Movimiento de los Focolares
París, nuevas responsabilidades para los constructores de paz

París, nuevas responsabilidades para los constructores de paz

“Frente a los dramáticos acontecimietnos de anoche en París, que se agregan a los que recientemente sucedieron en otras partes del mundo, estamos de luto, junto a quienes sufrieron la violencia en sus familiares y amigos y a los que creen posible la unidad de la familia humana. Con desconcierto y con la firme condena de todo acto de violencia contra la vida humana, emerge con potencia una pregunta: ¿dimos todos los pasos y emprendido todas las acciones posibles para conseguir las condiciones necesarias, entre las que se cuentan más paridad, más igualdad, más solidaridad, más comunión de los bienes, por las que la violencia y las acciones terroristas pierden la posibilidad de actuar? Frente a un plan que se presenta como perverso, es evidente que no existe una sola respuesta. Pero es también evidente que tampoco la reacción incontrolada a la violencia hará retroceder a los que quieren anular las fuerzas vivas de los pueblos y su aspiración a convivir en paz. La convicción que el mundo puede caminar hacia la unidad y superar los conflictos y la violencia de las armas, permanece viva en el alma y en la acción de los que tienen en el corazón el amor por cada hombre y el futuro de la familia humana y quieren realizarlo mediante la acción de la política, los instrumentos de la economía y las reglas del derecho. Paris_02 El Movimiento de los Focolares, mientras llora con quien llora, sigue creyendo en el camino del diálogo, de aceptar y respetar al otro, cualquiera sea y de cualquier proveniencia, credo religioso y pertenencia étnica. Por eso, junto a todos los que en distintos campos trabajan por la paz, aun a riesgo personal, los Focolares renuevan el propio compromiso para intensificar y multiplicar actos y gestos de reconciliación, espacios de diálogo y comunión, ocasiones de encuentro e intercambio a todos los niveles y en todas las latitudes, para aunar el grito de la humanidad y transformarlo en nueva esperanza”.

Iglesia italiana: la valentía de ser humanos

Iglesia italiana: la valentía de ser humanos

V° Congreso eclesial nacional de Florencia (9-13 noviembre), Foto: Cristian Gennari/Siciliani

Se concluyó el congreso de Florencia. “En Jesucristo el nuevo humanismo”: ¿cómo leer el significado profundo de este evento para la iglesia italiana? «Habría muchas claves de lectura, pero pienso que es un momento decisivo e histórico para la iglesia italiana. Primero que nada por el fuerte mensaje que el Papa entregó a los 2000 delegados, ante la presencia de toda la Conferencia Episcopal. Después porque el evento tuvo lugar en el corazón de su pontificado, en un momento donde las reformas se hacen apremiantes y concretas. Teniendo como espejo la reforma que quiere Francisco, la iglesia italiana se ve empujada inexorablemente a reformarse a sí misma. El discurso del Papa ha sido sobre todo un llamado a la conversión, en todo sentido: conversión de las personas, de las comunidades, de las estructuras…». ¿Cuáles fueron los puntos centrales de las palabras de Francisco? «La figura que el Papa nos ha presentado es el Ecce Homo: el Cristo que se despoja di sí mismo, que no se apoya en los procedimientos ni en la organización, que no pretende ocupar espacios de poder, sino que se hace cargo de los dolores de la humanidad. Es Jesús en su auténtica esencia, en su misión como enviado del Padre para la salvación de todos los hombres. Ésta es la primera cosa. Después, el Papa ha invitado a la iglesia italiana a ser más evangélica, a ser más como la quiere el Espíritu en el hoy de la historia. Como él mismo dijo, sólo una Iglesia que logra ser humilde, desinteresada, que se refleja en las bienaventuranzas, puede parecerse a este Maestro, a este Ecce Homo, y puede presentarse como amor para la sociedad.
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EL Papa Francisco en Florencia. Almuerzo en el comedor de los pobres. Foto: Ansa

