Movimiento de los Focolares
El Gen Verde en concierto, en Verona

El Gen Verde en concierto, en Verona

«El 29 de enero de 2014 cuando llegamos a Isola de la Scala (Italia), – escriben del Gen Verde-, descubrimos que START NOW no era sólo nuestro proyecto, sino que era también el proyecto de los 100 jóvenes con los que realizamos los talleres artísticos y también de los muchos adultos que nos habían acompañado en esos días, trabajando detrás del telón. Todos gritan en coro: START NOW, ¡WOW! «Cuando comenzamos a trabajar con la danza, el canto, la percusión y el teatro, era como si nos conociéramos desde siempre: estábamos todos dispuestos a compartir los propios talentos. Una chica dijo: “En el palco siento que soy otra, libre de expresarme, distinta” Y un compañero le respondió: “Mira, que tu puedes ser así todos los días…” «El sábado 1º de febrero, los jóvenes subieron al palco junto con el Gen Verde, y comenzó el tradicional “Meeting invernal – Fiesta de la vida”, organizado por la Pastoral juvenil de Verona, que este año nos vio trabajando juntos en la diócesis, en primera fila, testimoniando que hay esperanza. El obispo, en la homilía de la Misa, antes del espectáculo, alentó a los jóvenes presentes diciendo: “¡Con ustedes el futuro está asegurado!” «El arte, una vez más, se convirtió en un instrumento de diálogo, y de compromiso.Y cantando juntos “…la paz, depende de ti”, asumimos la responsabilidad involucrando también a los 3.500 participantes, que, durante el concierto, cantaban con nosotros. Desde Verona partió una onda de fraternidad, que ¡quién sabe hasta dónde puede llegar!” El conjunto internacional Gen Verde, está actualmente constituido por 21 chicas que proceden de 13 países.Han realizado más de 1.400 espectáculos durante varias giras por Europa, Asia, América del Sur y del Norte. El estilo original del conjunto musical evoluciona con el ingreso de cada nueva integrante. Las diversas influencias componen una rica mezcla cultural-étnica y una vasta gama de géneros tradicionales además de los géneros contemporáneos. Al día de hoy, la banda ha grabado un total de 70 álbumes. Mientras que la conformación del grupo ha ido cambiando a lo largo de los años, los valores fundamentales de su objetivo artístico permanecen intactos: contribuir en la creación de una cultura global de paz, de diálogo y de unidad. El international performing arts group Gen Verde, tiene su sede en la ciudadela internacional de Loppiano (Florencia, Italia) donde personas de todas las procedencias y razas comparten la experiencia creativa y enriquecedora de construir la unidad en la diversidad.

El Gen Verde en concierto, en Verona

Loppiano: Primer “Week-end del Dar”

“Eran tiempos de guerra y todo se derrumbaba… sólo Dios quedaba”. Así comienza a menudo el relato del nacimiento del Movimiento de los Focolares. Era el año 1943, en el furor de la Segunda Guerra mundial. De aquellos años se recuerdan muchos episodios que luego han sido emblemáticos y que se han repetido y difundido en todos lados donde está presente la comunidad de los Focolares.

Uno de estos episodios fue “la montañita”.  Veamos cómo lo recuerda Vittoria (Aletta) Salizzoni, una de las primeras jóvenes que emprendió con Chiara Lubich “la aventura de la unidad”:

«Recuerdo un hecho. Pienso que habrá ocurrido  en 1946. “Demos toda nuestra ropa superflua a nuestra comunidad”, propuso Chiara, y así comenzamos a hacer lo que llamamos “montañita”. Éramos pobres. ¡Imagínense! En la post guerra no había nada. Sólo teníamos ropa vieja y usada, pero todas pusimos algo. Me acuerdo de una linda montaña, allí, en medio del cuarto de la “casita”, que luego fue distribuida»

Este hecho, que recordaba lo que hacían las primeras comunidades cristianas donde “a nadie le faltaba lo necesario, porque lo que poseían (los bienes)… los ponían a disposición de todos… y luego se distribuía a cada uno según sus necesidades” (Hechos 4, 34-35), se convirtió en una praxis en las comunidades de los Focolares esparcidas en el mundo.

