Jul 13, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Elisa vive en el Focolar de Welwyn Garden City, 35 Km al norte de Londres, en el condado de Herfordshire. Una “ciudad-jardín”, fundada en los años Veinte, con hermosos edificios de estilo neo-georgiano, rosas rodeando las entradas, calles arboladas. Nos cuenta: «Nací en el norte de Italia, en un pequeño pueblo de la provincia de Novara. Tengo dos hermanos más chicos. Mi familia nos transmitió los valores cristianos, como por ejemplo “pensar en los demás”. A los veinte años, habiendo terminado los estudios de francés e inglés, estaba buscando un trabajo. Pero en una pequeña ciudad era difícil encontrarlo, estaba muy desalentada. Una amiga mía me invitó a un encuentro en el que se estaba organizando un viaje a Roma, para asistir al Genfest, una gran manifestación de los jóvenes del Movimiento de los Focolares que se iba a realizar en el estadio Flaminio. Estábamos en mayo del ‘80. Fui, pero solamente para pasar un fin de semana distinto. En cambio me quedé sorprendida y conmovida de la escena que vi: los posters que hablaban de un mundo unido, el entusiasmo de decenas de miles de jóvenes. Tuve la clara sensación de haber encontrado algo precioso. Volviendo, seguí vinculada con estas personas. Había algo que me atraía en ellos. Comencé a frecuentar el focolar, mientras que dentro se me aclaraba lo que quería hacer en la vida. Hasta que comprendí: donarme a Dios y a los hermanos, precisamente a través del Focolar. Encontré un buen trabajo en Caritas, la acción social de la Diócesis. Un trabajo interesante y de responsabilidad. Después de tres años, tuve que trasladarme a Boloña, pero el sacerdote responsable de Caritas trataba con insistencia de convencerme para que no me fuera. Ese día el Evangelio hablaba justamente que “aquellos que no dejan madre, padre y campos… no pueden… ser mis discípulos”. Pensé que Jesús dirigía esas palabras a mí. Me fui sin dudar. Desde 1985 a 1987 estuve en la escuela de formación de la ciudadela de Loppiano (cerca de Florencia, Italia). Y después… ¡África!. Mi primera impresión fue la de encontrarme dentro de una película, todo era nuevo y distinto. El día después de mi llegada, en una capilla, delante del tabernáculo, Le dije: “Tu eres el mismo Jesús, di mi vida por Ti y ahora te encuentro también aquí”. Pasé el primer mes en Fontem, en Camerún. Después me fui a Nigeria, donde me quedé veinte años. En 1989, en Lagos, comenzamos un proyecto para un grupo de chicas. Para alojarlas, una religiosa nos ofreció dos habitaciones dentro de su misión, después una familia nos dio una casa gratis durante cinco años. Finalmente encontramos un terreno y muchas personas nos ayudaron a construir el primer focolar de Nigeria. Todo sucedía gracias a la inesperada ayuda de Dios a través de la gente. Encaminamos una pequeña empresa de producción de trabajos en batik, una técnica tradicional de pintura en cera aplicada a la tela. El proyecto ayudó a una innumerable cantidad de chicas a lo largo de los años. En el 2002, en Jos, en Nigeria septentrional, casi un millar de personas perdieron la vida en un combate entre musulmanes y cristianos. Hasta ese momento los dos grupos habían vivido siempre en paz. Justamente en Jos quisimos hacer una Mariápolis, porque era necesario experimentar el diálogo, la paz, la reconciliación, especialmente en un lugar que tenía heridas profundas, no solamente físicas. Las personas habían perdido sus empresas, los lugares de culto habían sido destruidos. Una señora, que anteriormente había incitado a los jóvenes de su pueblo a combatir contra los rebeldes, al final de la Mariápolis formó un grupo que viajó durante un mes, como gesto de reconciliación, de pueblo en pueblo, como lo deseaba el obispo de la localidad. Posteriormente durante seis años estuve en Douala, en Camerún. Después, desde el 2013, estoy en Welwyn Garden City (Gran Bretaña) donde, el primer año, nevó ¡desde febrero hasta abril! Afuera todo era distinto, pero nada había cambiado. Donde Dios te quiere, ¡ésa es tu casa!». Fuente: New City Magazine (Londres)
Jul 12, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
Sí, verdaderamente de oro. De hecho, han pasado 50 años desde ese primer discreto encuentro, que produciría una inimaginable apertura entre el Patriarcado Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa y el Movimiento de los Focolares. Hace pocas semanas, así se expresaba el Metropolita Gennadios Zervos: “Todavía hoy ese momento no ha sido apreciado adecuadamente en todo su alcance” (cfr Ese diálogo querido por Dios). Algo de la fuerza vital de esa semilla lo logramos intuir si pensamos en el primer Doctorado honoris causa en “cultura de la unidad” con el que fue distinguido el Patriarca Bartolomé por parte del Instituto Universitario Sophia (Loppiano, Italia) en octubre. Allí nació el proyecto, hoy realidad, de enriquecer la oferta formativa del Instituto, con una Cátedra permanente sobre el diálogo entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica, dedicada al Patriarca Atenágoras y a Chiara Lubich. El 13 de junio, día del aniversario, algunos de nosotros nos reunimos espontáneamente en el Fanar, la sede patriarcal. Ante el bellísimo ícono de María concluimos con el Magníficat nuestra oración de acción de gracias: “Grandes cosas ha hecho el Omnipotente, Santo es Su Nombre”. Pero el oro obligaba hacer una celebración que tuvo lugar aquí en Estambul, en el marco de la Mariápolis local. Así como el año pasado el Papa Francisco visitó una Mariápolis, la de Roma, este año los participantes de la Mariápolis de Estambul, recibieron la sorpresa, la alegría, el honor de hospedar al Patriarca Bartolomé. La Escuela Teológica de la isla de Halki, con su espléndido parque, fue el marco de una jornada inolvidable.
