Movimiento de los Focolares
USA: Tierra, Fe, Paz

USA: Tierra, Fe, Paz

20150810-01Jóvenes de cinco religiones y de varias denominaciones cristianas, seleccionados expresamente como líderes emergentes del campo ambiental, se dieron cita en la ciudadela Luminosa de los Focolares (Estado de Nueva York- USA) para reflexionar sobre la protección del ambiente concebido como casa común. Guiados por los ideales de Religiones por la Paz (RFP) y de los Focolares, el Teach-in empezó con un análisis de la realidad actual del ambiente y el fuerte vínculo entre la estabilidad global y el cambio climático. Este último, es un fenómeno que exige una nueva toma de conciencia también desde la perspectiva de la paz mundial, así como se entiende en el título que se le dio al evento.. Es lo que auspiciaban los organizadores del Teach-in que se realizó a finales de julio. Aun en la variedad de credos, los presentes llegaron a una conciencia común de que cada esfuerzo en pro del ambiente será más eficaz en la medida en que se realice ‘juntos’. 20150810-03Entre las intervenciones, se destacaron la del Rev. Richard Cizik (de la New Evangelical Partnership) y la del Rabino Lawrence Troster, bioeticista, quien afirmó que “Antes del 2050 podremos tener 50 millones de refugiados climáticos, con graves consecuencias para la consecuencia pacífica de los pueblos”. Asma Mahdi, oceanógrafo y miembro de Green Muslims, se hizo eco de estas palabras y puso de relieve que son precisamente los países de mayoría islámica los más vulnerables: «En Bangladesh, por ejemplo, si el nivel del mar sigue subiendo, para el 2050 el 17% del territorio estará inundado, lo que obligará a 18 millones de personas a transferirse a otra parte». Éstas son cifras alarmantes, al igual que para algunas islas de la Polinesia que corren el riesgo de quedar sumergidas. Entre los relatores estaba también Mons. Joseph Grech, de la Representación de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, quien refiriéndose a algunos pasajes de la encíclica de Francisco «Laudato sì», subrayó de qué forma la Economía y la Ecología caminan juntas, precisamente porque toda acción tiene un impacto en la naturaleza. De la misma línea declararon ser tres investigadores ambientales de tres universidades estadounidenses distintas: Robert Yantosca (Harvard), Valentine Nzengung (Georgia) y Tasrunji Singh (Ohio), para quienes las respectivas convicciones religiosas se han convertido en un factor de motivación y guía de su compromiso científico a favor del ambiente. 20150810-04‘En salida’ es la palabra clave que condujo la segunda parte del Teach-in y que permitió delinear una serie de comportamientos que hay que poner en acto. John Mundell de los Focolares, miembro de una sociedad de consultoría ambiental, ofreció una panorámica de iniciativas dentro de las cuales, el “Dado de la Tierra”, cuyas 6 caras refieren sugerencias cotidianas válidas para renovar y conservar un ambiente sano. También tuvo lugar la visita a los proyectos de saneamiento ambiental en la cercana Federal Reserve Esuarine. Aaron Stauffer, director ejecutivo de RFP, en la conclusión afirmó: “Ha sido un testimonio del poder de la cooperación multirreligiosa y de paz”. Y Raiana Lira, brasileña, quien está concluyendo un doctorado en Ecología agregó: “hemos experimentado que tenemos al menos dos cosas en común: un intenso interés por la sostenibilidad del planeta y un credo religioso que nos ofrece la motivación justa para cuidarlo. Cada uno de nosotros vino con sus convicciones e ideas personales y ahora nos encontramos todos unidos en el objetivo común: la tutela de la Tierra y de sus habitantes”.

