Movimiento de los Focolares

Gabón: Una familia para los demás

Feb 7, 2015

Jeanne y Agustín, congoleses, se transfirieron hace tres años a Gabón para estar al servicio de la comunidad de los Focolares, en un contexto en donde el proceso de desarrollo que exigen los rápidos cambios socioculturales, parece que no arranca.

20150207-a«Con veintiocho años de matrimonio, cuatro hijos, de los cuales tres se quedaron en Lubumbashi (Congo) para estudiar en la Universidad, el descubrimiento de Dios como amor, el ponerlo en el primer lugar de nuestra vida personal y de pareja, han sido los antecedentes espirituales que nos impulsaron a dejar todo para seguir a Cristo.

Desde hacía mucho tiempo la comunidad del Movimiento en Gabón estaba pidiendo la apertura de un focolar en Libreville. Así, en el 2011, llegamos nosotros como “familia-focolar”.

Nuestra elección nos llevó a ofrecer nuestra disponibilidad, a dejar nuestro trabajo y a ir a una tierra nueva. Nunca nos habíamos separado de nuestros hijos por un período tan largo. No fue fácil, pero con el consenso de toda la familia, sentimos que lo podíamos hacer. Eran muchos los interrogantes… pero la confianza en Dios-Amor era grande.

A nuestra llegada a Gabón la primera preocupación fue la de reforzar nuestro amor recíproco de esposos. De este modo el amor entre nosotros creció más, llevándonos a recomenzar siempre y amarnos el uno al otro y amar a todos los que encontrábamos.

Aquí hemos encontrado una comunidad realmente acogedora, receptiva y, a pesar de las estrecheces de la vida, muy generosa. Hemos hecho numerosos viajes recorriendo todo el país, para encontrarnos con las comunidades más lejanas. Todos nos han acogido con entusiasmo. Incluso, en algunas aldeas, nos esperaban a lo largo de las calles, con ramas de árboles plantadas a lo largo del recorrido para manifestar su alegría.

La familia cristiana aquí, como en el resto de África, sufre el contragolpe de las mutaciones socioculturales, y esto nos cuestiona mucho. Estamos acompañando en el camino de la fe a muchas parejas y hoy día varias de ellas han recibido el sacramento del matrimonio, otras están haciendo un camino para prepararse a regularizar su unión.

Hemos experimentado fuertemente la providencia de Dios, empezando por la casa que nos donó el Arzobispo de Libreville para las actividades del Movimiento. Para amoblarla, cada persona de la comunidad trajo lo que podía: una cama, un colchón, un par de sábanas, una cocina económica, un tenedor, un plato… Simultáneamente, todas las comunidades de Gabón se han organizado para ayudar concretamente con las necesidades de nuestra vida cotidiana. Periódicamente nos hacen llegar mandioca, arroz, bananos. A menudo alguno toca la puerta y con sorpresa vemos llegar aquello que necesitamos.

La unidad, el amor, la fe en las palabras del Evangelio nos han permitido superar las inevitables dificultades que encontramos aquí: la falta de trabajo, la enfermedad, la incomprensión…

Después de tres años, regresamos a Lubumbashi. Encontramos a nuestros hijos crecidos en edad y sabiduría. También en esto hemos visto que el Evangelio es verdadero. Volver a verlos fue una grandísima alegría y con cada uno de ellos sentimos una profunda unidad de corazón y de alma.

Cuando regresamos, ellos nuevamente renovaron su disponibilidad de ‘mandarnos’ de misión, lo que quiere decir hacer que las personas encuentren a Dios a través de nuestro amor recíproco y cubrir, con el calor de la familia y nuestra unidad, el gran deseo de la comunidad de Gabón de contar con un auténtico focolar”.

Jeanne y Agustín Mbwambu

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