En un clima denso de serenidad, conmoción y oración, es continuo el flujo de personas de todas las edades que vienen a rendir homenaje a Chiara Lubich. En la capilla ardiente, preparada en la sala de encuentros del Centro Internacional de los Focolares en Rocca di Papa, Chiara se encuentra acomodada en el centro de la sala, rodeada por muchísimas flores. Detrás de ella un icono de María con el Niño Jesús, regalo del Papa Juan Pablo II.
Entre las personalidades: un testigo de los últimos 30-40 días de su vida en el Policlínico Gemelli, el Dr. Salvatore Valente, titular de la Cátedra de Neumología quien le hizo el tratamiento: “En este tiempo Chiara ha soportado, ha tolerado todos los sufrimientos con una serenidad, con una participación constructiva, verdaderamente conmovedora. Muchas veces el sufrimiento es sólo un peso doloroso. En cambio ella ha mantenido una mirada serena que me ha impresionado muchísimo. Hasta el momento del “pasaje”.
También el Card. Stanislao Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos ha querido subir a Rocca di Papa: “He tenido varios encuentros con Chiara: el último con ocasión de las fiestas de Navidad. Pero cada encuentro con ella ha sido para mi vida un acontecimiento que ha dejado unas huellas muy profundas. Era una persona que, con su entusiasmo por las cosas de Dios, contagiaba a todos sus interlocutores”. El Cardenal ha dejado un mensaje a sus hijos espirituales: “lleven adelante esta llama del Carisma con mucha valentía: es una historia, en la Iglesia, que no se cierra, sino que se abre”. También el Subsecretario del Consejo Pontificio, Guzmán Carriquiry, vino personalmente.
Andrea Riccardi, de la Comunidad de San Egidio expresó, como fundador, una impresión personal: “Chiara me ha enseñado la dignidad del carisma, su valor, que es la cosa más preciosa que tenemos” y agregó “Chiara es de todos: es de la Iglesia, es también de la gente de otras religiones, Chiara es del mundo, porque ha sido de Jesús. Ahora que está en silencio debemos aprender a escucharla mejor y la podremos escuchar sólo si hacemos unidad entre nosotros”.
Salvatore Martínez, coordinador nacional de la Renovación Carismática italiana afirmó: “La herencia de Chiara es una herencia de amor signo de una maternidad espiritual de la cual todos nosotros laicos estamos agradecidos”. Resaltó el testimonio de esta mujer “que no se ha detenido ante los desafíos de la secularización y de los antagonismos culturales, ideológicos y religiosos”.
Permanecieron en oración ante Chiara también Frère Alois, el prior de la Comunidad de Taizé, sucesor de Fr. Roger, junto a dos hermanos. “Nosotros en Taizé –dijo Fr. Alois- damos gracias a Dios por la vida de Chiara. Es una luz para nosotros. Y esta luz permanece entre nosotros”. Y recordó “la gran estima y el gran amor que Fr. Roger sentía por ella”.
Mientras tanto siguen llegando mensajes de todo el mundo de personalidades políticas y religiosas:
El presidente de la República italiana Giorgio Napoletano define a Chiara Lubich como “una de las figuras más representativas del diálogo interreligioso e intercultural, una voz fecunda y límpida en el debate contemporáneo. Ha sabido fundar –se lee- un Movimiento entre los más extensos del mundo, en grado de confrontarse con espíritu abierto, con el mundo laico sobre la base de la supremacía de los ideales humanos de la solidaridad, la justicia y la paz entre los pueblos y naciones”.
El telegrama de la Conferencia Episcopal Italiana firmado por el Presidente Card. Bagnasco y por el Secretario General Mons. Betori, habla de la experiencia de Chiara, como de “una experiencia de comunión que enriquece la vida de la Iglesia en Italia y en el mundo”. Y recuerda “con particular reconocimiento la fuerza de su testimonio que ha propuesto un camino de fe fundado en el principio de la unidad, fuente en la Iglesia y en el mundo de itinerarios de vida bajo el signo de la plenitud de la alegría”.
Muchos los testimonios de fundadores y presidentes de Movimientos y nuevas Comunidades con los que Chiara tenía una relación muy profunda, en especial a partir de 1998 cuando Juan Pablo II los había invitado a la comunión recíproca. Citamos sólo dos:
La comunidad del Padre Benzi en las palabras del sucesor Paolo Ramonda, expresa la gratitud “por su amor por los otros Movimientos, asociaciones y nuevas comunidades para los que Chiara era una conductora incansable hacia la comunión”.
El Padre Julián Carrón, sucesor del Padre Giussani guía de la Fraternidad de Comunión y Liberación, en una carta “recuerda los largos años de amistad con el Padre Giussani. Habla de su Carisma “suscitado para hacer vivo el acontecimiento cristiano como luz que sostiene la esperanza”.
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