En el Jardín de Montbrillant

En el Jardín de Montbrillant

Ginebra, calle Montbrillant nº 3. Como todos los viernes, fui al “Jardín de Montbrillant”, un lugar de acogida y encuentro para personas necesitadas de esta ciudad cosmopolita, donde se les ofrece una comida. Hoy a mediodía, como de costumbre, acogimos alrededor de 150 personas de muchas nacionalidades. La sala ya estaba llena y todo parecía desarrollarse muy bien. En medio de la muchedumbre de rostros conocidos desde siempre noto una cara nueva. Mi tarea es encontrar un lugar para cada uno, negociar con uno o con el otro para que acepten un nuevo vecino, evitar que aparezca cualquier tipo de tensión para que todos puedan comer con tranquilidad, algo que no siempre es fácil debido al estado físico y psíquico de la mayor parte de nuestros huéspedes. Pero sobre todo me interesa lograr crear un contacto fraterno, confortar a quien parece triste, deprimido, escuchar a quien se siente angustiado, dar esperanza… En fin, crear un clima de familia para que todos se sientan amados así como son, más allá de la diversidad de edad, nacionalidad y religión. Mientras estamos en la mesa, se abre la puerta de la sala y llegan tres de nuestros amigos árabes acompañados por dos nuevos. Enseguida noto la expresión dura y amenazadora de sus rostros. Apenas entran, gritan que quieren decapitar a todos los presentes e incendiar el local. El motivo es que se sienten profundamente ofendidos por las caricaturas del Profeta que aparecieron en la prensa días atrás. Enseguida el ambiente se pone tenso y circulan propósitos violentos. Ya preveo que van a volar platos y llover golpes. Es necesario intervenir inmediatamente porque la situación puede degenerar peligrosamente. Pero, ¿qué decir, qué hacer? Me siento impotente, pero reconozco en este hondo sufrimiento y en nuestra sociedad que defiende la libertad absoluta, pasando por encima de valores profundos, el grito del hombre Dios en la cruz: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Es Él quien se presenta en este momento, a través de la reacción de los dos seguidores del Islam. Pongo todo en Sus manos y me levanto para ir hacia ellos. Declaro que comparto con ellos su pena y les propongo que conversemos si lo consideran importante, pero después de comer. Ante mi invitación serena, se dejan convencer de sentarse a la mesa; de repente la agresividad se disipa y regresa la calma como si cada uno hubiere comprendido los motivos que llevaron a esas personas a ese estallido de rabia. El almuerzo termina en calma. Permanezco al lado de ellos y trato de hacerles sentir todo el calor del que soy capaz. Después del almuerzo, se disculpan por las palabras pronunciadas y manifiestan su pesar por haber externado sus propósitos de venganza. La conversación prosigue con un momento en el que compartimos un diálogo sobre nuestros respectivos credos, en pleno respeto y comprensión recíproca. Antes de irse me abrazan, agradecidos por haber sido escuchados. Ahora sus rostros serenos expresan sentimientos totalmente diferentes de los del inicio. Paquita Nosal – Ginebra Fuente: Città Nuova – n.13/14 – 2015

Roma: Encontré la alegría en Baobab

Roma: Encontré la alegría en Baobab

baobabBaobab es el nombre de uno de los muchos centros de acogida de prófugos. Está ubicado cerca de la estación Tiburtina de Roma. Recibe a casi 400 personas entre eritreos, somalíes y sudaneses, jóvenes hombres y mujeres, cristianos y musulmanes. «Allí trabaja un espontáneo grupo de voluntarios, feliz, cálido, libre, y también caótico y anárquico- cuenta S.- pues cada uno va, ve qué se precisa, ayuda, llama a amigos para que ayuden… ¡Y funciona perfecto! Con el consentimiento de los Responsables del “Banco de Alimentos” de Roma, junto con un joven que coordina todo el voluntariado del Centro Baobab, fuimos al Centro Comercial de Fiano Romano y cargamos una veintena de quintales de óptima comida (pasta, azúcar, carne enlatada, 600 yogurts, cajas de aceite, 120 ananás, 30 cajas de duraznos y nueces, 100 trozos de queso para rallar y muchas cosas más) ¡A las 10 de la mañana la temperatura ya era de casi 40ºC! Llegamos al Centro casi a las 13 horas y ya estaban haciendo cola por lo menos 500 chicas y chicos, ordenados y tranquilos, en su mayoría eritreos. Todos provenían de los desembarcos de las miserables barcazas que vemos en los noticiosos. Ya a esa hora estábamos en casi 42º. En el lapso de unos doce minutos, los muchachos, sin que se lo hubiésemos pedido, se pusieron en fila ordenadamente y descargaron, muy cuidadosamente el camión repleto, y llevaron todo el material a la despensa. No desapareció ni un solo yogurt ni una bebida; todo fue colocado perfectamente en el lugar justo. Después, todos volvieron a la fila de espera para recibir el almuerzo. Me sirvieron también a mí, un almuerzo que compartí con ellos con mucha alegría. El Centro de acopio no sólo ofrece asistencia, sino que está enfocado sobre todo, en la integración social de los refugiados. Esto garantiza la dignidad de cada una de las personas que son recibidas. Después muchos de ellos, apenas pueden, se encuentran con parientes y amigos en otros países europeos. Es constante y conmovedora la fila de numerosos ciudadanos romanos que llegan al Centro con todo tipo de ayudas. Llegan tantas que, a menudo, llevamos cajas de víveres a otros centros de asistencia. Mientras estaba allí, saludando y conociendo a las personas, llegó la primera bebé nacida en el Centro, hija de una joven refugiada. Llegó del hospital con 20 días de nacida. Los médicos, enfermeros, voluntarios, todos estaban a su alrededor sonriéndole, queriendo verla. Era un signo de que la vida va adelante, siempre. Volví a casa cansado, sudado como nunca… Pero en el corazón y en el alma tenía una alegría muy especial, una serenidad sin precio, la verdadera recompensa por un pequeño gesto a favor de aquellas bellísimas criaturas que en este momento son llamados “refugiados”… Nos pusimos de acuerdo para llevar, a fin de mes, otro cargamento de víveres. En efecto, a través de la familia de un amigo que administra cinco supermercados, organizamos también una recolección periódica de esos productos que están por vencerse, y que si en cambio los llevamos al Centro pueden ser consumidos en un par de días. Agradezco a los refugiados eritreos y a los voluntarios del Centro Baobab por haberme dado la oportunidad de vivir un momento verdaderamente hermoso, precioso, que, estoy seguro, se repetirá en los próximos días y en el futuro. Me siento un privilegiado y ¡de verdad que los soy!». (R., Italia)