El domingo 25 de junio, los 65 ‘mariapolitas’ de distintas confesiones, nacionalidades, lenguas subieron a la sala de las audiencias donde el Patriarca Bartolomé hizo su discurso: «Ahora hablemos de una historia que tiene 50 años, de un vínculo espiritual muy fuerte entre el Patriarcado Greco y el Movimiento de los Focolares. Y ya podemos hablar de una tradición porque nuestro predecesor Patriarca Demetrio continuó la relación con Chiara y el Movimiento. Y nosotros hemos seguido y llevado adelante durante 26 años esta tradición. Estamos muy felices y es una gran alegría para nosotros que la mayor parte de los años de esta tradición haya transcurrido con nosotros». No son nuevas las manifestaciones de afecto y estima del Patriarca, pero siempre logra sorprendernos. La expresión de su alegría no es una formalidad… ¡dice estar orgulloso de su parte de 26 años de los 50! y agrega espontáneamente: «Pero ya antes de ser Patriarca, en el trabajo junto a mis predecesores he servido con amor esta relación». Y continuó: «Veo que el buen Dios les ha bendecido porque su número y su servicio han crecido, porque con el testamento de Chiara que han acogido, dan un servicio a la humanidad con el mismo corazón puro, con la misma fe, con el mismo amor, con la misma laboriosidad. […] Como la bendición del Papa Francisco, así nuestra bendición y nuestra oración es siempre por ustedes, para que siembren semillas de paz y de amor en el corazón de las personas. Que Dios conduzca siempre sus pasos hacia las buenas obras».
Después del discurso tuvo lugar la entrega de dones, entre los cuales una foto enmarcada de Atenágoras y Chiara durante uno de sus encuentros. Y después una canción “Ama y comprenderás”, en distintas lenguas (también en griego), que sabemos que era muy amada por el Patriarca Atenágoras y que expresa la esencia de la Mariápolis: la luz que proviene del amor hecho vida. En el comedor contiguo el Patriarca ofreció a todos un exquisito almuerzo y la mañana se concluyó con fotos oficiales, selfie y momentos de diálogo donde Bartolomé se entretuvo con uno y otro. En fin es de oro la herencia que nos dejan el Patriarca Atenágoras y Chiara, protagonistas e iniciadores del “diálogo de la Caridad”, “grandes artífices del diálogo del pueblo (…) iniciadores de una nueva Era ecuménica; han enseñado a los pueblos, han dado aliento, fuerza, paciencia, fidelidad, disponibilidad, amor y unidad”. (Metropolita Gennadios Zervos).
