Desde el lunes 3 de septiembre, en El Cairo, Egipto, está en curso el encuentro anual de los obispos de varias Iglesias, animado por la espiritualidad de comunión del Movimiento de los Focolares. El encuentro, que llega este año a su 31a. edición, reunión en la megalópolis egipcia a obispos provenientes de 22 Iglesias cristianas, de todos los continentes. La elección de El Cairo como sede asume en este momento un significado especial. De hecho los obispos quisieron dar testimonio de su solidaridad y cercanía con los hermanos cristianos de todo Medio Oriente y especialmente de la Iglesia copta de Egipto, ofreciendo, con su presencia, un signo de que, delante de las dificultades externas, estrecharse en una mayor unidad es una necesidad improrrogable.
El programa alternaba momentos de reflexión sobre la “relación fraterna entre diversos” que pide el Evangelio mediante el amor al prójimo, momentos de intercambio eclesial y personal y celebraciones litúrgicas con las varias comunidades cristianas. El día jueves Maria Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, y Giancarlo Faletti, el co-presidente presenciaron el trabajo. La presidente de los Focolares desarrolló una reflexión sobre el tema del congreso –“Encontrar al prójimo con amor”- y después respondió a las preguntas de los presentes.
En la jornada inicial del congreso el pequeño grupo de obispos animadores de la iniciativa fue a visitar el patriarcado copto ortodoxo, donde se encontraron con Anba Bakhomios, el actual administrador de la Iglesia, en espera de la elección del sucesor del papa Shenouda III. El encuentro, que tuvo lugar en la Catedral de San Marco, fue cálido. De hecho Bakhomios había hablado de la importancia de la unidad y de la centralidad de la cruz en la vida cristiana, especialmente en la comunidad copta. Si bien no se dice, la vida de la comunidad cristiana en Egipto ha sido, a lo largo de los siglos, objeto de varias formas de discriminación y persecución. Hoy día se siente la presión social a veces sutil, pero insoportable por las injusticias que lleva a cometer y por los asesinatos a cristianos en varios casos de violencia que se han verificado en varias partes del país.
Los obispos de las varias Iglesias aprovecharon la ocasión para agradecer a la Iglesia copta ortodoxa por su fidelidad a la tradición que se remonta a Marco evangelista y por el compromiso y el valor de mantener la integridad de la fe. Era un abrazo entre Iglesias de Oriente y de Occidente, en la oración y el amor: por una parte la estima y el reconocimiento por la fe defendida durante milenios delante de errores doctrinales, persecuciones y, también, agradecimiento por la oración, el apoyo y la cercanía en el momento de la prueba y del sufrimiento.
Con esta experiencia de comunión inter-eclesial, el día martes 4 de septiembre, los obispos visitaron dos monasterios a más o menos tres horas de El Cairo para descubrir el patrimonio del monaquismo, tan típico de la Iglesia copta que se remonta al tercer siglo. Precisamente del estilo de vida monástico provenía el papa Shenouda III, muy amado por su gente. «Toda la experiencia de estos días entre los obispos ha sido de solidaridad en acto» afirmó Anba Thomas, estrecho colaborador del administrador de la Iglesia. «Los cristianos de Egipto han sentido la unidad de los cristianos del mundo. Es el Espíritu Santo quien se mueve entre nosotros y, está demostrando que, si nos comprometemos y tenemos confianza los unos en los otros, la unidad entre las Iglesias es realmente posible». Se puso de relieve la experiencia de unidad como una realidad espiritual antes que institucional y teológica. De hecho el aspecto espiritual sigue siendo el esencial sin el cual nada es posible.
Saliendo del gran complejo de la catedral de San Marco y del patriarcado copto, es imposible no pensar en el proverbio árabe: «Quien bebe el agua del Nilo, regresará a Egipto». Y fue lo que quiso expresar Anba Bhakomios al saludar a Giancarlo Faletti quien le aseguró las oraciones de los Focolares por la elección del nuevo papa copto: «Los invitaremos, los invitaremos», respondió el Administrador de la Iglesia copta, confirmando que la relación nacida es de verdaderos hermanos y hermanas, parte de la única Iglesia de Cristo.
de Roberto Catalano
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