Los habitantes de la ciudadela internacional de Loppiano decidieron, el 8 y 9 de febrero, lanzar una propuesta similar, involucrando el propio territorio, y siguiendo las indicaciones de Papa Francisco que en su mensaje para la próxima Cuaresma, invita a compartir. El Papa recuerda, entre otras cosas, que “es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y a la comunión”.

La iniciativa solidaria se tituló “Week-End del Dar”. «Se trata de una “completa inmersión en la cultura del dar” –explican los organizadores- que promovió la apertura de un espacio de intercambio y de solicitud de objetos en buenas condiciones, sin limitaciones o restricciones de clase; sin olvidar “la cartelera” con las necesidades y el “banco del tiempo” donde se ofrece el tiempo disponible para los demás»

El Salón de la ciudadela se destinó como centro de recolección. «Llegó de todo: ropa usada de todas las tallas, para todas las edades, libros, electrodomésticos, muebles, juguetes, objetos de decoración», cuentan.

Durante el domingo, hubo momentos de diálogo y se profundizó sobre los motivos que fundamentan la “cultura del dar”, en contraposición a la cultura del poseer, y su directa aplicación en la vida de todos los días.

Finalmente se inauguró la llamada “Red montañita permanente”, es decir, un punto de recolección y de redistribución de los objetos donados. Un lugar abierto a la solidaridad y pensado como tránsito de bienes hacia quien los necesita.

El Gen Verde en concierto, en Verona

En África, como familia

“No estamos yendo a África para conocer el lugar, para hacer turismo, sino para encontrar a un pueblo”, escriben Flavia y Valter.

Ella es suiza, estudió relaciones internacionales en Ginebra y durante algunos meses trabajó en Bukas Palad en Tagaytay, Filipinas. Walter es un periodista brasileño. En el 2012 terminó una maestría en el Instituto Universitario Sophia, en Loppiano, Italia. En el 2005 fue como voluntario a Indonesia, seis meses después del Tsunami que destruyó el suroeste asiático.

Aún viviendo en lados opuestos del océano Atlántico, se encontraron en el 2004 y se casaron ocho años después.

Ahora dejan seguridades, proyectos, trabajo… Pasarán un par de meses con la comunidad de los Focolares de Man, en el África subsahariana, a 600 km al oeste de la capital de Costa de Marfil, Abidjan. “Dejar todo detrás nuestro no es fácil –escriben-, pero sentimos que esta experiencia de desapego total nos hace más libres para vivir profundamente cada momento, sin mirar atrás”.

En Man trabajaremos en la ciudadela del Movimiento, en un centro de informática y en un centro que lucha contra la desnutrición de cientos de niños.

“El hecho de ir como pareja es un aspecto que queremos subrayar –escribe Flavia-. Muchos dicen que el matrimonio encierra a la pareja, obligando a una vida basada en la búsqueda de seguridad material. Nosotros queremos asumir el desafío de que es posible abrirnos juntos a los demás”.

“Encontrarnos con el pueblo africano siempre ha sido un sueño nuestro –agrega Valter-, y las numerosas relaciones que hemos construido, han transformado  nuestra expedición en una aventura que queremos compartir con muchos amigos. Para ellos y para todas las personas interesadas en conocer más el Continente africano nació la idea de escribir un libro con la experiencia que viviremos y las fotos que la documentarán”.

“Deseamos compartir con todos nuestra aventura – concluye Flavia –, y ofrecer el fruto de nuestra experiencia. Creemos que la familia no está hecha sólo de lazos de sangre, sino que involucra todo tipo de relaciones construidas junto a las comunidades que integramos”.