Por otro lado el Papa radicalizó el humanismo cristiano sobre la base de la superación de los dos riesgos que él indico. El riesgo del pelagianismo, es decir la tentación de querer hacer todo nosotros, de confiar sólo en nuestras capacidades, en nuestros instrumentos, en el poder, y también en la capacidad de programar. Y el riesgo del gnosticismo que quiere decir el riesgo de la desencarnación, de la no-encarnación propiamente. Es decir, presentar un Jesús que no se puede tocar con las manos, que no se puede aferrar. Actualizar el humanismo cristiano significa que debe partir de Jesús, que debe estar centrado en Él, no en nuestras fuerzas. Debe ser encarnado, no puede quedarse en los documentos, en las proclamas y tampoco en las obras de arte, bellísimas, como las que hemos visto aquí en Florencia. El humanismo cristiano se tiene que encarnar en la vida de la gente». El 50% de los participantes eran laicos, eso indica una fuerza en la Iglesia que quiere entrar en juego. ¿Cuáles fueron las novedades de los trabajos de grupo? «Una de las novedades de Florencia fue la metodología. Un día y medio fue dedicado a trabajos en grupo, lo que hizo posible una mayor participación, cada uno pudo donarse a sí mismo. Pero, si sobre 2000 participantes, la mitad es del clero, todavía no es suficiente. Porque la sociedad, la iglesia no son así. Sí, hay mujeres, pero todavía pocas. Sí, jóvenes, pero todavía pocos. Esperamos que se avanze en este sentido, hacia una mayor representatividad». ¿Una impresión inmediata, después de haber participado en todo el Congreso? «Un clima bellísimo, de apertura, de cordialidad en el sentido profundo, estuvimos mezclados entre todos. Los obispos almuerzaban con todos, en los grupos eran uno más, lo mismo los sacerdotes. Y ya esto de por sí genera un clima de familia y por lo tanto había entusiasmo, alegría, muchas posibilidades de compartir, comunión, un profundo deseo de escuchar y esto ha dado mucha esperanza». Lee también sobre el Congreso de Florencia: (en italiano) Attualizzare l’umanesimo cristiano Francesco inizia da Prato “Mi piace una chiesa italiana inquieta” Ripartire dalla Fortezza da Basso Francesco, il profeta di una chiesa povera e dei poveri A Firenze non si parte da zero Un Dio che si svuota  

Emigraciones. Desde Malta, una señal

Emigraciones. Desde Malta, una señal

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Cumbre de La Valeta sobre migración

Días atrás (11-12 de noviembre) se realizó en Malta la cumbre internacional sobre la emigración, promovida por el Consejo Europeo. Los veintiocho países de la UE se encontraron con 35 países africanos y representantes de la ONU. El objetivo, como se lee en el sitio del Consejo, era el de “enfrentar las causas profundas del tema e ingeniarse para contribuir a la creación de la paz, la estabilidad y el desarrollo económico, mejorar el trabajo de promoción y organización de los canales de emigración legal, fortalecer la protección de los emigrantes y de los que piden asilo, en especial de los grupos vulnerables, detener de forma más eficaz la explotación y el tráfico de emigrantes, colaborar más intensamente para mejorar la cooperación en materia de repatriación y readmisión”. Mientras tanto, son los mismos habitantes de Malta los que se mueven para enfrentar el problema, interviniendo también en la acogida de los refugiados. Una voluntaria del Movimiento de los Focolares, Anna Caruana Colombo, dijo a la Revista New City, que junto con otros compañeros congregó a una treintena de personas con quienes fueron en primer lugar a informarse sobre las condiciones y necesidades de los emigrantes – gracias al servicio para los refugiados de los Jesuitas- y que posteriormente fueron a visitar los centros de recepción “abiertos”, donde encuentran alojamiento aquellos que ya obtuvieron el status de refugiados. 20151113-03En uno de estos centros ofrecieron cursos de inglés, les dieron informaciones útiles sobre Malta, y simplemente pasaron el rato con los emigrantes; mientras que en otro centro, que alojaba también familias, se ocuparon de los niños y buscaron materiales de primera necesidad útiles para los más pequeños. Más tarde, cuando llegaron los permisos necesarios, los voluntarios entraron también en los centros “cerrados”, cuenta Anna: «Los refugiados estaban en habitaciones con literas, había unos doce en cada habitación y no había lugar para todos. Al principio estaban asustados, pero viendo que queríamos solamente ser sus amigos, superaron la desconfianza. De las clases de inglés pasamos también a compartir momentos de alegría, entre música y baile, tanto que los guardias admitieron que no los habían visto nunca tan contentos». También los jóvenes del Movimiento de los Focolares se pusieron a trabajar en este frente. Ellos invitaron a los emigrantes a realizar actividades dirigidas a los muchachos como Run4Unity, a la Mariápolis – un encuentro de varios días de los Focolares, de amigos y simpatizantes. «Nuestro proyecto gradualmente está siendo visible – concluyó Anna- a tal punto que fuimos invitados por los miembros del equipo diocesano a compartir la experiencia con los otros Movimientos eclesiales».  