Jul 10, 2017 | Focolare Worldwide
«Mi país, Líbano, durante muchos años vivió bajo el control de Siria. Por esta razón entre los dos países se desarrolló una fuerte tensión, empeorada por la llegada de un gran número de refugiados sirios, casi dos millones de personas más que se sumaron a los cuatro millones y medio de habitantes, es decir casi la mitad de la población. Al comienzo de la guerra en Siria, algunas familias de la comunidad de los Focolares de Alepo se radicaron en Líbano para alejarse durante algún período de la guerra. A continuación, habiendo empeorado la situación en su país, no pudieron más volver a su patria y fueron recibidas en un centro del Movimiento. En el clima de hostilidad general que los rodeaba, ayudarlos era una decisión en contra de la corriente, que exigía que hiciéramos el esfuerzo de cancelar todos los prejuicios que el pueblo libanés tenía hacia los sirios. Queríamos testimoniar la paz y el amor entre nosotros. Comenzamos a visitarlos, construyendo con ellos un fuerte vínculo. Padres, jóvenes y niños, todos nos comprometimos en esto, para que estas familias no se sintieran solas en un momento tan difícil. Pasábamos juntos cada día, organizando veladas con ellos, tratando de aliviar sus angustias, de comprenderlos y escucharlos. No podíamos resolver los problemas de los Estados, pero podíamos por lo menos construir un oasis de paz a nuestro alrededor. No teníamos nada, ellos llegaron sin traer objetos ni ropa. Hicimos entre nosotros la comunión de bienes, juntando sobre todo ropa, que les ofrecimos con delicadeza, no era fácil para ellos aceptar ayuda material. Las condiciones de vida para ellos eran duras. Estaban sin trabajo, en tierra enemiga, a menudo a la espera de noticias de sus parientes o amigos. Nosotros los jóvenes íbamos con ellos a la playa, para tratar de calmar la atmósfera de tensión. Lo hacíamos a menudo. Comenzamos a conocernos, a transcurrir mucho tiempo juntos, también leyendo con ellos la palabra de vida, para compartir nuestras vidas y experiencias. Comenzamos a sentirnos integrantes de una única familia. Un año más tarde, estas familias tuvieron que comenzar a buscar una vivienda. Estaban angustiadas y con grandes dificultades financieras. Pero creímos juntos en la providencia de Dios. Buscando casa y trabajo junto con ellos, éramos conscientes de las dificultades que íbamos a encontrar. Entrábamos en las casas para buscar alojamiento “para nuestros amigos sirios” y recibíamos en cambio reacciones muy duras. Por ejemplo, los propietarios de los apartamentos nos proponían alquileres excesivamente caros, para no recibirlos. Antes de dejar el centro, el último día, sólo una familia no había encontrado ni casa, ni muebles. Una de nosotros nos recordó que teníamos que tener confianza en la intervención de Dios. Con gran alegría por parte nuestra, al día siguiente encontramos gratis una casa y otra persona que debía mudarse les regaló todos sus muebles. También encontramos escuelas cuasi gratuitas para sus hijos. Con un grupo de docentes comenzamos una escuela de francés, que les permitió a los niños de las familias sirias comenzar a asistir a la escuela. Ahora todas estas familias dejaron Líbano y se mudaron a Canadá, Bélgica, Holanda. Nos escribieron para decirnos que en Líbano se sintieron apoyados, en su casa. Una familia dijo: «Sin el apoyo de las familias libanesas no hubiéramos nunca podido recomenzar todo desde cero tan fácilmente». Cuando se fueron, dejaron todo lo que tenían para las familias que habrían llegado después. Ahora disponemos de tres alojamientos que usamos para ayudar a las familias sirias e iraquíes que están de paso por Líbano para emigrar, tratando de estar siempre dispuestos a amarlos y custodiando esta relación de paz».
Jul 7, 2017 | Focolare Worldwide
Después de una violenta guerra civil que duró unos largos 12 años, Burundi, está actualmente sufriendo una crisis política que produce una gran fractura entre las instituciones y los ciudadanos. Hay numerosas manifestaciones de protesta en contra del gobierno y muchos jóvenes fueron arrestados. Se producen homicidios y secuestros, y muchos huyen dejando los propios pueblos o inclusive el país.
