argentina). El encuentro era  con los participantes del curso Ikuméni, pero también contamos con la presencia de miembros de otras religiones que con alegría compartieron su pensamiento y sus actividades concretas. Fue un momento especial para podernos abrir también al diálogo interreligioso”. Una experiencia completamente nueva; un testimonio de la fraternidad que se construye a partir del esfuerzo de cada uno y el fuerte anhelo de conocerse y hacer cosas grandes, todos juntos. “El curso ha terminado –remarca Carolina–, pero es sólo el primer paso para responder a un llamado personal y continuar consolidando nuestras relaciones, podernos ayudar en esas actividades que nos permiten ampliar nuestro horizonte y seguir trabajando para que el mundo unido sea cada vez más una realidad”.

Carlos Mana

Chiara Lubich: “Mi noche no tiene oscuridad”

En 1976, durante la primera Escuela Gen, Chiara Lubich respondió a las preguntas de los jóvenes de los Focolares de todo el mundo. Refiriéndose a lo que estaba viviendo en esos días dijo lo siguiente Leí […] una paginita − que tal vez ustedes ya conozcan − breve, […] que decía así: “Jesús Abandonado, abrazado, estrechado a sí, […] consumado en uno con nosotros, consumados en uno con Él, hechos Dolor con Él, dolor: he aquí como nos hacemos Dios, el Amor”. Esta frase me impactó de un modo muy especial, porque son escritos que hice cuando estaba en una vía iluminativa. Por consiguiente, escribía cosas más grandes de las que podía vivir, o también las vivía, pero en menor medida. Cuanto más voy adelante, más descubro su valor y profundidad. […] Me gustó y el Espíritu Santo me marcó el no ser dos: Jesús Abandonado y yo, es decir, yo y el dolor que sobreviene, yo y la duda que me llega, yo y descubrirlo y luego, poco a poco abrazarlo, y decirle a Jesús… después de algunos minutos… ¡No, zas! [de inmediato]. “Hechos dolor con Él, dolor”, querer solamente eso. “Así es como se llega a ser Dios”, como se llega a ser Dios, “el Amor”, el Amor. Luego − […]apenas había recibido una tarjeta de Loppiano, que nuestro don Mario Strada me mandó, acompañando su cartita con algunas fotos de su nueva iglesia de Cappiano, me parece, con hermosas pinturas. En uno de los cuadros estaba escrita debajo esta frase: “Nox mea −mi noche− obscurum non habet“, “Mi noche no tiene oscuridad”. Entonces, me gustó muchísimo. Fue como si el Señor me la hubiera mandado. Porque dije: esto es lo que quiero vivir, es decir, apenas llega el dolor, debo abrazarlo con tanta rapidez, debo estrecharlo a mí, consumarlo en uno […] hecho dolor con Él, el dolor, es así como llegamos a ser no dolor, sino el Amor, Dios. […] Y he visto, gen, que viviéndola todo el día es un tratamiento reconstituyente de Ideal inimaginable, inimaginable. Porque empezamos por la mañana, tal vez estás algo cansada, no dormiste bien durante la noche… Entonces, el cansancio: ¡Ah! ¡Qué estupendo! Mi noche no tiene oscuridad. Es decir, ese dolor no existe porque lo amo. Me levanto y tal vez encuentro algunas dificultades o problemas enseguida, porque me dicen: “Chiara, tendría que decirte algo”. “¡Ah! −me digo− ¡Qué estupendo! Jesús, estoy dispuesta, bien, te abrazo, te estrecho a mí, me hago dolor contigo” enseguida… “Mi noche no tiene oscuridad”. Y así durante todo el día. Creo que si… creo que se progrese espiritualmente más en una semana viviendo de esta única forma, que en meses viviendo de otra manera. […] Pero para todo lo que causa dolor: te duelen un poco los pies, te hace daño el frío; te duele una respuesta desairada; te hace sufrir tener que hacer una cosa; te da dolor… Entonces, inmediatamente, ahí está […] de manera de poder decir siempre por la noche, antes de dormir: “Jesús, mi noche no tuvo oscuridad” […] realmente se siente… podemos decir –ahora que Dios lo confirme–, que no somos nosotros los que vivimos, sino que el Amor vive dentro, es Dios […].

Chiara Lubich

(Grottaferrata, 2 de junio de 1976, a la Escuela Gen) https://www.youtube.com/watch?v=bKOiE7sF0g4