Quienes deseen participar en el proyecto pueden contribuir y recibirán un “libro documental” con la experiencia.

Para mayores informaciones: Juntos rumbo a África

El Gen Verde en concierto, en Verona

Chiara Lubich y las religiones: Budismo

La relación con el mundo budista tiene un significado especial en la historia del diálogo vivido en el Movimiento de los Focolares. Si bien ya en los años Sesenta Chiara Lubich tuvo algunas intuiciones, con respecto a la posibilidad de construir una auténtica fraternidad con personas de religiones y culturas diferentes, y fue sólo en 1979 que Chiara se encontró un líder de otra religión, el Rev. Nikkyo Niwano, fundador de la Rissho Kosei kai. Nació una amistad sobre la base de una profunda estima recíproca. En 1981 Niwano la invitó a Tokio a hablar de su experiencia a 12 mil budistas. Fue el inicio histórico de una experiencia de auténtica fraternidad. Es una relación que perdura ya desde hace muchos años, ulteriormente saldada por la visita de María Voce a Tokio en el 2010.

Se han abierto caminos de encuentro y colaboración con otras realidades de la corriente Mahayana en Japón y en Taiwán. Permanecen imborrables los encuentros con el Venerable Etai Yamada de la Escuela Tendai.  El venerable Yamada amaba citar el lema del gran maestro Saicho: «Olvidarse de sí mismos y servir a los demás es el ápice del amor-compasión», son palabras, por otro lado, mencionadas por Juan Pablo II con ocasión del encuentro con representantes de otras religiones en 1981 en Tokio.  El venerable Yamada también decía: “Se puede decer que el Focolar pone en práctica las palabras del maestro después de 1.200 años”. Hoy día también son fructíferas las relaciones con la Escuela Nichiren. No han faltado contactos con budistas chinos del monasterio Fo Guan Shan y del monasterio Dharma Drum Mountain.

A lo largo de los años, se han abierto también caminos para conocer y encontrar el mundo del budismo therevada. Gracias a una prolongada estadía del Gran Maestro Ajhan Thong y de Phramaha Thongratana en la ciudadela internacional de Loppiano, donde los dos monjes tailandeses tuvieron un contacto vital con el cristianismo. Regresando a su país comunicaron su descubrimiento e invitaron a Chiara Lubich a donar su experiencia en la universidad budista y en un templo en Chiang Mai. El Gran Maestro Ajhan Thong, presentando a la fundadora de los Focolares decía: «El sabio no es ni hombre ni mujer. Cuando se enciende una luz en la oscuridad, no nos preguntamos si fue un hombre o una mujer quien la encendió. Chiara vino a donarnos su luz».

A partir del 2004 hasta hoy, se han realizado algunos simposios. El quinto en orden cronológico tuvo lugar del 28 al 31 de mayo de 2012, después de aquellos realizados en el 2004 y en el 2008 en el centro Mariápolis de Castelgandolfo y en el 2006 y en el 2010 respectivamente en Osaka (Japón) y en Chiang Mai (Tailandia), acogió a participantes provenientes de Tailandia, Sri Lanka, Japón, Corea, Taiwán, Inglaterra, Usa, Suiza, Austria e Italia. La variedad no radica sólo en la proveniencia geográfica, sino también en la de distintas pertenencias. De hecho, entre los budistas estaban presentes monjes y laicos de la tradición Theravada y Mahayana, y entre los cristianos representantes de la Comunión anglicana y de las Iglesias reformadas.

A lo largo de los años, entre los participantes en estos congresos se ha ido madurando una profunda confianza recíproca, que ha permitido afrontar el argumento de las Escrituras con apertura y sin malos entendidos. El congreso de Castelgandolfo contó también con la presencia de S.E. el cardenal Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, y de la Presidente del Movimiento de los Focolares, María Voce.