Los gen, jóvenes de los Focolares, se comprometieron en “vivir por la propia gente”, reconociendo en cada dificultad o persona que sufre un rostro de Jesús crucificado y abandonado, para amarlo concretamente. «Fuimos a socorrer a muchos heridos – cuenta Lewis. Durante una de las visitas a un hospital de la capital lavamos la ropa de los enfermos y compartimos comidas con algunos de ellos. Fuimos a visitar a los niños de un asilo de huérfanos. Jugamos y compartimos la tarde con ellos, tratando de que estén contentos. Aprovechamos también para ayudar en la limpieza». Los gen, muchos de ellos estudiantes universitarios, organizaron una “Conferencia de paz” en la Universidad de Burundi, que estuvo muy concurrida. «La sala estaba llena y esto nos confirmó que las personas aspiran de verdad a la paz. Nuestro grupo musical, el “Gen Sorriso” cantó algunas canciones que fueron muy bien recibidas por parte de los presentes. En especial la canción “I Believe” (ver el video) compuesta por ellos, alienta a los jóvenes de nuestro pueblo a ir contra la corriente, siendo sensibles al sufrimiento de los demás, con la invitación de hacer la propia parte para cambiar el mundo. Cuando hicimos las tomas de este videoclip nos tuvimos que esforzar para ir más allá de las situaciones adversas que nos rodeaban y creer, que, a pesar de todos, la paz es siempre posible». Para que sea más visible y eficaz su compromiso, junto con la comunidad local de los Focolares, los jóvenes comenzaron el proyecto “TOPA” (Proyecto por la paz en Burundi), que incluye una serie de iniciativas en favor de la paz y de la reconciliación. «A través de conferencias temáticas, programas de radio, actividades de beneficiencia, concursos de arte, de poesía y de canto y una gran fiesta de clausura, iniciativas que fueron siempre difundidas en las redes sociales, tratamos de involucrar al mayor número de personas a que se comprometan con nosotros para construir la paz en nuestro país». https://www.youtube.com/watch?v=Q2fobgsqI7c
Jul 5, 2017 | Focolare Worldwide
Se viaja por varios motivos: por curiosidad, por sed de conocer, por espíritu de aventura, para encontrar respuestas o para conocerse a sí mismos. No es así para Gianni Ricci, autor junto con Delfina Ducci de un volumen editado por Cittá Nuova, El largo camino del “hacerse uno”, quien ha recorrido muchos kilómetros. Su vida es una “vida en viaje”, se podría decir, pero para acercarse a las infinitas modalidades de la humanidad que sufre. Nace en Ripalta, Cremasca, en el Norte de Italia, en una familia sencilla pero digna, crece en la autenticidad de los valores cristianos. A los veinte años conoce el Ideal de la unidad de Chiara Lubich, que revoluciona su modelo de vida cristiano, a tal punto que comprende que el camino del focolar es un camino para recorrer durante toda la vida. En 1964 parte para Loppiano (Florencia, Italia), ciudadela del Movimento que estaba en sus inicios, a la que se dedica durante más de veinte años con gran empeño. Después de Loppiano, su adhesión a los planes de Dios lo lleva a trasladarse, primero a Turquía, para seguir los desarrollos de la comunidad naciente, después va a Líbano, Tierra Santa, Argelia, Jordania, Iraq, Egipto, Siria, Túnez, Marruecos. «¡Cuántos cambios imprevistos en mi vida! ¿Qué posibilidades o gracias me faltan para hacerme santo? Aquí hay mucho trabajo por hacer» Gianni Ricci, globe trotter del alma, anota todo lo que encuentra, desglosando detalles en las dificultades encontradas, especialmente en la forma de relacionarse con pueblos tan distintos. Inclusive mostrando la tragedia de las guerras, que causan heridas profundas en la población y empañan las esperanzas de un posible futuro de estabilidad y paz, no busca soluciones o posibles explicaciones en la historia. Simplemente vive al lado de quien encuentra, con el corazón libre y abierto hacia una humanidad “esparcida”, que habla el mismo idioma del corazón y del sufrimiento. «A fines de enero de 1986, con Aletta (focolarina de los primeros tiempos), comienza el primer viaje desde Estambul a Ankara y desde allí a Beirut, en Líbano. ¡El aeropuerto está casi destruido por las bombas! Líbano había sido sacudida por la guerra civil (…). Los controles son implacables, las autoridades sospechan de todo y de todos. Cada cabina de control es manejada por facciones distintas. Después de ocho días, Gianni parte para Estambul. A lo largo de los 120 Km que separan Beirut de la frontera con Siria, lo esperan 13 puestos de control. En la primera arriesga la vida. Gianni se detiene delante de un puesto, donde un soldado armado hasta los dientes le pide los documentos. Se los da y parte. Después de pocos metros un joven le pide que vuelva atrás y le hace notar que el guardia tiene el fusil apuntándolo y que no le había dado el permiso para proseguir. No apretó el gatillo, gracias a Alá, le dice». No es un relato político, sino exquisito y “solamente” humano. La humanidad de la que habla no tiene color o idioma, no tiene pasaporte, fronteras, leyes o costumbres. En cada lugar donde fue destinado, Gianni cuida especialmente la relación con las Iglesias locales, con el Islam, con el mundo judío, se dedica a sostener a las personas que encuentra desafiando el miedo, la incertidumbre por el mañana, la tensión provocada por la guerra. Una sucesión de recuerdos en la perspectiva de la unidad. Esta es la “lógica” que todavía mueve a Gianni, una persona que observa con asombro las cosas de Dios. Las citas son extraídas de “El largo camino del `hacerse uno´”. Experiencias en Medio Oriente, Cittá Nuova, 2016.
