Dic 23, 2022 | Sin categorizar
Vinu Aram, directora del Shanti Ashram, visita el Centro Internacional del Movimiento de los Focolares (Rocca di Papa- Roma). Un momento de gran intercambio recordando el precioso legado que le dejó el encuentro con Chiara Lubich: vivir en unidad por un mundo mejor; una ocasión especial para desear una feliz Navidad a todos aquellos que se preparan para vivir esta celebración. “Creo que nuestro viaje sigue teniendo un gran significado. Basta pensar en las primeras semillas sembradas, el trabajo que hemos hecho juntos y el deseo constante de un mundo en paz. ¿Dónde estamos? Piensen en una familia en la que cada uno tiene su particularidad, pero donde también hay cohesión. Confiamos el uno en el otro, con respeto y con mucho amor”. Son palabras de fraternidad las usadas por Viru Aram, india e hindú, directora del Centro Internacional Shanti Ashram, amiga y colaboradora del Movimiento de los Focolares desde hace mucho tiempo. Su reciente visita a Margaret Karram, presidente de los Focolares, el 23 de noviembre de 2022 en el Centro Internacional del Movimiento en Rocca di Papa (Italia), fue una oportunidad para fortalecer este vínculo, reflexionar sobre algunas cuestiones que aquejan este tiempo y considerar formas comunes para hacer del mundo un lugar mejor. Vinu, según su parecer, hoy ¿qué necesita realmente el mundo? Creo que necesita una escucha real y sincera. Lo que se requiere de nosotros hoy es humanidad y la humanización de nuestra experiencia vivida. Hemos hecho mucho, en algunos casos bien, pero a veces el costo ha sido alto. Estamos en medio de lo que hemos denominado una confluencia de crisis y la pandemia de COVID-19 la ha exacerbado. El virus no discriminó, pero prosperó en un mundo desigual. Creo que es necesario actuar fortalecidos por todo lo bueno que hemos hecho, pero también informados sobre lo que podemos hacer mejor: el respeto por el medio ambiente, por la vida humana y su sacralidad. La forma en que vivimos, la forma en que gobernamos y compartimos recursos, conlleva una responsabilidad para con nuestros hijos. Son nuestro presente y nuestro mañana. Es necesario hacer las cosas no solo de manera diferente, pero teniendo en cuenta los intereses de todos. Hoy son muchos los países y regiones del mundo afectados por la violencia y los conflictos, algunos de ellos olvidados. Como docente, ¿qué mensaje da a sus chicos? La de promover en ellos una mentalidad de paz, para que no sólo las naciones y las comunidades puedan trabajar por la paz, sino también los propios pueblos. La paz es la base fundamental sobre la que avanza la prosperidad. Pero si miras al mundo, los indicadores de violencia superan en número a los de vida pacífica. Ya sea en la esfera social o en la esfera económica u otros. Y cada conflicto en todo el mundo quita la dignidad esencial de la vida humana. Lo que se necesita son narrativas de paz. La gente tiene que creer que es posible. Necesitamos experiencias vividas ante las cuales los jóvenes y los niños puedan decir: “Ah, si esto funciona, también podemos hacerlo nosotros”. Necesitamos estructuras adecuadas, compartir y un diálogo de la más alta calidad, sinceros, que realmente lleven a la transformación. Por lo tanto, como solía decir Mahatma Gandhi, de una manera amable, podemos sacudir el mundo.
