El panorama que ofrece el lago Taal es hermoso. Este año parece aún más bello que lo normal. Al inicio de marzo la temperatura es todavía ideal y por la tarde se levanta una suave brisa que sopla toda la noche hasta que aparece la neblina pasajera alrededor del amanecer. En este rincón de Filipinas (Tagaytay está ubicada a unos cuarenta kilómetros de Manila), cada dos años, se desarrolla la escuela de formación al diálogo interreligioso. Este año se ha elegido como título “La armonía entre pueblos y religiones hoy”. La School for Oriental Religions (SOR), fue fundada por Chiara Lubich en 1982, durante uno de sus viajes a Asia. Hoy la Ciudadela Paz, en Tagaytay, acoge un centro de formación, varias escuelas para jóvenes, familias, sacerdotes y seminaristas, dos centros de asistencia social, además de la sede de la School for Oriental Religions. Del 2 al 5 de marzo se encontraron en la ciudadela unos 200 participantes, procedentes de Pakistán, India, Myanmar, Tailandia, Vietnam, China y Taiwán, Indonesia, Malasia, Singapur, Corea, Japón y, por supuesto, Filipinas. Estaban presentes también algunos europeos y latinoamericanos. Todos advertían la necesidad de una formación a la gran problemática universal de la ‘diversidad’. Estos cursos se repetirán en sus países de procedencia. Es a estos hombres y mujeres que se dirige el Cardenal Louis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas International. El cardenal filipino inauguró la escuela proponiendo el tema de la armonía. “Armonía”: un valor típicamente asiático. Pero, para alcanzar su realización, es necesario tener presente que todo cambia y que, con el paso del tiempo, este cambio se da cada vez más velozmente. “Lo único que no cambia es precisamente el cambio”, afirmó Tagle, subrayando el concepto con un hábil juego de palabras en inglés. Es necesario, por tanto, permanecer abiertos, no tenerle miedo a lo desconocido y, además, saber mediar entre las diferencias, aceptando las antítesis, las posibilidades de choque y salir fortalecidos por la gran riqueza que la diferencia nos procura. Tagle lanzó un llamado a fin de que los católicos puedan ser protagonistas de una no violencia activa. No se trata de ser débiles, se trata, más bien, de demostrar que el trabajo por la armonía requiere de personas que tengan la mente y el corazón preparados al diálogo y a la diversidad. En los cuatro días de trabajos se presentó el diálogo entre el cristianismo y las grandes religiones orientales realizado en distintas partes del continente: India, Tailandia, Corea y Japón. Entre otros, se presentó el diálogo hindú-cristiano, con experiencias de vida, de colaboración en ámbito social, proyectos comunes entre los Focolares y los movimientos gandhianos en el sur de India, reflexiones filosóficas y teológicas. Además se propuso y explicó el canto clásico hindú hindustani. Y todo esto en una atmósfera de gran claridad vital y espiritual. En el transcurso de largos años de diálogo se han puesto de relieve los elementos comunes y también las diferencias. Sin embargo esto no ha reducido el impulso hacia el desafío del diálogo. Esta experiencia es un aporte a la realización del mensaje del Concilio Vaticano II que invita a construir relaciones profundas con personas de otros credos. Nace un camino nuevo que puede contribuir a la realización de la armonía social, política y mundial; no como un fin en sí misma, sino como paso hacia una verdadera fraternidad.
Hacer sentir la cercanía
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