Argentina: el insólito botín de un robo

Argentina: el insólito botín de un robo

anita (300 x 300)A finales del 2012 tuve una experiencia muy fea. Estaba en la casa de un amigo con su familia y de repente 3 hombres violentos y armados entraron a la casa para robar. Nos golpearon y nos acostaron en el piso de la habitación de los padres. Después nos empezaron a interrogar y gritar “¿dónde está el dinero?” con las pistolas en nuestras cabezas… el papá de mi amigo empezó a decirle a uno de los ladrones que lo perdonaba pero que era no era la forma de hacer las cosas. El hombre se empezó a enojar y teníamos miedo que reaccionara e hiciera algo horrible al papá. Sorprendentemente, el ladrón en un momento se puso a llorar y empezó a pedir perdón. En ese momento, los otros ladrones ya se habían ido con el auto de la familia, pero este ladrón, que parecía ser el jefe, estaba todavía con nosotros. Increíblemente le preguntó al papá si había alguna cosa importante que necesitaba que le devolviera. El papá de mi amigo le dijo que se llevara todo, que iba bien, pero que si le podía devolver el auto, le hacía un gran favor porque lo necesitaba para trabajar. El ladrón prometió devolverlo, pidió perdón a cada uno de nosotros y se fue. El auto, media hora después fue encontrado intacto por la policía. Para construir la paz, yo necesitaba perdonar, y aún si el ladrón me había pedido perdón, yo no sentía de hacerlo; mi parte no estaba completa. El hecho de sentirme impotente frente a una persona que puede acabar con mi vida o la vida de gente que quiero, sólo con un movimiento de su dedo, me hacía incapaz de perdonar. Y encima, frente a los ojos de mis amigos, ellos decían que yo tenía derecho a odiar, a estar enojada. Necesitaba tiempo, pero sobre todo necesitaba hacer algo concreto para hacer mi parte para entender la raíz de tanta violencia, entender porqué una persona hace algo así a otra. Entonces decidí, con algunos amigos de Jóvenes por un mundo unido, empezar a ir a un hogar de hombres que no tienen techo. Queríamos, al menos, empezar a romper prejuicios, compartir con ellos sus dificultades y los dolores de ellos, que están en las periferias. No somos políticos y no podemos hacer un cambio gigante, pero como dice una de las chicas con la que vamos, Carolina, “yo creo que estos pequeños actos pueden servir para cambiar el mundo, o al menos, la realidad que me rodea. Quizás al inicio no sea visible pero uno ve las medidas de sus actos cuando el otro te lo hace notar”. Los momentos compartidos con los hombres del hogar me ayudaron a entender las “razones” de la desesperación del ladrón. Gracias al haber conocido a estos hombres de la calle, especialmente a varios de ellos que alguna vez robaron, ahora sé que lo hicieron porque creían que era su último recurso. No sé qué haría yo si estuviera en su lugar, y sintiera que la gente hace como que no existiera, y nadie me respondiera, y nadie me mira directamente a los ojos, si literalmente no tuviera nada y a nadie le importara… entonces sentí que tenía que perdonar y cuando lo hice, sentí que estaba poniendo un ladrillo en la construcción de la paz de mi país. Es simple, todos los sábados jugamos juegos, tocamos la guitarra o vemos un partido de fútbol (de hecho la Copa del Mundo fue genial) incluso jugamos al fútbol juntos, a veces cenamos juntos y nos conocemos más, nos cuentan sus historias que son increíbles; son hombres que necesitan fuerza para perdonar a otros y perdonarse a sí mismos, pero más que nada, necesitan recomenzar sus vidas. Un grupo de especialistas