A lo largo de este último año, los Estados Unidos vivieron un choque ideológico sin precedentes. Antes de las elecciones de noviembre, se respiraba gran preocupación ante la dirección que el país tomaría. Una oleada de emociones contrastantes atravesó los Estados de Norte a Sur, generando divisiones entre todos, también dentro de las comunidades de los Focolares, esparcidas en los Estados Unidos. Para muchos se trataba de tomar una decisión desgarradora, difícil. Las opiniones eran muy fuertes y divergentes. Ya desde hacía un año, el Movimiento de los Focolares estaba promoviendo un taller con el título “5 pasos para un diálogo político positivo”, para presentar una modalidad positiva de confrontarse. Ellos son: 1) Creer que es posible tener una visión positiva de la política; 2) Practicar y perfeccionar una comunicación basada en el amor; 3) Comprender si es o no el caso de llegar a una transacción; 4) Reconocer el sufrimiento como un trampolín de lanzamiento para amar; y 5) Edificar la ciudad con acciones constructivas. John Chesser (Iowa): «En grupos de dos, elegíamos un tema sobre el cual teníamos posiciones opuestas. Uno de los dos compartía la propia opinión y el otro tenía que repetirla ante de expresar, a su vez, su parecer. Los resultados eran interesantes. Las personas empezaban no sólo a apreciar el punto de vista del otro, sino también a reconsiderar su propia opinión. No resolvimos los problemas del mundo, pero sí adquirimos las herramientas para intentar dialogar entre nosotros». A medida que se acercaban las elecciones de noviembre 2016, la tensión entre las alineaciones políticas opuestas aumentaba día tras día, en la vida cotidiana, en los lugares de trabajo y en las redes sociales. Marilyn Boesch (Maryland): «Estaba agitada. Me hice un examen de conciencia. Quería ser una persona que lleva la unidad y construye puentes, y no que acepta pasivamente las divisiones que se presentan». Marijo Dulay (New York): «Después de algunos errores, presté mayor atención a los comentarios que publicaba en el Facebook, para no herir a quienes pensaban diferente a mí». Simona Lucchi (Georgia): «Mis prédicas y mis gritos no llevaban a nada bueno. Y seguramente no cambiaban la opinión de los demás. Así que me detuve y empecé a escuchar las razones de los demás. Entendí que siempre hay algo en común, incluso con quienes piensan diferente».
En la confusión del momento, esta modalidad de diálogo encontró aplicación también en el ámbito académico. En New York la Fordham Law School, en el corazón de Manhattan, es un Instituto que pretende promover un diálogo abierto, positivo y constructivo sobre temas relacionados con la religión y el derecho. En este contexto Ana Días, directora del Instituto, presentó el taller. «Muchos estaban ahí para comprender si, en medio de tanta polarización, era aún posible un diálogo». Después de la presentación de los “5 puntos”, los participantes trabajaron sobre lo aprendido, descubriendo que es posible hablar de temas candentes sin caer necesariamente en discusiones acaloradas. Hasta los más radicales hicieron la prueba. Dos meses más tarde, la toma de posesión de la nueva presidencia volvió a enardecer los ánimos. También en la Georgetown Law School de Washington, los estudiantes se dividieron en bandos contrapuestos. Amy Uelmen, autora del libro “Five Steps to Positive Political Dialogue: Insights and Examples”, propuso el método a colegas y estudiantes, suscitando en todos una gran sorpresa. «Nos dimos cuenta de que a menudo en las conversaciones había estereotipos, incomprensiones, informaciones equivocadas. Decidimos por esto, estar abiertos a corregirnos y a resolver las dificultades que nacen del choque entre ideas contrapuestas».
Estos esfuerzos siguieron en Arkansas, un estado tradicionalmente conservador. También allí la elección del nuevo Presidente suscitó por un lado entusiasmo y por el otro, rabia. Austin Kellerman conduce un telenoticiero en la capital. Junto con los colegas lanzó por televisión un llamado a la ciudadanía para volver a encontrar la unidad. «Queríamos ofrecer a nuestra comunidad una ocasión para volverse más unida. Uno de nuestros periodistas más expertos preparó un informe para la edición principal. “There is no them, no us. There is we”. No hay un ellos y un nosotros. Somos todos un pueblo. Obviamente, esto no resolvió las cosas, y ni siquiera cambió las opiniones de la gente. Sin embargo ofreció la posibilidad de reflexionar más allá del propio punto de vista. Nosotros tratamos de mantener abierto el diálogo y representar con honestidad todas las posiciones». New City Press.
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