“Verdaderamente somos testigos oculares de que la Iglesia ha emprendido un nuevo camino tras la huella de Jesús en un mundo atormentado por muchos sufrimientos”, dijo el arzobispo de Bangkok, Francis B. Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, en la inauguración de la convivencia fraternal anual de 50 obispos amigos del Movimiento de los Focolares, provenientes de 4 continentes. El encuentro tuvo lugar en la ciudadela del Movimiento de los Focolares “Ginetta Cagliari, cerca de San Pablo, después del gran evento de Río. “Algo nuevo está sucediendo: es el Espíritu Santo que llama continuamente a la Iglesia a reformarse”, expresó el teólogo Hubertus Blaumeiser. Es el llamado continuo del Papa Francisco.
¿Cómo se inserta esta “novedad” en la experiencia de los obispos? De ello habló Brendan Leahy, nuevo obispo de Limerick, en Irlanda: “En la escuela de un carisma –que es un don del Espíritu Santo- nos dejamos forjar para ser reformados nosotros mismos primero que nada, y no sólo a nivel individual, sino también la vida de comunión entre nosotros. La reforma siempre se da a partir de una nueva experiencia de Dios. Viviendo juntos a la luz de este carisma, hacemos una experiencia de Dios que después se comunica más allá de nosotros mismos en todas las relaciones”.
Como promete el Evangelio, es la experiencia tangible del Resucitado que se hace presente con sus dones de luz, fuerza, paz, cuando el amor recíproco es vivido en plenitud. Se trata del punto central del carisma de la unidad de los Focolares. “La novedad es que Jesús a través de su venida nos hace conocer la vida íntima de Dios: nos sumerge con Él en este circuito de amor que hay en la Trinidad. Por este amor la comunidad cristiana es llevada a la esfera de Dios y la realidad divina se vive en la tierra donde los creyentes se aman”. Lo afirma Chiara Lubich en un texto citado por la actual presidente de los Focolares, María Voce, quien había presentado a los obispos el tema: “El amor recíproco, en la Escuela de la Trinidad”, oportunidad en la que se hizo referencia a las inspiraciones fundamentales de la fundadora de los Focolares.
De allí surge la colegialidad efectiva y afectiva vivida con especial intensidad en estos 10 días de convivencia. Una expresión de este amor recíproco fue el rico intercambio de experiencias sobre el Evangelio practicado cotidianamente y su incidencia en la misión pastoral de los obispos.
“Entendí que sobre todo debo crear una relación de amor con las personas que trabajan conmigo y con quien llega. No tener otra medida que la del amor”, dijo el Card. Joao Aviz, Prefecto del dicasterio vaticano para la vida consagrada. “Sólo por el hecho de que escucho, la mitad de los problemas se resuelven por sí solos. –Un día me di cuenta de que Jesús en la cruz no recibió respuesta ante su grito: “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado”. Me impresionó. Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. Después, donde parece que no existe solución, en un determinado momento la situación se trasforma”.
El encuentro se inició a partir del compromiso de los obispos de vivir, en profunda comunión con el Papa, el mandamiento nuevo de Jesús, declarado solemnemente en el momento de la concelebración eucarística.
Y se concluyó, durante la última misa, con una consagración renovada a Jesús Crucificado y abandonado, que es la medida de este amor que abraza y trasforma los dolores de la Iglesia y de la humanidad.
De Carla Cotignoli
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