Movimiento de los Focolares

El Evangelio vivido: “Estoy con ustedes todos los días”

May 28, 2017

La promesa que Jesús hizo a sus discípulos nos alienta a buscar a Dios en nuestro camino.

Los impuestos en cuotas «Estábamos esperando a nuestro tercer hijo. El poco ahorro que teníamos había desaparecido en los cambios bancarios no favorables y los bancos comenzaron a no dar más préstamos. Un día, repentinamente, nos llega la noticia que teníamos que pagar una elevada cantidad de impuestos. ¿De dónde sacar el dinero si lo que teníamos nos alcanzaba apenas para vivir? En esta difícil situación nos confiamos todo a Dios, al Padre que no abandona a sus hijos. Después fuimos a preguntar en la  Intendencia si podíamos pagar en cuotas y … ¡Sorpresa!. Fuimos los únicos a quienes se les concedió esta posibilidad» X. A.- Croacia Representante de libros 20170526-a«Trabajaba como representante de una editorial. En la primera exposición no vendí nada. Así pasó también la segunda vez. La tercera fue peor: no había espacio en la sala del encuentro y tenía que conformarme con un lugar muy feo en el piso de abajo, lejos del paso de las personas durante los intervalos. No había ascensor. Y tuve que llevar las enormes cajas en mis brazos, sudando por el terrible calor. Mientras tanto me decía: “¿Pero quién te hace hacer esto?” Al pasar delante de la capilla, entré para desahogarme con Jesús, que parecía que desde el tabernáculo me decía: “¿Qué estás haciendo?” “La voluntad de Dios – le respondí- me estoy esforzando por trabajar” “Entonces, quédate tranquila, yo me encargo”. Para la exposición tuve que usar sillas ya que faltaban mesas. Pasó un sacerdote, hojeó un volumen de una gran enciclopedia de santos y exclamó: “¡No es posible! ¡Hace años que la estoy buscando!. La compró y desde ese momento, empecé a vender» Marta – Italia Hacer de padre «Antes de que yo naciera mi padre abandonó a mi madre. Sufría por esta ausencia y no le perdonaba que se hubiera ido. Cuando tenía 17 años fui a buscarlo, esperando establecer una relación inexistente. Lamentablemente, en él encontré sólo indiferencia y también la convivencia con su esposa era difícil. En el mismo período conocí a algunos jóvenes que vivían el Evangelio, y, a través de ellos, conocí mejor a Dios. Más adelante, cuando estaba estudiando en la Universidad, comencé a trabajar en un proyecto social en contacto con niños abandonados. El dolor vivido me había hecho más sensible al de los demás, en quienes ahora trataba de amar a Jesús crucificado. Poco a poco me convertí en un punto de referencia para muchos de esos pequeños, a tal punto que me llamaban papá. En cuanto a la relación con mi padre, todavía hoy es un desafío: me esfuerzo por verlo con ojos nuevos, tomando yo la iniciativa» J. L. – Brasil  

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