Solidaridad con la República Centroafricana

Solidaridad con la República Centroafricana

La agudización en la República Centroafricana de graves desórdenes político-militares no ha hecho cambiar el programa del Papa Francisco, quien como auténtico mensajero de paz, en la Homilía de la Fiesta de todos los Santos anunció que el 29 de noviembre irá a ese sufrido país. En ese lugar desde hace más de tres años se ha encendido uno de los tantos conflictos militares que hieren el planeta, al cual la Comunidad Internacional pareciera no dar relevancia. Son guerras fratricidas, guerras olvidadas. Todo se inició en el 2012 con la ocupación de grandes zonas del país por parte de grupos rebeldes, que destruyeron no sólo las sedes institucionales sino también de todo lo que había de cristiano. Es éste un factor nuevo para la República Centroafricana, que es prevalentemente cristiana, con una minoría musulmana y de personas de las religiones tradicionales que convivían pacíficamente. La profanación de iglesias, el saqueo de las obras sociales, escuelas, hospitales, dispensarios, tiendas y casas de cristianos, han llevado a una gravísima emergencia alimenticia y sanitaria. Sobre una población de 5 millones de habitantes, 820.000 se han visto obligados a dejar sus casas. Ya no se puede construir, mandar a los hijos a la escuela, ya no se puede sembrar. También el terreno comunitario, que hace una década una Fundación italiana había comprado para las familias de los Focolares, fue forzosamente abandonado. Antes de la guerra existía un lote de tierra cercado, un pozo de agua, la casita del guarda y, todos los años, los recursos para comprar la semilla. Era un proyecto que permitía dar de comer a las familias y también tener alguna ganancia vendiendo algunos productos, que ahora ya no está. Todavía está activo el proyecto AFN (www.afnonlus.org) de ayuda a distancia a niños y adolescentes, pero los beneficiarios son sólo 89, una gota en el mar. En el 2013 Petula y Patrick Moulo, padres de cinco hijos, dos de ellos adoptados, acogieron en su casa de Bangui a 34 personas, compartiendo lo que tenían. Aunque si todo era limitado –comida, espacio, frazadas- el amor proveyó, haciendo todos la experiencia del “Mejor un pedazo de pan seco en paz, que la abundancia de la carne en la discordia” (Prov. 17,1). Entre estas personas había también una mujer musulmana con sus pequeños hijos. También las otras familias de los Focolares abrieron sus casas y su corazón. La gente trata de mantener una actitud pacífica, no de resistencia, con la esperanza de atenuar la represión. No es así. Cuando todo parecía resuelto –la así llamada ‘liberación’ de diciembre 2013- es decir, la guerrilla, se activó y ha dejado una estela de devastación. Muchos cuerpos quedan sin sepultar. Después de dos meses se ven todavía los restos de personas torturadas y asesinadas que bajan por los ríos. La gente se refugia en los campos, al frío y sin comida. En todas las familias hay alguien que fue asesinado. Es una guerra escondida, solapada, que en tres años ha dejado más de 5.000 víctimas, destruyendo a toda la población, con el hambre, las enfermedades, la inseguridad, los sueldos a cuentagotas. Al inicio del 2015 se abrió un período de tregua, pero los recientes hechos sangrientos del 26 de septiembre y del 29 de octubre despertaron el terror; muertos, heridos, casas quemadas. En una noche todos los campos de refugiados que poco a poco se estaban vaciando se llenaron de nuevo. En el ‘campo’ de los Focolares duermen (al aire libre) 96 adultos, mientras que los niños duermen hacinados en la casita de Irene e Inocent, los vigilantes del proyecto. La comunidad de los Focolares recoge lo poco que tiene: ropa, comida, cobijas, que comparte con quien lo ha perdido todo, y lleva ayuda también a los refugiados que se encuentran en otros campos. La población está extenuada. El Papa Francisco dentro de poco estará con ellos, “para manifestar la cercanía orante de toda la Iglesia (…), para exhortar a todos los centroafricanos a ser cada vez más testigos de la misericordia y la reconciliación”. Lo acompañarán las oraciones de todos nosotros, junto a esperados y necesarios gestos concretos de solidaridad.  

Desde el Congo: dos mujeres, dos historias

Desde el Congo: dos mujeres, dos historias

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El restaurante de Émerence Kibimbwa Zolakio