El 20 de marzo de 2014, en la Universidad Urbaniana de Roma, tendrá lugar un evento dedicado a “Chiara Lubich y las religiones: juntos hacia la unidad de la familia humana”. Pretende poner en evidencia, seis años después de su desaparición, su compromiso a favor del diálogo interreligioso. La manifestación coincide con el 50° de la declaración conciliar “Nostra Aetate” sobre la Iglesia y las religiones  no cristianas. Se prevé la participación de personalidades religiosas también del budismo.

 Fragmentos de la Intervista  a Chiara Lubich sobre el diálogo interreligioso (1998)

El Gen Verde en concierto, en Verona

Cuando la emergencia son los prófugos y el desafío de la integración

«Desembarcan en las playas italianas buscando paz y futuro. Buscan una vida digna. En estos últimos meses están llegando sobre todo las víctimas de la guerra en Siria, protagonistas de un nuevo “éxodo bíblico” como muchos lo definen». Marigen, cuenta esto refiriéndose a cuando ella y las otras focolarinas de Catania (Sicilia), se sintieron directamente interpeladas por los rostros de prófugos y por los desembarques cada vez más urgentes y se preguntaron: «Y yo, nosotros, ¿qué podemos hacer?»-.

A través de Valeria, una joven del Movimiento, se enteran que cotidianamente se agolpan en la estación de Catania muchos sirios, para comenzar el viaje hacia países del norte de Europa. «Tienen necesidad de todo- cuenta Valeria- ropa, zapatos, bolsos, valijas, comida, medicinas».

Inmediatamente las focolarinas se ponen en acción: «Abrimos nuestros armarios, sacamos todo lo que se había acumulado y podía servir a los otros –agrega Paola-. Una de nosotras pega un botón, otra plancha una camisa, otra prepara paquetes con indumentaria clasificada según las tallas. Tenemos muy presente la experiencia de Chiara Lubich y del primer focolar en Trento en los tiempos de guerra».

Al día siguiente, se dirigen a la estación y entregan todo a una joven marroquí que coordina la entrega de la ayuda que va llegando. En ese momento descubren que necesitan un lugar donde depositar todo lo que la gente dona. Esa misma noche una familia pone a disposición su garaje.

Tienen también la oportunidad de auxiliar y conocer a los inmigrantes que están como huéspedes en la mezquita, que se ha convertido en un dormitorio para prófugos musulmanes y cristianos. Lina, focolarina, que proviene de Jordania, traduce sus historias llenas de dolor y esperanza.

Mientras tanto, la comunidad de los Focolares de Siracusa comparte con toda la ciudad el dolor por la pérdida de Izdihar Mahm Abdulla, una joven siria de 22 años que murió en la travesía por el mar, por no haber podido consumir sus habituales medicinas, Marigen cuenta: «Nos estrechamos alrededor de los prófugos tratando de llevarles ayuda material y consuelo. Participamos en el funeral realizado según el culto musulmán en la explanada de la Catedral. Rezamos juntos, al lado del Imam de Catania, el Intendente y el Arzobispo de Siracusa. Se respiraba un clima sagrado. Alrededor del ataúd estamos todos unidos por este gran dolor. El Imam le regala el Corán al Obispo como gesto de amistad y comunión».

También en la isla de Lampedusa, a raíz de la tragedia en la que muchos murieron en el mar, la comunidad del Movimiento, junto con otros, enfrentó la emergencia, ofreciendo hospitalidad, comida, sus propias casas, compartiendo con los inmigrantes no sólo lo que tenían como superfluo, sino también lo necesario.

En la cercana Malta, la comunidad de los Focolares se sintió directamente interpelada por la llegada de prófugos en las costas de la Isla. «Aquí el desafío de la inmigración y de la integración es muy fuerte – cuenta Vanessa-. Desde hace ya dos años comenzamos a tomar conciencia de los pasos a dar y pedimos permiso para entrar en los centros de detención donde hay muchos prófugos». Se organizan grupos con el fin de actuar en diversos frentes. «Integro el grupo que va al centro de detención – continúa Vanessa- donde conocimos a unas cincuenta mujeres somalíes que tienen entre 16 y 50 años, la mayor parte musulmanas, aunque hay también algunas cristianas.

