“Es necesario trabajar juntos y tener el valor de hacer funcionar bien las cosas”. De ello está convencido Loris Rossetto quien en el reciente congreso “Co-gobernanza, corresponsabilidad en las ciudades de hoy” habló del hostal “Bella Calabria”, que se desarrolló en una estructura que se le confiscó a las redes de delincuencia organizada. “Quizás a veces una mentalidad orientada por el ‘total nada va a cambiar’ o por el ‘mejor no correr riesgos’ daña nuestra tierra. Cuando en cambios nos arremangamos y trabajamos en equipo llegan los resultados”. Es la experiencia de Loris Rossetto y de su esposa, calabreses emigrantes que llegaron al Véneto en los ’90, después al Trentino y que en el 2005 regresaron a su tierra, donde iniciaron una actividad económica en una estructura que se le confiscó a la ‘ndrangheta (así se le llama a la delincuencia organizada en esta tierra). Después de haber experimentado la eficiencia del norte de Europa, pensaron conjugarla con la calidez y los recursos naturales y culturales del sur, desarrollando un “proyecto turístico muy especial, el de la amistad y la acogida calabresa”. Su objetivo era promover el crecimiento económico del territorio, pero sobre todo crear vínculos de amistad con personas de otros países y animar a la población local a trabajar para el Bien común, en la legalidad, creyendo en la posibilidad de un renacimiento del territorio. De hecho, según los datos, actualmente en Calabria son 35 los Consejos Comunales desestructurados debido a la mafia, incluido el de la capital, y a través de la Región pasa la mitad de la droga que llega a Italia. Pero la plaga de la mafia –como demuestra la experiencia de Rossetto- no tiene la última palabra si se tiene el valor de proponer un modelo de relación diferente. “Empezamos fundando la Asociación ‘Amigos del alemán’ –cuenta Loris- con la idea de promover intercambios entre nuestras ciudades y los países de idioma alemán. La primera experiencia fue la creación de un centro de encuentro. Después decidimos abrir el hostal “Bella Calabria” en un establecimiento confiscado en Cutro, una alcaldía en la provincia de Crotona”. El 11 de abril se inauguró la estructura. “Nos inventamos un programa para grupos de estudiantes –prosigue Loris- ’48 horas en el host según el lema. ‘Quien respeta las normas es feliz’, y el subtítulo ‘Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti’. Los alumnos interiorizan la idea de que trabajar en equipo es bello. Aprenden idiomas extranjeros mediante simulaciones y diálogos en el idioma”. Los primeros pasos de esta aventura fueron cuesta arriba. No sólo porque los Rossetto no sabían ni de economía ni de turismo. En el verano en la zona faltaba el agua. Se suplía con una cisterna pero no era suficiente. La providencia quiso que al año siguiente fuera elegido un alcalde que se comprometió a ayudarlos. “Es un signo del cielo” pensaron los esposos, animados a seguir adelante. Mientras tanto el proyecto fue creciendo. Llegaron grupos de estudiantes del norte de Italia y huéspedes de Europa, el equipo de Hockey di Hamm, un salón de clase de Dresda, la Cruz Roja alemana. Todos experimentaron la calidez de la acogida calabresa, y las personas del lugar, al inicio desconfiadas, se abrieron a la iniciativa. “La gente de Cutro respondió en una forma estupenda –observa Loris- A menudo sucedía que el turista, sorprendido, nos decía ‘fui a la cafetería y me invitaron un café’, o un vecino en verano nos llevaba fruta fresca. Los huéspedes quedaban tan sorprendidos que quedaban enamorados del pueblo y del hostal, de modo que quien viene una vez a menudo regresa. Entendimos que habíamos emprendido el camino correcto”. Siguió un segundo hostal en Crotona y un proyecto que involucró tres parques: “En Cropani Marina, propusimos hacer uno de mini car para educación vial, en Isola un recorrido en mountain bike, y en Cirò un recorrido botánico. También aquí no han faltado los problemas, pero al final todo está funcionando”. El común denominador es una fuerte motivación y una invitación: “No dejar nunca de soñar manteniendo los pies en la tierra, para amar y mejorar nuestro territorio”.
Claudia Di Lorenzi
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