Maria Grazia Berretta
Activar los subtítulos en español https://youtu.be/Sm3O6PbLE1A?list=PLKhiBjTNojHqtFwgi5TYI3T7zRvAuOZiD
Dic 7, 2022 | Sin categorizar
¡Imaginen a una chica enamorada! Enamorada con aquel amor que es el primero, el más puro, el que aún no ha sido declarado, pero que comienza a quemar el alma una alegría característica, que difícilmente se vuelve a experimentar en la vida: alegría secreta. Unos días antes del 7 de diciembre me habían dicho que velase durante la noche precedente, al lado del crucifijo, para prepararme mejor al casamiento con Dios, casamiento que debía realizarse en el modo más secreto. A la noche traté de hacer esta vigilia, arrodillada al lado de la cama, delante de un crucifijo de metal que ahora tiene mi madre. Por la mañana me levanté alrededor de las cinco. Me puse el mejor vestido que tenía, y me encaminé, atravesando toda la ciudad, hacia un pequeño colegio. Arreciaba un temporal tal que tuve que abrirme camino empujando hacia adelante el paraguas. Me parecía que expresaba que el acto que estaba a punto de hacer encontraría obstáculos. Apenas llego al colegio: cambio de escena. Un enorme portón se abre solo, auto Sensación de alivio y de acogimiento, casi como brazos abiertos de aquel Dios que me esperaba. La pequeña Iglesia había sido adornada lo mejor posible. En el fondo se destacaba una imagen de la Virgen de la Inmaculada. Antes de la comunión he visto, por un instante, lo que estaba a punto de hacer:;ya nunca más podría volver al mundo. Yo me casaba. Me casaba con Dios. Aquel abrir los ojos ante lo que estaba haciendo – recuerdo- fue inmediato y breve, pero tan fuerte, que me cayó una lágrima en el misal. Una larga acción de gracias. Creo que hice el viaje de vuelta a casa corriendo. Me detuve, me parece, cerca del obispado, a comprar tres claveles rojos para el crucifijo que me esperaba en la habitación. Habrían sido el signo de la fiesta común. Esto fue todo. Con las mejores previsiones, el 7 de diciembre de 1943, no habría podido pensar lo que hoy veo. Alabanza a Dios, gloria a María, reina de un reino que – sin metáfora- ha invadido el mundo.
Chiara Lubich (Extracto de “Hoy la Obra cumple treinta años”, Rocca di Papa, 7 de diciembre de 1973)
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Nov 30, 2022 | Senza categoria
Quedarse tibio ante el anuncio de la Palabra es como quedarse “ciego, desnudo e infeliz” (Ap 3, 17). Sin embargo, Dios sigue llamando a la puerta del hombre, especialmente en los momentos más oscuros de la vida; como un padre busca a su hijo, así Dios no se cansa de perseguirnos y para quien escucha su “llamada” está preparada la alegría plena. Solución providencial Cuando nuestros hijos eran pequeños, e incluso durante su adolescencia, los viajes y excursiones juntos siempre habían sido ocasiones de celebración. Desde que nos habíamos quedado solos, nos hemos dado cuenta de que habíamos cambiado, como si hubiéramos recorrido caminos diferentes y nos hubiésemos distanciado el uno del otro. Hablar entre nosotros se había vuelto difícil para no herir la susceptibilidad del otro. Llegamos a admitir que necesitábamos encontrar una nueva forma de comunicarnos, solicitando la ayuda de un psicoterapeuta. Hablando de ello con una amiga, me confió que ella había pasado por las mismas situaciones con su marido y que habían llegado al borde del divorcio. La solución providencial había sido formar parte de una comunidad en su parroquia, comprometida en obras de caridad. Se lo propuse a mi marido que estuvo de acuerdo. Desde entonces nuestra vida ha cambiado: donando nuestro tiempo, nuestras energías y abriendo la puerta de casa a los demás, hemos redescubierto no sólo el sentido de vivir sino una forma de comunicarnos. Incluso con hijos y nietos experimentamos mayor alegría. (F.d.A. – Croacia) El valor de hacerse uno Después de estudiar arquitectura en Florencia, volví de vacaciones a mi pequeño pueblo en las colinas toscanas donde mis padres estaban renovando la antigua granja familiar. Habiendo examinado el proyecto, expresé mis perplejidades, considerando tanto la condición estática del edificio como las modificaciones necesarias para conservar la estructura original. Sin embargo, mi hermano reaccionó mal, acusándome frente a todos de ser un sabelotodo. Quería demostrar que tenía razón, pero como había aprendido de un grupo que conocí en Florencia, que estaban comprometidos en la vivencia del Evangelio, el valor de “hacernos unos con los demás”, como dice san Pablo, dejé mi idea a un lado, para evitar discusiones. Cuando llegó el momento de empezar a trabajar, el maestro de obras explicó que ese proyecto no se podía llevar adelante y recomendó modificaciones que coincidían con las sugeridas por mí. En ese momento, mi madre concluyó: “Ves, hijo mío, aquí siempre te consideramos un niño y no aceptamos lo que has aprendido. Trata de entender a tu hermano”. (G.C. – Italia)
Maria Grazia Berretta
(tomado de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VIII, n.2, noviembre-diciembre 2022)