Es una crónica inédita que revela la fuerza de paz de María en acto en la propia historia de los pueblos, en los momentos de más grave sufrimiento, la que el prof. Tommaso Sorgi, director del Centro Igino Giordani presenta al Congreso Mariano. Pone en evidencia “la eficacia, también política, de manejar como arma la corona del rosario”. Un sólo ejemplo: habla de lo sucedido en Filipinas hace pocos años. A mediados de los años ’80, los obispos lanzan una campaña de oración por la propia conversión necesaria para obtener del Cielo la liberación de la dictadura de Marcos. Adhieren a ella 5 millones de Filipinos. El mundo asiste a un vuelco: “El dictador parte al exilio y la revolución del rosario libera al pueblo, sin esparcimiento de sangre”. Es el Magnificat en acto: María magnifica al Señor que “dispersa a los soberbios y derriba del trono a los potentes…”. El Magnificat por lo tanto, “puede ser asumido como modelo de la acción política”. Es la perspectiva abierta por el prof. Sorgi, precisamente hoy, cuando se hace urgente “dar un vuelco total a las categorías fundamentales de poder”. Sorgi propone “el Magnificat como ’magna charta’ social”. Pero esa de María – precisa- es una “soberanía de amor”. La política podría asumir de este modo “el calor de un servicio de amor”, “el alma” de la que tenemos “extrema necesidad”. Y el investigador y senador polaco Adam Biela da testimonio de cuánto la oración es fuente de inspiración y de fuerza en su compromiso político contra la corriente en favor de un verdadero desarrollo de su pueblo.
“Los grandes países civilizados y democráticos eligen la guerra como método de resolución de los conflictos”. Es la denuncia fuerte del prof. Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, quien intervino en la segunda jornada del Congreso Mariano Internacional. Presenta “un interrogante que inquieta a todos”: “�La guerra será el nuevo futuro del mundo?”. Es especial la evidencia de que “la guerra es todavía una actividad en gran parte masculina”. A partir de allí, el prof. Riccardi resalta la fuerza “femenina” de la paz, mostrando a María como aquella que bajo la cruz, “vencida” por la violencia del homicidio del hijo, “esconde entre sus lágrimas una fuerza de vida y de esperanza” y “no se somete a la lógica del vencido y del vencedor, del amigo y del enemigo”. “El misterio de fe que vemos en María –agrega- es que el fuerte puede estar en el débil, el del pequeño en el grande, la de la vida del cuerpo en la muerte”. Hoy “María representa la fuerza de la paz en medio de los conflictos”. La “prontitud mariana”, que responde a las necesidades de los hombres “incluso no expresadas”, mostrada por María en las bodas de Caná, es subrayada por Anna Pelli, en su reflexión sobre este cuadro evangélico, uno de los Misterios de la luz que el Congreso está profundizando. Esta página del Evangelio se ve reflejada en la experiencia contada por Carmen y Maricel. Una familia atormentada por el dolor: dificultades económicas, alcohol, droga, tensiones y sus repercusiones en los hijos, ocho. En un tugurio de la periferia de Manila. Una historia de resurrección a partir del descubrimiento del amor de Dios y de María como modelo para imitar. Carmen, la mamá, cuenta cómo su vida cambió cuando fue asumida en el Centro Social de Bukas Palad y de cómo pudo volver a empezar a amar a su marido, que desde hacía años tomaba y jugaba. Maricel, una de sus hijas, logra salir del círculo de la droga en el que se encontraba desde hacía siete años, perdona al papá – que mientras tanto había cambiado de vida- y lo asiste en sus últimos días de vida. Un milagro de amor, que se abre ahora a otras familias pobres de la barriada, a las cuales Carmen y Maricel se dedican trabajando como voluntarias en Bukas Palad.
El lenguaje del Arte, que hoy ha alcanzado un momento culminante, hizo penetrar todavía más profundamente en este ‘Misterio de la luz’, es más, nos ha llavado al corazón del Evangelio: el coreógrafo Stefanescu más que representar la fiesta de las Bodas, ha preferido captar el sentido más profundo del milagro del agua que se transforma en vino, símbolo de la sangre misma que Jesús pronto habría derramado para hacer el más grande milagro, la Resurrección. Otra página de este intenso evento mariano ha sido marcada por el aporte de los nuevos carismas a la comprensión vital de María y del Rosario. Se abrió con la mesa redonda de los representantes de varios Movimientos y Comunidades eclesiales: Renovación carismática internacional, Comunidad de San Egidio, Cursillos, Schöenstatt y Legionarios de Cristo. “Gocé con el intercambio de testimonios de tantos carismas, y me parecía ver a María presente y viva en cada uno y en el seno de la Iglesia” escribió un ‘navegante’ de Paraguay, quien siguió el Congreso a través de Internet. Y desde Argentina: “La serie de los exponentes de los diversos Movimientos ha sido el testimonio de la variedad de dones que embellece a la Iglesia”. En la mañana, fue especialmente profundo el testimonio del Pbro. Pasquale Foresi, co-fundador de los Focolares y primer focolarino sacerdote. Emergió el rostro del sacerdocio renovado por la huella de María y la fecundidad de una vida gastada por la construcción de una Obra suya.
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