Ni ella sabe cómo lo logró. El hecho es que Émerence, sola, gestiona una distribuidora de bebidas alcohólicas azucaradas en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. Los negocios marchan bien. Hay entradas, salidas, y saco una ganancia. Émerence se expresa con mucha familiaridad con estos términos lo que denota que su actividad cada día crece más y más, dentro de la absoluta transparencia con los proveedores y los clientes. Y también con el fisco. Quien inspira su acción es el proyecto de Economía de Comunión (EdC) del cual aprende que antes que la ganancia está la persona y que su atención como empresaria debe estar centrada no tanto en los dividendos sino en los pobres. Decide invertir las utilidades en favor de los últimos y abre un par de kioscos de comida, primero uno y más adelante otro, donde también los pobres –que a menudo no disponen de cocina di de vajilla para comer- pueden adquirir por poco precio la comida lista. Un business que seguramente no va a aumentar su capital, al contrario. Pero como todos los empresarios que adhieren al proyecto de EdC, también Émerence sabe que cuenta con un socio “escondido” que es la divina Providencia. En cuatro años, sin haberlos buscado ni pedido, le llegaron dos congeladores (usados pero en buen estado), dos estabilizadores de electricidad, 52 sillas y 14 mesitas. Además de un stock de bebidas. Sus empleados son casi todas chicas de zonas de riesgo o madres solteras, a las que les da plena confianza poniéndolas al corriente de la situación contable empresarial y también de las extraordinarias intervenciones de su socio “secreto”. «Una vez – cuenta Émerence – le di ropa y cosas para comer a una joven madre. Su salud mental, en aquel momento, no era buena, y además parecía que estuviese escapando de algo. Me pidió trabajo y la asumí». Émerence le da confianza, le enseña el trabajo y después de dos años no sólo esta chica encuentra plenamente su equilibrio, sino que logra independizarse. Lo mismo pasa con otras cuatro chicas quienes a su vez, se convirtieron en pequeñas comerciantes de comida rápida, y que continúan en contacto con Émerence como su consejera permanente. Albertine es otra mujer que también merece que mencionemos. Ella también es de Kinshasa, es madre de seis hijos. Albertine es maestra de prescolar, del proyecto Petite Flamme, un centro social obra de los Focolares, financiado por el proyecto de apoyo a distancia de AFN (www.afnonlus.org). «Desde hace varios años – confiesa Albertine – mi marido se fue de casa sin motivo y todavía no sabemos dónde está». No es difícil imaginar lo duro que es para una mujer sola llevar adelante una familia de seis hijos. Como segundo trabajo Albertine decide vender zapatos que compra gracias a un préstamo que la hizo el Centro Social donde trabaja. «El precio de los zapatos que vendo no es exagerado y ¡es por esto que Dios me bendice!» asegura convencida Albertine, quien con los ingresos de esta actividad logra pagar el alquiler y los recibos. Así los hijos pueden continuar los estudios, dos de ellos ya están en la Universidad. «Cada día renuevo mi elección de Dios y Él me da la fuerza para ir adelante – cuenta Albertine – Trato de promover a mi alrededor los valores humanos y sociales contenidos en el Evangelio. Es de esta forma que podremos transformar la sociedad». Y si Albertine con su micro comercio de zapatos logra que sus seis hijos vivan con dignidad, recientemente Emérence ha visto registrada su actividad entre las dos mayores marcas de distribuidores de bebidas de la República Democrática del Congo (Bralima y Bracongo). Todo nos lleva a pensar que el socio “escondido” está más activo que nunca.

Japón, a 70 años del fin de la guerra

Japón, a 70 años del fin de la guerra

Tsuhako-san-2-250x300«El 22 de agosto de 1944, perdí a mi única hermana en la tragedia naval de Tsushima maru», el barco de pasajeros hundido por un submarino americano, en donde murieron más de 1400 civiles, entre ellos, más de 700 niños. «Mi mamá, hasta su muerte a los 96 años, siguió sufriendo y repitiendo: “La guerra se me la comió”». Quien narra su historia, desde lo profundo de su corazón, es la señora Toshiko Tsuhako. Su ciudad, en la isla de Okinawa, fue el escenario, entre abril y junio de 1945, de la única batalla terrestre que se combatió en Japón, que dejó 150 mil muertos. «Tenía todavía la edad de una niña inocente cuando me encontré en medio de la trágica experiencia de la guerra, en contacto con las dolorosas heridas que ella provoca al cuerpo y al alma de las personas. Cuando tenía 12 años llegó el final de la guerra. Mi madre era de constitución frágil y como quedé de única hija me dediqué con todas mis fuerzas a tratar de sostenerla y aliviar su aflicción. Cuando tenía 16 años encontré la fe cristiana y recibí la gracia del bautismo». Siendo adulta entré en contacto con la espiritualidad de los Focolares: «Quedé muy sorprendida al escuchar que la fundadora Chiara Lubich, había entendido durante la II Guerra Mundial, que Dios la amaba inmensamente y que todos somos hermanos y hermanas que aspiran a un mundo unido, porque esta realidad coincidía con el gran sueño que llevaba dentro desde que era chica». «También si sabía que todo lo que sucede está en las manos de Dios, muchísimas veces me preguntaba: “¿por qué todavía hay guerras tan dolorosas y crueles?”, mientras que yo seguía soñando siempre con una “Familia global” donde todas las personas vivieran la gratitud recíproca y la comunión». «Para construir un mundo verdadero de paz pienso que Dios tiene necesidad de la colaboración de los hombres. Es necesario cultivar corazones que amen también a su país, pero sobre todo, almas sensibles que se donen por el bien de las personas, que sepan amar». «En este aniversario del fin de la guerra –testimonia Toshiko – renuevo mi confianza en Dios y mi compromiso de seguir por el camino de la construcción de la paz”.