La primera de las ciudadelas del Movimiento de los Focolares, Loppiano, es uno de los lugares más encantadores del Valdarno (Italia), no sólo por las personas que allí viven y el mensaje que irradia, sino también por la naturaleza, el paisaje, la armonía de las construcciones y de las calles que denota un diseño arquitectónico que ciertamente no es casual: es importante decirlo, aquí las piedras “hablan”, y dicen una vida que contribuye a hacer del mundo una única familia. También en sus expresiones exteriores.
¿Cuál mejor lugar entonces para acoger a unos cuarenta arquitectos deseosos de hacer fructificar su experiencia profesional al servicio de la fraternidad universal? De hecho: el grupo se reunió allí del 11 al 13 de junio pasado para un “seminario de intercambio” dedicado a profundizar el conocimiento y la relación, un intercambio que se transformó en estudio, enriquecimiento recíproco y propuestas de trabajo concretas para el futuro.
Como reza el título: fueron tres los aspectos sobre los cuales se desarrolló la reflexión: el viaje, entendido como la posibilidad de encuentro y relación entre culturas, que declinó en el tema del habitar, entre tradición e innovación de las formas arquitectónicas.
El tema del diálogo, en cambio, llevó a los participantes a reflexionar sobre el sentido del trabajo, entendido como un largo proceso que involucra a los habitantes, los trabajadores cualificados, y a todos aquellos que, desde distintas especialidades, participan en el proyecto.
La reflexión sobre el fragmento, finalmente, puso en evidencia un mundo en el que hay más fragmentos que de elementos coherentes, se dio así espacio al reto de los participantes de buscar esa recomposición de los detalles, de los desechos, de los pormenores, mediante la valoración de la diversidad como aporte a la unidad.
Verdadero cemento de estas sesiones fueron los momentos de familia y de intercambio durante las noches, los almuerzos, los momentos de descanso… Todo contribuyó a percibir todavía mejor el aporte específico del Carisma de Chiara Lubich en el campo de la arquitectura, ya sea a nivel operativo que teórico, mostrando que la investigación que acaba de empezar no puede dejar de aportar un nuevo desarrollo, tal como auguró María Emmaus Voce –actual preside de los Focolares- en su mensaje a los participantes, “por el bien de la ciudad y de sus habitantes, para que también la arquitectura, en todas sus dimensiones, ayude a la realización del proyecto de Dios por el cual Chiara gastó su vida: hacer de la humanidad una sola familia humana”.
0 comentarios