los ayuda a progresar, pero nuestro rol como JxMU es otro, como dice uno de mis compañeros, Francisco: “nosotros crecemos con ellos y nunca dejamos de hacerles sentir nuestro cariño, que es siempre mutuo”. En diciembre de 2013, la policía de mi ciudad hizo huelga y mucha gente enloqueció y empezó a saquear negocios y tiendas e incluso vaciaron un depósito de una ONG que recogía comida para los necesitados. Muchísima gente fue violentamente robada y tanta empezó a defenderse junto a los vecinos, fue un día de guerra entre la gente. Al día siguiente, después de una caótica noche, con los JxMU decidimos espontáneamente ir a limpiar la ciudad, especialmente el centro que es donde había más cenizas y suciedad; además de recoger comida para la ONG. Lo dijimos en todas las redes sociales, avisamos a algunos medios y a nuestros amigos: empezamos siendo 15 de nosotros y terminamos siendo más de 100 (y la gente que llevó comida fue incluso más). https://www.youtube.com/watch?v=9WX_TbWHvVw&feature=youtu.be Nos dimos cuenta que el noticiero de la TV, esa noche, tenía una noticia positiva de la que hablar, gracias a nuestra acción (porque los medios vinieron a cubrir nuestros hechos) y muchísima gente lo vio. Pero esa no fue la única “noticia positiva”, porque gracias a la comida que juntamos, un jardín de infantes de un barrio pobre, pudo dar de comer a los niños que asistieron ese día. El jardincito se llama “Rincón de luz”. A partir de ahí, un grupo de JxMU no quiso terminar. Mientras algunos seguíamos yendo al asilo de hombres, otros decidieron empezar a ir al jardín de infantes para empezar un proyecto. Primero celebraron Navidad con ellos, hicieron un pesebre viviente y recogieron regalos para llevarles. Después empezaron a hacer un proyecto para mejorar la estructura del edificio que es muy pobre. Mientras tanto, sufrieron el robo de algunos materiales de construcción y entonces todos los JxMU con ayuda de familias, amigos y compañeros de la Universidad y del trabajo, ayudamos a hacer y vender tartas para juntar dinero para recuperar los materiales. Después todos ayudamos a recoger material didáctico, juguetes y cortinas para las ventanas del jardín, para que fuera más lindo el espacio para los chicos. Una de las cosas más lindas es la que dice Caro, la joven por un mundo unido que lidera el proyecto: “la relación entre nosotros, los niños, las mamás, las maestras y el barrio ha crecido tanto que se convirtió en nuestra familia, donde compartimos nuestras necesidades. Una de las maestras, por ejemplo, está embarazada y me pidió ayuda porque no podía comprarse el cochecito para el bebé. Después de compartir la necesidad con mis compañeros de trabajo, una de mis colegas decidió darle uno que tenía en su casa que, además de estar en óptimas condiciones, lo más bello fue que decidió ir ella personalmente a llevárselo”. Han organizado talleres de higiene personal y de huerta, también festejaron la Navidad juntos el año pasado, con nuevos juguetes donados por una parroquia de una pequeña ciudad cercana a la nuestra. El próximo proyecto es construir baños y mejorar el cableado eléctrico. Como dijo mi amiga Caro, “el amor contagia. El amor despierta el amor. El amor se reproduce en los corazones, “nos hace llorar” con el hermano -como nos dijo el Papa en Filipinas-. “Rincón de Luz” me dio la posibilidad de soñar grandes cosas y creer que tenemos todas las manos necesarias al lado nuestro, en nuestros ambientes de relación: familia, trabajo, universidad, amigos, etc. para llevarlas a cabo. Basta dar el primer paso”.

