Movimiento de los Focolares

Hungría, combinación de cordialidad y nobleza

May 25, 2011

50 años después del viaje de Chiara a Hungría, la presidente María Voce, visita la comunidad de los focolares de Budapest. Encuentro con Tanino Minuta, entre los testigos de la difusión del ideal de la unidad en el país Magiar.

Tanino con los primeros focolarinos húngaros

Tanino Minuta, italiano, docente de historia del italiano, vivió durante muchos años en Hungría donde fue docente de la cátedra de Italiano de la Universidad Janus Pannonius de Pécs. Le pedimos que nos hable de sus recuerdos, cuando se abrió el focolar en Hungría. ¿Cuál fue tu primer impacto con un mundo tan distinto del tuyo? Llegué a Hungría en octubre de 1980 y permanecí allí por 16 años. Fui enviado para iniciar el focolar masculino de Budapest. No era fácil entrar en el país, entonces bajo el régimen comunista. El Ministerio de Relaciones Exteriores me había concedido una beca para hacer investigaciones sobre literatura para la infancia. Al inicio mi vida se desarrolló prevalentemente en la capital. En las fachadas de los edificios estaban todavía los signos de la revolución de 1956. Pero más allá de las marcas en casas las heridas habían quedado en los corazones de la gente: desilusión amarga, profunda humillación y, lo más terrible, la desconfianza hacia todo y todos. ¿Qué fue para ti esta experiencia?

Grazia Passa, la primera focolarina enviada a Hungría

Un gran don de Dios. Llegando a Hungría, empobrecido por el fuerte cambio en el ritmo social, aislado de las relaciones construidas hasta ahora, estaba en las mejores condiciones para ver la dinámica interna  que genera una comunidad y entendí mejor la didáctica y los fines del Movimiento de los Focolares que tiene como misión actuar en la raíz de las relaciones, crear las condiciones para que las relaciones existan, crezcan y sean constructivas y constitutivas de la sociedad. Restablecer la unidad. He visto una revolución en “statu nascendi” (en gestación). Ha sido una experiencia del Espíritu que, como afirma David María Turoldo, “es el viento que no deja dormir el polvo”. Precisamente mientras estaba partiendo para Hungría, Chiara me había hecho llegar un regalo “Para el focolar de Budapest”. Y quien me lo entregó me transmitió un augurio: “¡Verás milagros!”. Sí, ¡he visto milagros! He visto “el espíritu que soplaba el polvo” y “lo imposible volverse posible”. ¿Lo imposible volverse posible?

Una de las primeras Mariápolis a finales de los años Setenta

He visto que el primer grupo que vivía la espiritualidad del Movimiento, constituido por familias, sacerdotes, algunas muchachas y muchachos, por niños… que de hecho era una comunidad ordenada por la caridad, exactamente como dice Chiara, que no hay “nada más organizado que lo que el amor ordena y nada más libre que lo que el amor une”. Ahora el Movimiento de los Focolares está difundido y es muy estimado en Hungría. ¿Un augurio para esta visita de María Voce? Con la rara combinación de cordialidad inmediata y noble distinción que lo caracteriza, el pueblo húngaro no se ha dejado seducir por ideologías o modas no dignas del hombre. Pienso que sabrá acoger el don de esta visita y ser un don no sólo para la presidente María Voce, sino para todo el Movimiento. El hecho de que el país esté consagrado a María, con el acto de donación a ella de la corona por parte de San Esteban, constituye un sello y una responsabilidad histórica y espiritual. Yo diría que precisamente porque, como dice el himno nacional “los húngaros ya han descontado el pasado y el futuro” están en las condiciones de ser un país que le puede dar mucho a los otros pueblos. Mi augurio es que la Presidente, 50 años después, pueda recoger los frutos de las oraciones de Chiara y constatar que verdaderamente María es la Señora de los Magiares.

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