Damos lecciones de inglés, de trabajos manuales y danza, pero lo más importante es la relación con cada una: escuchar y compartir las frustraciones, las historias de vida…. Es así que conocemos situaciones muy delicadas, que llevan a pensar inclusive en el suicidio… Constatamos que la disponibilidad de escucharlas es un recurso importante, y vemos con alegría que estas visitas llevan alivio y esperanza. Es ésta la actitud de acogida que tratamos de vivir y transmitir, para promover una cultura de la integración».

El Gen Verde en concierto, en Verona

Alemania: Arte y Evangelio

“Desde el momento en que sentí el llamado de donarme a Dios en el Focolar, me parecía que el mundo del arte y muchos años de estudio de la música, no tenían ya lugar en mi vida.  Paradójicamente, sin embargo, varios encuentros y relaciones que iba construyendo me empujaban a escuchar mi faceta artística y seguir sus estímulos. Siempre sentí mucha confianza hacia mis amigos del Focolar, que no trataron de darme respuestas sino que trataron más bien de estar cerca mío, compartiendo mis preguntas. Mientras tanto, desempeñaba otros trabajos, pero me parecía que todo ese mundo artístico fuese para mí como un tren que ya se había ido y al que no me había subido.

Descubrí, también, que lo que Dios nos da no corresponde nunca exactamente a lo que pensamos nosotros. Por ejemplo, había buscado trabajo en el campo de la música en los barrios más difíciles de mi ciudad, entre los inmigrantes y los más pobres, poniéndome a su disposición. Pero en muchos años de búsqueda intensa nunca surgió  nada. En cambio, fue una colega la que me hizo descubrir que en el liceo en el que estoy trabajando ahora, se me ofrecía un desafío completamente distinto pero igualmente atractivo: jóvenes llenos de riqueza material, pero a menudo en la pobreza espiritual, saciados de todo pero con una profunda insatisfacción.

Es así que ahora, desde hace dos años y medio, trabajo en el liceo humanístico Christianeum ad Hamburgo, una escuela que tiene una vasta actividad musical con coros, “brass band” (orquesta de vientos) y orquestas que involucran a centenares de muchachos. Dirijo las dos orquestas sinfónicas de la escuela, la de los chicos que tienen entre 10 y 12 años (actualmente con 65 integrantes) y la de los jóvenes que tienen desde 13 a 18 años (52 integrantes)

Este trabajo exige sobre todo la capacidad de construir relacionescon los muchachos, pero también con sus padres y con los colegas. Muchas veces significa aprender a perdonar (a mí mismo y a los otros), recomenzar constantemente, creyendo en los otros a pesar de las desilusiones. Significa comprometerse desinteresadamente, prestando atención a cada persona individualmente y no sólo al grupo en general. Y todo esto desde la base  de una constante  búsqueda de mayor competencia profesional, tratando de involucrar lo más posible a los colegas. De hecho, somos tres los colegas que nos ocupamos de la orquesta. Antes de decidir algo, escuchándonos con atención, tratamos de comprender qué piensa cada uno. Así, experimento la reciprocidad del amor con los chicos y con los adultos. Me sorprendí cuando me hicieron notar que en las actividades musicales de la escuela “siempre sopla un espíritu bueno que crea una atmósfera de colegialidad amistosa, que involucra a todos”

Advierto que mi vida se unifica si soy coherente y permanezco en mi elección de vida. Siento la misma frescura y novedad del primer momento en que comencé a vivir el Evangelio convencido, en aquella época como hoy, de que sólo así, junto con muchos otros, se puede cambiar el mundo″.

Perfil de : Christian Kewitsch