Cuba: rescatar su memoria histórica

Cuba: rescatar su memoria histórica

chiesa«Hemos recibido con gran alegría la noticia de la visita que el Papa Francisco hará a nuestra patria del 19 al 22 de septiembre próximo. El Santo Padre quiere mostrarnos su cercanía en un momento en que, gracias también a su mediación, se respiran aires de esperanza en nuestra vida nacional por las nuevas posibilidades de diálogo que están teniendo lugar entre los Estados Unidos y Cuba. ¡Es mucho y muy importante lo que viene haciendo él, como Pastor universal de la Iglesia, en la búsqueda de la reconciliación y la paz entre todos los pueblos de la tierra!». Así escriben, en un mensaje a los cubanos, los obispos católicos de Cuba. Y mientras la Isla caribeña se prepara a recibir al primer papa latinoamericano, dialogamos en La Habana con José Andrés Sardina Pereira, arquitecto técnico español, apasionado de la cultura cubana, con una especialización en arquitectura, arte sacro y liturgia. «Este trabajo –explica Sardina Pereira– quiere ser una aportación del arzobispado santiagueño al proceso iniciado por las instituciones civiles, encabezadas por la Oficina del Conservador de ésta ciudad, para lograr que el Centro Histórico Urbano de Santiago (con el conjunto de sus iglesias coloniales y las poblaciones de su entorno), sea incluido por la UNESCO, en la lista de los sitios patrimonio de la humanidad, como ya lo son los centros históricos de La Habana, Trinidad, Camagüey y Cienfuegos». Hijo de padre cubano, Sardina, además de arquitecto técnico es un apasionado de la historia de la “Isla Grande”. «Cuba ha sido una de las últimas colonias españolas en llegar a su independencia (1898) –precisa–, por lo tanto el proceso de “transculturación” ha sido también el más prolongado.  Los estudios sobre los orígenes de la cultura cubana, ya diferente de la matriz española, colocan su cristalización durante el siglo XVIII, cuando se despiertan con un cierto antagonismo, respecto a los intereses y a los modelos españoles, una serie de inquietudes sociales, económicas y culturales, que distinguen a los nacidos en la isla (criollos) de aquellos que provienen del otro lado del Atlántico». Sardina aclara «que, en los procesos étnicos y culturales que originaron “la cubanía”, los españoles y africanos que llegaron a la Isla trajeron consigo culturas mucho más complejas que los conceptos tradicionales que tenemos de “español” y “africano”». Y expone no sólo las fuertes diferencias regionales hispánicas, sino también de los esclavos traídos del África sub-sahariana. «Llegaron a Cuba hombres y mujeres pertenecientes a diferentes conjuntos lingüísticos, sociales y religiosos, con diversos grados de desarrollo económico, procedentes de lo que actualmente es: Senegal, Gambia, Mali, Guinea, Costa de Marfil, Benín, Nigeria, Congo y Angola». Sin excluir a personas de otros países de Europa, de Asia y de la misma América. «Basta pensar en la presencia francesa en Cienfuegos o en los cafetales del oriente de la Isla». Es en ésta convivencia de un «rico y variopinto abanico de individuos en una geografía diferente, que nace la cultura cubana, una de las últimas culturas que la humanidad ha generado: audaz, integradora, creativa y al mismo tiempo abierta, acogedora y respetuosa de la diversidad». En esta “génesis”, el mensaje evangélico -según Sardina- ha sido clave. De hecho explica que «esta nueva patria se ha forjado así como es, gracias a esta convivencia de individuos tan diferentes, blancos, de color y mestizos, libres y esclavos, muchos de ellos unidos por el amor que Jesús vino a enseñarnos, un amor que llega incluso a dar la vida. Basta pensar en el heroísmo, la coherencia y el amor de muchos de los padres de la nacionalidad cubana y de muchos hombres y mujeres que, siguiendo su ejemplo, la han generado con su vida».gente Seres humanos unidos por su fe, “viajando juntos en una nueva barca en el mar tempestuoso de la historia”. A este punto de la conversación, Sardina incluye otro elemento desde su punto de vista esencial: «Un pueblo bendecido por un extraordinario encuentro con la madre de Jesús». Su afirmación alude a lo que la tradición recuerda como “el hallazgo”. Se cuenta que corría el año 1612, cuando tres buscadores de sal (un mestizo, un negro y un blanco, tres etnias hasta entonces en conflicto) encontraron flotando en el mar un leño con la imagen de la Virgen María y con la inscripción “Yo soy la Virgen de la Caridad”. «Es este encuentro con una Madre –afirma convencido–, uno de los elementos que revela la verdadera fraternidad al pueblo cubano y se convierte en símbolo identificador de su nacionalidad. Madre de todos, de marineros de todas las orillas, colores y credos». Este mestizaje rico de diversidad, Sardina ama definirlo como “una suerte de ajiaco”, plato típico del centro de la Isla compuesto por una gran variedad de ingredientes. «En un mundo globalizado, cada vez más interdependiente –continua Sardina–, muchas veces, la intolerancia hacia la diversidad étnica, cultural y religiosa sigue siendo la causa primordial de los conflictos más graves. Chiara Lubich, una gran personalidad de la Iglesia católica, en su intervención en la sede de las Naciones Unidas (1997), llega a decir que para construir hoy un mundo más unido y en paz, es necesario llegar a amar la patria del otro como la propia, la cultura del otro como la propia». El arquitecto técnico español, concluye con una confesión personal: «Realizando este trabajo, me he dado cuenta hasta qué punto el conocimiento y la difusión de la cultura cubana puede ser una aportación a la construcción de la paz en el mundo, si se logra rescatar y mantener su más genuina memoria histórica y sus profundas raíces cristianas».