Jul 4, 2017 | Focolare Worldwide
Toda vida conlleva una esperanza. También en el oscuro túnel de la dependencia se puede encender una luz. En 1983, en la ciudad de Guaratinguetá, en el Estado de San Pablo (Brasil), Nelson Giovanelli se acercó a un grupo de drogadictos, animado por el Padre Hans Stepel, franciscano alemán. Nelson se conquista su confianza. Uno de ellos, Antonio Eleuterio, pide ayuda para salir del círculo de la droga. Son los primeros pasos de la gran familia de la Fazenda da Esperança. En1989, Iraci Leite y Lucilene Rosendo, dos jóvenes chicas de la misma parroquia, siguiendo el ejemplo de Nelson, dejan todo para dedicarse totalmente a esta nueva misión. En el 2007, el papa Benedicto XVI visita la primera comunidad en Pedrinhas, en Brasil, cerca del Santuario de Aparecida. Desde entonces la propuesta de vida de la Fazenda da Esperança empieza a difundirse en todo el mundo. Los trabajadores de las actuales 118 Fazendas, esparcidas en 17 naciones, son personas voluntarias, a menudo provenientes de un pasado de droga y alcohol, quienes después de un camino de recuperación han advertido el llamado de Dios a ser también ellos portadores de la esperanza para cuantos han precipitado en su misma oscuridad. Los primeros días de mayo de 2017, 60 voluntarios de varias Fazendas del mundo fueron a Asís, la ciudadela de San Francisco y Santa Clara, y a Loppiano (Italia), para iniciar una nueva “misión esperanza” a lo largo de las vías de Europa. Durante dos semanas con ellos estuvo también el conjunto internacional Gen Rosso. Alemania, finales de mayo. Cuentan algunos miembros del conjunto: «Cada mañana una caravana de automóviles y camionetas partía para un nuevo destino, en un área de 400 kilómetros: escuelas, comunidades, grupos, cárceles. Los chicos y las chicas de la Fazenda comparten el testimonio de sus vidas atormentadas; suscitan interrogantes, responden a las preguntas. Sobre todo encienden la esperanza, si ellos lo lograron ¿por qué yo no? Son historias de droga, desesperación, soledad, temor, crímenes, cárcel. Cuando la oscuridad era total, una luz se encendió en sus vidas: Dios me ama, así como soy, así como estoy reducido. ¿A qué aferrarse para renacer? A la “Palabra de vida”, al amor recíproco, pan cotidiano para volverse a levantar y recomenzar». Un mensaje detonador, que va con el sonido de las palabras, pero también al ritmo de la música y siguiendo los pasos de la danza, haciéndose cada vez más atrayente. Primero suscita simple interés y momentos de suspenso, Después la duda se disipa, en la boca de muchos chicos se abre la sonrisa. Hasta llegar a momentos de profundo intercambio. «También hoy el anuncio de la esperanza se ha abierto brecha en muchos corazones». El tour “Every Life Has Hope” recorre kilómetros, atraviesa ciudades y regiones, dando testimonio de la presencia de Dios en el hoy de la sociedad, y de la posibilidad para todos, sin excluir a nadie, de volver a empezar. En la cárcel de Bielefeld, la “caravana” se encuentra con cien detenidos. En Arnsberg, ciudad del noreste de Alemania, se reúne con los miembros del Movimiento Shalom. El día de Pentecostés, en Colonia, el viaje prevé una etapa en una comunidad parroquial, en la tarde tiene lugar el encuentro con la Cáritas. Por invitación del obispo auxiliar, el conjunto canta la misa en la Catedral, proponiendo “Yo estaba allí”, una canción compuesta para esa ocasión. En Gut Hange festejan los primeros 5 años de la apertura de una Fazenda femenina. Y todavía: visitas a lugares de acogida de mendigos, enfermos terminales, encuentros con estudiantes y con chicos drogadictos que están en una institución pública, con una congregación de hermanas que se dedica a la acogida de chicas en serias dificultades. El tour hace una etapa en Bélgica, en la comunidad de Peer, una ciudad donde pronto se abrirá una nueva Fazenda. Después de dos semanas intensas y alegres, el grupo de la Fazenda prosigue hacia Berlín y Polonia, mientras que el Gen Rosso regresa a Loppiano en vista de las próximas etapas del musical “Campus” en Puglia (en el sur de Italia), donde se inaugurará una nueva Fazenda. Nuevamente juntos para encender una nueva esperanza.