Nigeria. Yakoko y el don de la lluvia

Nigeria. Yakoko y el don de la lluvia

2En Nigeria hay un gran desnivel entre el desarrollo de las ciudades y el de las aldeas rurales, donde casi no hay infraestructuras, ni electricidad, ni atención médica, ni calles, etc. Yakko es una de estas aldeas –está ubicada cerca del desierto, en medio de las montañas- donde las comunidades cristiana y musulmana, desde siempre, viven en gran armonía. Por la noche, después del trabajo en el campo, los hombres se encuentran en la plaza para conversar alrededor de una bebida alcohólica que ellos producen, Guinea corn. Hace algunos años, una misionera, Sor Patricia Finba, llevó a Yokoko la espiritualidad de los Focolares y Felix, Abubacar, Nicodemus, Loreto, el Padre Giorge Jogo y otros la hicieron propia. El año pasado acogieron en su aldea a más de 200 personas provenientes de varias regiones de Nigeria para conocerse más. Este año, un grupo de jóvenes y adultos de Onitsha decidió pasar algunos días allí. Después de 24 horas de viaje –peligroso en algunas partes- en autobuses públicos repletos, cargados con bolsas y paquetes, fueron recibidos calurosamente en las casas de las personas de la comunidad. «Participamos de sus vidas –cuenta Luce- compartimos todo», «y – agrega Cike – nos dimos cuenta de que a los jóvenes lo que les interesaba no eran tanto los bienes materiales, la ropa y las medicinas que les llevamos, sino los bienes espirituales: nuestra amistad y el tesoro de nuestra vida, el descubrimiento de Dios Amor». Decidimos por esto, compartir una jornada de reflexión, haciendo una excursión a la montaña que, con su árida belleza, invita a la meditación. «Fue una jornada importante –cuenta Imma-. En una atmósfera de amistad profunda compartimos los valores en los que creemos y sobre los que basamos nuestra vida». Los días siguientes llevamos juntos una ayuda a quien estaba pasando necesidad, sobre todo a los ancianos y a los niños y a los muchos refugiados provenientes de las regiones del norte. Visitamos 5 aldeas. 5Una comunidad musulmana los acogió con especial alegría. Algunos de ellos ya vivían por la unidad del mundo y con ellos enseguida se creó un clima de familia que permitió compartir las alegrías y dolores del lugar. De hecho, las aldeas estaban pasando un periodo muy difícil por la sequía y, según la tradición, habían pedido a un “notable” de la aldea que rezara pidiendo la lluvia. Pero la lluvia no había caído y habían decidido matar a esa persona. «Cuando escuchamos lo que habían decidido nos asustamos y le rezamos a Dios para pedirle que lloviera –sigue contando Luce. Al tercer día Él nos bendijo con una buena lluvia! Estábamos contentos, no sólo por la lluvia, sino porque se había salvado la vida de una persona».